Hace unos días, finalmente pudimos tener el Bautizo de una niña, quién ha nacido durante los meses, que aquí en Santiago de Chile, en los que estuvimos más encerrados, esos meses entre mayo, junio, julio y agosto, que fueron especialmente de encierro.
La niña Clarita
Esta niñita: Clarita, nació ahí, en esos meses. Entonces y recién hace unos poquitos días, por fin pudimos tener el Bautizo. En el bautizo estaban, por supuesto, sus papás, padrinos y su hermanito mayor. Cuando llegó el momento, en donde se unge al recién bautizado, cuando se le unge en la frente, esa señal de la venida, de la bendición del Espíritu Santo sobre ese niño, esa niñita, que ella es hija de Dios. Esto es con el óleo, entonces el hermano mayor de Clarita, Vicente, miraba con ojos muy abiertos y como que se fijó en esto, del óleo, de la unción, Asi que le dije: Mira, mira, huele… porque tiene un aroma, un olor muy muy bonito, es un perfume realmente. Es un óleo que huele muy bien. Entonces le dije: mira, para que lo viera y si se acerca. Y si, le gusto mucho. Y siguo con atención o curiosidad, de, de ver qué está pasando.
Hoy día en la Iglesia, celebramos a un Santo, que también le dé imagen, de lo plástico. Muchas veces en la sociedad, quizás nosotros también, podamos pensar en San Ignacio de Antioquía, un Santo de los primeros, primerísimos años de la fe cristiana, qué hace mención, que hace cabeza, a esta esta imagen, a esta expresión: “trigo de Cristo”.
De trigo molido de Cristo
De trigo molido de Cristo, que es así. y si no puedo oírlo más, hablando ahora con el Señor en estos 10 minutos de oración, porque San Ignacio de Antioquia, era un referente clarísimo, en muchas comunidades cristianas.
Y San Ignacio fue apresado, para llevarlo a morir en el martirio y morir, no de cualquier manera, sino atacado y comido por las fieras. Él se veía a sí mismo, yendo hacia el martirio a dar testimonio de su fe, de su amor hacia Jesús.
El se veía así, como esas fieras iban, por decirlo así: como a molerlo, cómo se muele el trigo para hacer pan bueno. No sólo cualquier pan, sino el pan de la Eucaristía. El pan de Cristo.
Y así como los granos de trigo se muelen, para formar otra cosa preciosa, bonita, que es distinta, pero es la misma. Aunque él veía así, por eso él se ve como como “trigo molido de Cristo.”
La oración de la misa de hoy
En una de las oraciones, que se llama la oración sobre las ofrendas. Justo al terminar el ofertorio, cuando se ha ofrecido al Señor el pan y el vino, esta la oración que rezamos en la Santa Misa, que podemos rezar ahora también.
Decirle al Señor: “Que la ofrenda de nuestra piedad sea grata a tus ojos señor. Que aceptaste a San Ignacio de Antioquía, trigo molido de Cristo, como pan inmaculado, por el padecimiento del martirio, por Jesucristo nuestro señor amén.”
Te pedimos Señor, que nuestra ofrenda, es ofrenda de la Santa Misa, del pan y el vino, que un poco más adelante serán ya el cuerpo y la sangre, el sacrificio de Jesús por nosotros, le pedimos a Dios padre, que él acepte como una ofrenda buena. Como la ofrenda que hizo San Ignacio de su propia vida.
Qué bonito esto de ser así… con estas imágenes, así como Vicente, que está atento al óleo Santo y a su perfume.
También tomar esta imagen que el mismo Jesús nos dijo esto:
“El grano de trigo que se sacrifica, que se entierra y que muere, para dar mucho fruto”.
Porque esto es lo que hizo San Ignacio de Antioquia, murió así, mártir, molido por decirlo así, por las fieras. “Trigo molido de Cristo”.
San Ignacio, hablando de la Eucaristía
El mismo San Ignacio, hablando de la Eucaristía, pues, se conservan varias cartas de San Ignacio… hay una por ejemplo, que es la carta a los Efesios; hay una carta también, verdad, de San Pablo a los Efesios. Está esta carta de San Ignacio de Antioquía, algún tiempo después, lógico, también a los de éfeso. Done esta hablando de la Eucaristía, dice:
La Eucaristía es el único pan, que es fármaco o Medicina de inmortalidad, antídoto contra la muerte y alimento para vivir siempre en Cristo Jesús.”
Jesús el precio así él solo quizá Ignacio veía, te veía a ti Jesús. Ahora que estamos conversando contigo, en estos minutos. Ignacio no solo te veía a ti Señor, cómo es el grano de trigo, que se entierra y da la vida y muere.
pero tanto frutas nosotros solamente San Ignacio te veía a ti, Jesús. cómo grano de trigo, nuestra mente veía como tú señor, nos pides a nosotros también que sigamos tus pasos y también hagamos de nuestra vida, trigo que da fruto para los demás, con la fuerza de Dios.
El hambre de Dios
También San Ignacio, contemplaba todo esto, no solo en la vida de Jesús nuestra propia vida, sino que lo miraba especialmente en los cristianos. Le habla estos efesios, en el fondo, como encendiéndole el hambre: “el hambre de Dios” así como Jesús la samaritana hablándole al agua, pero no de cualquier agua sino del agua que salta hasta la vida eterna.
San Ignacio también le habla a estos decesos del pan, pero no de cualquier pan sino de sepan que es Medicina de inmortalidad. Nosotros vamos a morir bueno esto es Medicina de inmortalidad dice antídoto contra la muerte y alimento para vivir siempre en Cristo Jesús.
De hecho el Evangelio de la misa del día así como siguiendo con estas imágenes, lo vi en ese bautizo, con este niño como con los ojos tan atentos a esas cosas tan que uno puede tocar, oler, ver en un bautizo... no como son el agua, el óleo perfumado, el cirio Pascual encendido con la luz.
Evangelio de San Juan
Si uno se fija el Evangelio de la misa de hoy la misa, digo si uno, lee las lecturas que están propuestas para esta cita San Ignacio en Turquía, justamente este texto lo puedes buscar después también del Evangelio de San Juan el capítulo 12. Son palabras de Jesús, y dice:
«En verdad en verdad les digo si el grano de trigo no cae en tierra y muere queda infecundo, pero si muere da mucho fruto.”
Y ahora quizá rezando hablando con el señor yo creo que sí le le pasamos el micrófono, por decirlo así, a Jesús: él nos va a decir cosas, quizá ahora al tiro, o quizá ,no sé?, en unos momentos más o en algún otro momento del día.
Pero sí lo decimos… Señor, y de verdad esperas de mí, que yo sea como grano de trigo; decir ¿qué me la juegue?. No sé, en en un grupo de amigas o de amigos.
O que de verdad: ¿Qué yo llevé, el cariño, el amor de tu corazón, de el corazón de Cristo a otras personas? ¿Yo? pero sí pero si yo ¿Qué soy yo? Soy un poco de trigo, tan sencillo, si en mi vida que está tan llena de limitaciones.
Muchas veces seguro, cuentas conmigo. El Señor, seguro que nos va a decir: por dónde, de qué manera, quizá: con un mensaje cariñoso, con una oración. Más, no sé… un Ave María, por tal persona… El Señor, nos irá mostrando seguro, para que nuestra vida, sea como la de San Ignacio, como la de Jesús. Trigo que se entrega por los demás y da mucho frutos.
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