Reseña:
En este post, Tere Domínguez O. cuenta cómo realizó su primera romería a la Virgen en compañía de amigas de su grupo de oración, de una forma tan sencilla que podrías igualmente imitarla a fin de hacer también sonreír a la Virgen.
Hace unos días recibí un mensaje de la administradora de este blog pidiéndome que escribiera sobre cómo haría una romería a la Virgen. Enseguida pensé: pero si ahora no se puede viajar, ¿cómo podría hacerla? Porque yo creía hasta ese momento que una romería debía hacerse hacia un lugar donde existiera un templo mariano, lo cual no es el caso en mi país.
Su mensaje como siempre llegaba en el momento indicado. Había tenido unos días muy agitados preparando unas traducciones de exámenes para mandar a los Estados Unidos. Básicamente, para pedir una segunda opinión por los resultados de mis controles anuales. Si bien había estado muy serena organizando todo y, lo más importante, sin descuidar mis oraciones y meditaciones diarias, no les puedo negar que hubo un día en que me dejé consumir por la ansiedad y la incertidumbre después de una serie de citas médicas. Esa noche recé con mayor fervor pidiéndole a la Virgen que tomara control de la situación y eso me calmó. Al día siguiente ya me sentía bien y pude pensar con más calma sobre cómo organizar la romería.
Una romería a la Virgen
Había escuchado sobre romerías masivas que se hacen durante el mes de mayo en lugares donde hay santuarios marianos. En Panamá, si bien tenemos muchas iglesias dedicadas a diversas Vírgenes, no existe un santuario así. Por tanto, la primera duda que tuve al pensar en organizar una romería a la Virgen fue: ¿cómo podría hacer una romería en mi país donde no hay un santuario mariano reconocido?
Pregunté a una amiga Supernumeraria y me dijo que no había ningún problema. Me contó que san Josemaría, el 2 de mayo de 1935, realizó una romería de una forma diferente. En el punto 139 de su libro Cristo que pasa detalla:
“no era ruidosa ni masiva: íbamos tres personas. Respeto y amo esas otras manifestaciones públicas de piedad, pero personalmente prefiero intentar ofrecer a María el mismo cariño y el mismo entusiasmo, con visitas personales, o en pequeños grupos, con sabor de intimidad”.
A partir de esa primera romería realizada en la intimidad, san Josemaría estableció que todos los fieles de la obra hicieran cada año, en el mes de mayo, una romería a un santuario o un lugar donde se venere una imagen de Santa María. La forma como él la hacía era rezar tres partes del Rosario: una, en el camino de ida, otra ante la imagen de la Virgen que se había ido a visitar, y la tercera en el camino de regreso. Esta práctica se ha ido extendiendo cada vez más.
De esta forma comprendí que lo importante no era el lugar, sino cómo se realiza la romería. Tenía que ser un acto de amor a la Virgen y, además, atraer a amigos y familia a participar en esta visita.
Los preparativos
Como quería que el escrito se publicará lo más temprano, iniciando el mes de la Virgen, escogí el 1 de mayo para realizar la romería. Al menos ya tenía el día.
Mi objetivo era hacerla de una forma muy sencilla a fin de que pudiera ser imitada por otras personas que quisieran también hacer sonreír a la Virgen.
Primero debía precisar quiénes me acompañarían ese día. Enseguida tuve la respuesta: con mi grupo de oración. Fue con quienes, el año pasado, a raíz de la pandemia, empecé a rezar el Rosario con mayor constancia. Incluso escribí sobre esta experiencia en el post titulado “Oración en el ciberespacio”. Pero antes de participarles, quería tener definida la iglesia en la que rezaríamos frente a la Virgen.
Con mucha tristeza pude comprobar lo afectadas que están las iglesias económicamente por la pandemia, por lo que han tenido que reducir personal. Además, los protocolos de bioseguridad que tienen que realizar en cada celebración eucarística limitan el tiempo que los feligreses pueden permanecer en ellas. Tampoco están abiertas durante el día. Así que no me fue fácil ubicar dónde pudiéramos rezarle a la Virgen.
Con este escenario invité al grupo de oración diciéndoles que la romería sería el sábado 1 de mayo pero que el lugar estaba por definirse. Enseguida fue acogida la invitación con mucha alegría. Les dije que si no lograba ubicar ninguna iglesia haríamos la peregrinación en el parque atrás de mi casa, llevando alguna de nuestras Vírgenes. Pero el día anterior recibí con alegría la llamada de una de las iglesias que había abordado, diciéndome el horario en que podríamos entrar el sábado 1 de mayo. Sería en la tarde, antes de la misa. Estábamos todas muy felices.
El día de la romería
Amaneció un día hermoso, pero al mediodía el mes de mayo se inauguró en todo su esplendor con un fuerte aguacero en toda la ciudad. No paraba de llover. Habíamos quedado en encontrarnos en los predios de la iglesia para rezar el primer misterio. Pero la lluvia no cesaba y tampoco el entusiasmo por lograr hacer la romería.
Finalmente, dejó de llover y conseguimos estar en la iglesia antes de la hora estipulada, aunque ya no nos daba tiempo para hacer el primer misterio en la parte de afuera. Al llegar, no parecía que hubiera caído un aguacero tan intenso. El cielo se despejó, lucía celeste y con nubes blancas. Pensé: es la Virgen quien permitió que pudiéramos llegar a verla.
Fue muy emocionante encontrarnos en los estacionamientos de la iglesia. Varías teníamos más de un año de no vernos. Otras, nos veíamos por primera vez en persona.
Improvisamos entonces realizar, antes de entrar a la iglesia, las peticiones, que llevábamos previamente anotadas: la señal de la Cruz, el Credo y el acto de contrición. Entonces procedimos a caminar al encuentro de nuestra madre, la Virgen María.
Empezaba de esta forma nuestra romería
Era la primera vez que rezábamos el Rosario en una iglesia vacía frente a una imagen de la Virgen. Fue muy intensa la sensación. Yo no podía separar mi vista de Santa María La Antigua, la patrona de mi país, y así estuve todo el Rosario. Después de cada misterio, como es lo usual en el grupo, cantamos AVE, AVE, AVE MARÍA. AVE, AVE, AVE MARÍA.
Al finalizar, justo comenzaban los preparativos para la misa de la tarde. Pudimos quedarnos un rato más para poner la canción de nuestra patrona. De allí nos dirigimos al parque que está en mi barriada e improvisamos un picnic con la imagen de la Virgen del Carmen acompañándonos. Allí nos dedicamos a conversar y escuchar canciones marianas.
Fue una tarde inolvidable. La romería no fue como la habíamos planeado, pero supimos sacarle provecho al tiempo que pasamos juntas y lo importante es que todo lo hicimos con mucho amor por hacer sonreír a la Virgen. Ahora ha quedado el deseo de repetirlo otra vez y seguro que lo haremos.
Y tú, ¿qué puedes hacer en el mes de la Virgen para hacerla sonreír?, ¿te animas a realizar también tu primera romería?
Muy bonito artículo y poder con tus amigas hacer ese camino con la virgencita y rezar
Saludos Cordiales desde San Cristóbal, Venezuela. Interesante y Maravillosas estás palabras sobre la primera Romería. Pues les diré, seguiré el ejemplo que acaban de dejar en este maravilloso escrito. Justo iniciaré ubicando las personas, luego el templo y a darle este Maravilloso Regalo a Nuestra Madre del cielo. Muchas gracias porque siempre es una enseñanza diaria. Yo quiero seguir aprendiendo y así con ejemplos ayudar a otros en este camino de conversión. Gracias por Existir. Las Encomiendo ???