En la fiesta de Cristo Rey en el año 2011, estaba en Roma. Ese año participé de un encuentro con el segundo sucesor de san Josemaría: Monseñor Javier Echavarría.
Recuerdo que uno de los presentes, le contó de un amigo suyo al que le habían encarcelado a su papá, que era general del ejército y lo habían hecho injustamente. Me impresionó mucho la respuesta que le dio Monseñor Javier:
“Pues lo encomiendo y cuando le escribas, dile que no guarde rencor a los que, por motivos equivocados, hayan podido hacerle daño. Que haga lo que hizo Jesucristo: que sepa perdonar, que sepa rezar -incluso- con cariño por las personas que han causado ese daño a su padre y a su familia”.
QUE HAGA LO QUE HIZO JESUCRISTO…
Se me quedó muy marcada esa frase. “Jesús y ahora que estamos haciendo este ratico de oración Contigo, ahí está la clave, sencillo: hacer lo que Tú harías en mi lugar”.
Vamos al Evangelio de hoy y vamos a mirar muy de cerca a Jesús para estar atentos a lo que nos pida en este rato de oración.
“Habéis oído que se dijo a los antiguos no matarás y el que mate será reo de juicio. Pero yo os digo: todo el que se deja llevar de la cólera contra su hermano, será procesado. Y, si uno llama su hermano imbécil, tendrá que comparecer ante el Sanedrín y, si lo llama necio, merece la condena de la gehenna -del fuego.
Por tanto, si cuando vas a presentar tu ofrenda sobre el altar te acuerdas ahí mismo de que tu hermano tiene quejas contra ti, deja ahí tu ofrenda ante el altar y vete primero a reconciliarte con tu hermano y entonces vuelve a presentar tu ofrenda”.
(Mt 5, 21-24)
“Jesús, ¿puedes decirme en una palabra Tu mensaje del día de hoy? “Reconciliarte”¿Reconciliarme? ¿Con quién? ¿Con qué? ¿Cómo así?
HABLA CON JESÚS
Quizá nos tendríamos que preguntar antes: ¿Con quién no me gustaría encontrarme hoy? ¿A quién quiero que le pase cosas no tan buenas?
La invitación de Jesús es muy clara. El quinto mandamiento no sólo consiste en no matar, sino en no hacer daño; en no decir mal de otros; en no guardar rencores, ni odios; ni siquiera pensar mal de nadie. Abarca un panorama más amplio, no solamente no matar.
Podemos matar, incluso, con más gravedad en nuestro corazón. “Jesús, aquí en este corazón tengo una heridita que no termina de sanar. Mantengo en mi corazón odio, rencor… qué cosa tan maluca.
- Jesús, no soy capaz de desprenderme de esto.
- “¡Sí eres capaz! Mírame aquí en la Cruz, ¿acaso me ves maldiciendo?
No Jesús, miras al cielo, haces fuerza con Tus manos para tomar un poco de aire que se te agota y casi que gritas: ¡Perdónalos porque no saben lo que hacen!
Jesús, Tú deseas que sembremos la paz a nuestro alrededor y yo creo Jesús que es bueno pensar una cosa que es importante cuando tenemos algún tipo de rencor, de odio”.
Porque hay veces pensamos más en lo que nos han hecho las personas o en lo que hemos hecho nosotros, pero lo importante son las personas no aquello que nos han hecho.
LO IMPORTANTE ES TENER EL CORAJE DE RECOMENZAR
De dar a esa persona otra posibilidad, otras posibilidades, otras oportunidades. A veces se necesitan muchos años, una vida entera…
“Jesús, si Tú nos esperas, estás esperando a que demos ese paso, ¡ayúdame! para que no necesite una vida sino hoy, ahora: perdonar”.
Las heridas más grandes las hacemos a quienes más amamos, a aquellos con los que convivimos. Muchas veces, incluso Señor, personas de nuestra sangre… ¡qué tristeza! ¡Qué pena!
¿No podrías reconciliarte hoy con esa persona? No esperes que ella dé el primer paso, dalo tú. “Qué contento te pondrías hoy Jesús si diéramos ese paso, si quisiéramos y tomáramos la decisión de reconciliarnos hoy con esa persona.
TENER MALA MEMORIA
Jesús, y ¿sabes qué? Creo que habría una solución fácil para vivir tranquilos, felices. ¿Cuál es la solución? Tener mala memoria”.
Ojalá tuviéramos mala memoria, que se nos olvidaran todas las cosas, las cosas malas. Podríamos recordar las cosas buenas, también puede ser un ejercicio bueno.
Solamente tener memoria para las cosas buenas, no quiero tener memoria para las cosas malas, así viviríamos tranquilos, felices, teniendo mala memoria.
Y, luego Jesús, saber perdonar, no guardar rencores, no darle importancia a los roces o a los enfados.
Una vez le preguntaron a san Josemaría: ¿Y qué hemos de hacer para estar contentos? Él respondía:
“Os daré mi experiencia personal”
(además maravilloso)
“…Primero, saber perdonar. Disculpar siempre, porque lo que quita la paz son pequeñeces de la soberbia. No pienses más en eso, perdona lo que te han hecho.
No es una injusticia, déjalo, olvídalo y, después, aceptar la voluntad de Dios. Ver, ver al Señor detrás de cada suceso. Con esta receta seréis felices, alegres, serenos”.
(En Diálogo con el Señor. La alegría de servir a Dios, pag. 207)
¿QUÉ HARÍA JESÚS EN MI LUGAR?
“Señor, gracias por hablarnos tan claro, gracias por invitarnos siempre a ir por un plano inclinado en nuestra vida interior; en nuestra vida espiritual. Gracias Señor por abrirnos los ojos, por mostrarnos un panorama nuevo, diferente, cristiano, para parecernos más a Ti”.
La clave: ¿Qué haría Jesús en mi lugar?
Vamos a acudir a nuestra Madre santa María. Se me ocurre pedirle a la Virgen una cosa, se me acaba de ocurrir: que ella sostenga a tantas madres que quieren ver a sus hijos unidos, no separados: ¡unidos!
Y que, en cambio, son testigos de muchos roces, de odios, de separación, de enemistades… ¡qué pena! Cómo sufre una madre viendo a sus hijos desunidos, separados.
“Voy a pedir hoy Jesús, especialmente por esas madres y vamos a pedir a nuestra Madre que nos ayude a mirarte a Ti en la Cruz y que sepamos perdonar de corazón”.
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