PARÁBOLA DEL PERDÓN
Vamos a hacer oración, hablar con Dios, platicarle y que Él nos cuente, también. “¿De qué quieres que hablemos hoy?”. En el evangelio encontramos una parábola, en la que Jesús nos habla del perdón.
Cuenta la historia de un rey que tenía un siervo que le debía muchísimo, le debía muchísimo… Nunca iba a poder pagarle, nunca, nunca. Y le pidió cuentas: Ven y págame lo que me debes. No tengo. Te voy a meter a la cárcel y voy a vender todas tus posesiones para que puedas pagarme y no vas a salir de la cárcel hasta que me pagues. Por favor perdóname y lo perdonó. Así que este hombre salió feliz.
En el camino se encontró con otro que le debía poquito, en comparación con los millones y millones que le debía él al rey. Pero después del susto que se llevó, lo tomó del pescuezo y lo estaba ahogando, y le decía: págame lo que me debes. Y él, casi con sus mismas palabras, le pedía perdón: perdóname, ten paciencia conmigo, te lo pagaré todo. Pues no, te voy a meter a la cárcel y lo metió a la cárcel.
La gente que lo supo, indignada fue con el rey, y le dijo lo que había hecho este siervo ingrato. Y termina la parábola:
“El señor encolerizado, lo entregó a los verdugos, para que no lo soltaran hasta que pagara lo que debía”.
(Mt. 18, 34).
Y Jesús glosa lo último diciendo:
“Pues lo mismo hará mi Padre Celestial con ustedes si cada cual no perdona de corazón a su hermano”.
(Mt 18,35).
“Te pedimos Señor que nos ayudes a perdonar de corazón. Que siempre perdonemos. Que sea una actitud constante en nuestra vida. Tú nos has perdonado muchísimo”.
EL PECADO NOS HACE DAÑO
Cualquier ofensa a Dios ya es impagable por nosotros, porque el que se ofende es la infinita Divinidad. El pecado que hemos cometido los seres humanos, todo pecado, hace daño. Hace daño a nuestra relación con Dios, pero también daña nuestra naturaleza. El pecado es algo malo.
El pecado original ha estropeado la naturaleza, ha introducido la muerte en el mundo, la enfermedad, la ignorancia, el dolor; y todo eso, Tu Señor nos lo perdonas de verdad, porque hay una resurrección, y hay un cielo nuevo y una tierra nueva.
“Al final, como dice la carta a los Corintios, el último enemigo en ser derrotado será la muerte…”
y eso es como la última palabra del perdón de Dios al hombre; cuando lleguemos a la bienaventuranza y resucitemos, y vivamos para siempre contemplando a Dios.
EL SACRAMENTO DE LA CONFESIÓN
“Tú Señor perdonas mi pecado, perdonas todos mis pecados cuando voy y te pido perdón en la confesión y recibo la absolución del sacerdote. Gracias por dejarnos este sacramento, gracias por perdonarnos de verdad. Que estemos abiertos a esa regeneración total qué haces de nosotros y comienza ya con la gracia. Tú nos exiges que perdonemos porque Tú nos has perdonado”.
¿Qué es lo que tenemos que perdonar? Alguna ofensa, más o menos grande. Hay veces que gente ha sufrido grandes injusticias, grandes ofensas y que perdona. Lo vemos en la vida de los mártires y también en la vida de otras tantas personas.
NUESTRA VIDA COMIENZA CUANDO PERDONAMOS
Hace poco veía el testimonio de una periodista española, que en un atentado perdió las piernas, y su mamá que estaba ahí cerca de ella también fue muy afectada. La mamá le decía: ahora nuestra vida comienza y lo que tenemos que hacer es perdonar y cortar todo rencor, todo deseo de venganza y mirar nuestra vida hacia delante.
Ella comentaba que esto le había ayudado muchísimo y era una persona alegre, que no iba cargando con esos oprobios tan grandes que recibió.
También nos encontramos con ofensas menos graves, incluso con ofensas que nos son intencionales, defectos que tiene la gente con la que convivimos habitualmente. Defectos que pueden ser molestos y que no se quita tan fácil y que debemos de perdonar aceptándolos y ayudando en la medida de lo posible a que se quiten. Nos hace muchísimo bien perdonar.
NOS HACE BIEN PERDONAR
Veía un Ted Talk de una jovencita de Chile que hablaba (Mónica López se llama), cómo a ella le dio un cáncer muy joven y decidió afrontar la vida -con lo que le quedaba de vida- con optimismo, con alegría, con agradecimiento.
Esa misma actitud vital la fue curando y daba una estadística curiosa, decía: “la felicidad de la gente depende de diferentes factores y el 40% es de la actitud que tenemos en nuestra vida; y hacía el pasado lo que hay que hacer es agradecer y perdonar». Con esa actitud positiva su tumor fue reduciendo de tamaño.
Nos hace muy bien perdonar. Dios nos pide cosas buenas siempre. Y el perdón es algo que hace bien, nos hace bien en la salud; nos hace estar alegres; nos hace estar optimistas. Pero, a veces, no es fácil. No es fácil.
LA TIERRA PROMETIDA
Leemos hoy en la primera lectura de la misa, un pasaje impresionante del antiguo testamento, que es cuando ya están a punto de llegar los judíos a la tierra prometida. Moisés ya murió y le toca a Josué introducir al pueblo en la tierra de Cana, pero hay un río que tienen que cruzar. A veces, el perdón que Dios nos pide que tengamos hacia los demás, que puede ser un río grande, caudaloso, lleno de pirañas, cocodrilos, boas que nos pueden matar o la corriente nos puede llevar hacia una cascada infinita.
Es difícil, no hay puente, ¿cómo le hacemos? Así estaba el pueblo judío ante la tierra de Cana, ante un río. Dios les había prometido esa tierra nueva, esa tierra donde emana leche y miel; y ahora estaba ese río enfrente.
¿Qué le dice Dios a Josué, que iban a pasar, que les iba a ayudar?
“(…) Josué les dijo a los israelitas: Acérquense a escuchar las palabras del Señor, su Dios. Y prosiguió: – en esto conocerán que el Dios vivo está en medio de ustedes y que destruirá ante sus ojos a los cananeos: El arca de la alianza del
Señor de toda la tierra va a pasar el Jordán delante de ustedes y, en cuanto a los pies de los sacerdotes que llevan el arca de la alianza del Señor de toda la tierra toque el Jordán, las aguas que van hacia abajo seguirán corriendo y las que vienen de arriba se detendrán, formando un muro.”(Jos 3, 7-10.11.13-17)
Así sucedió, los judíos pudieron pasar sin mojarse y tomar la tierra que Dios les había dado.
EL JORDÁN
En el salmo de hoy, también, se canta con alegría estos sucesos que Dios hizo; no solo en ese momento cuando iban a entrar en la tierra prometida sino a largo todo el Éxodo, desde que salieron de Egipto y cruzaron el Mar Rojo, también con un milagro similar. También en otros momentos en los que Dios se manifestaba de un modo visible. Leemos en el salmo:
“Al salir Israel de Egipto, al salir Jacob de un pueblo bárbaro, Judá fue santuario de Dios, Israel, su dominio. Al verlos, el mar huyó, el Jordán se echó para atrás; los montes saltaron como carneros y las colinas como corderos. ¿Qué te pasa mar, que huyes? ¿Y a ti Jordán, que te echas para atrás? ¿Y a ustedes, montes, que saltan como carneros? ¿Y a ustedes, colinas, que saltan como corderos?”
(S 113ª, 1-2. 3-4. 5-6)
Esta imagen de las montañas, supongo, que se refiere cuando Dios hablaba con Moisés en lo alto del Sinaí, que Dios respondía con el trueno y toda la montaña retumba.
EL SEÑOR NOS AYUDA A PERDONAR
A veces, ese perdón que Dios nos pide puede ser como una montaña que hay que mover y tirar al mar y que nosotros no podemos.
Hay que pedirle a Dios: “Señor ayúdame a perdonar. Tener esa actitud positiva de dar gracias, de pedir perdón”. Pero cuando vemos que no podemos, qué nos faltan las fuerzas, pedírselo también como una gracia, cada vez que rezamos el Padre Nuestro, se lo decimos: “…perdona como también nosotros perdonamos a los que nos ofenden…”.
Le pedimos a la Virgen que es maestra en todo, también en el perdón; ella perdonando a los verdugos de Jesús junto a la cruz. Madre nuestra ayúdanos, consíguenos esas gracias para que podamos siempre tener esa actitud tuya, esa actitud que Jesús también tiene de perdonar a sus verdugos.
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