Hoy es el último día del año litúrgico. Hoy termina el Tiempo Ordinario y mañana es ya el Primer Domingo de Adviento que nos prepara para la Navidad.
Hoy mismo, en la noche, le podrías decir a todos: ¡Feliz año nuevo! Yo aprovecho y te digo: ¡Feliz año nuevo!
SIEMPRE VIGILANTES
Pero bueno, todavía nos quedan unas cuantas horas en este año litúrgico que termina; nos quedan también varias semanas para que termine el año calendario.
Pues en estos últimos metros que nos quedan por recorrer Tú, Jesús, nos dices:
“Vigílense a ustedes mismos…”
(Lc 21, 34-36).
Es una llamada a la conciencia. A darnos cuenta dónde estamos y qué estamos haciendo. Una llamada a no descuidar nuestra vida interior, nuestro trato con Dios, nuestra conducta.
El tiempo se pasa volando, y (ahora que está de moda la Fórmula 1) ya estamos en las últimas curvas antes de llegar a la meta, o en las últimas vueltas. Pero aún así: Vigilemos.
UNA FALLO DE EXIGENCIA
Sucedió hace ya algunos años y “creo que fue en Singapur (…). La parada de boxes en el circuito nocturno requería una precisión milimétrica. No obstante, perdió el primer puesto y no sé si ni siquiera logró alcanzar la meta.
¿La causa? Uno de los mecánicos había apretado un poquito menos la tuerca de una rueda. Un poquito menos de presión significó un desbarajuste bastante serio. Un fallo de exigencia le costó el primer puesto” (Semana Santa-Pascua 2015, con Él, Fulgencio Espa).
Que tú y yo no tengamos fallos de exigencia, que apretemos bien las tuercas de nuestra vida, de nuestra alma. Que vigilemos cómo estamos, incluso aunque pensemos que vamos bien.
Jesús nos repite: “Vigílense a ustedes mismos”. Porque todavía esto no se ha terminado. No hemos alcanzado la meta. Estamos en la recta final de este año litúrgico, pero, Dios quiera, nos quedan muchos años por delante…
PERSEVERAR
Es más, puede ser que simplemente estemos comenzando… Y como decía san Josemaría con aquella frase concisa y breve:
“Comenzar es de todos; perseverar, de santos”
(Camino 983).
Jesús te ha buscado este año, con restricciones, con mascarilla y todo. Te ha buscado en clases virtuales o presenciales, en home office o yendo a la oficina. Te ha buscado en tu casa. Te ha buscado un día y otro. Él persevera.
Y a ti te parece que un día es igual a otro y esto del Covid te tiene un poco harto. A veces te dan ganas de tomarte unas vacaciones, pero las vacaciones no han llegado…: ¡Persevera! ¡Las últimas piedras!
Comenzar. Comenzar el año lo hicimos todos. Comenzar lo hace cualquiera… Perseverar es de santos.
LO QUE REALMENTE CUENTA
Me pareció un poco ridícula aquella entrevista de ingreso a la universidad, que era parte del proceso de selección: – ¿Qué has hecho de extraordinario o destacable en tu vida? Esa era una de las preguntas de cajón.
Y uno respondió -Un viaje en velero alrededor del mundo… – ¡En serio! –Bueno, sí, pero cuando ya llevábamos una semana, pues tuvimos unos problemas y buscamos donde hacer puerto y, allí nos quedamos…
El entrevistador -decían- estaba emocionado, sorprendido. Yo creo que se equivocaba, porque comenzar es de todos, pero perseverar es lo que realmente cuenta.
Tal vez pensamos: Pero, ¡¿cuánto más?! No se trata de cuánto, se trata de perseverar. Nunca sabemos cuánto. Ni siquiera sabemos si mañana nos vamos a despertar. ¡¿Cuánto es mucho?! Depende del sentido que le des a lo que haces, o que le des a tus días.
EL MITO DE SÍSIFO
Te cuento un mito. Me parece que ya ha salido alguna vez en estas meditaciones.
Sísifo fue el primer rey de la ciudad de Éfira, actualmente conocida como Corinto. Gobernante ambicioso y cruel; violento, tramposo, embaucador… No era fácil controlar un territorio tan grande, pero Sísifo lo hizo, pero con la mala suerte de hacerlo rompiendo las reglas que Zeus ponía a los mortales.
Así era él. Cuentan que incluso en el momento de su muerte, le quiso jugar la vuelta a la misma muerte. Al final no se salió con la suya y murió. Pero resulta que Sísifo no podía quedarse tranquilo en el inframundo.
Tramposo y embaucador, se negaba a estar bajo el dominio de la muerte y les causaba muchas molestias a los dioses. Ahí comenzó el famoso castigo de la gran piedra.
Todos cansados de tanta vuelta y trampa, le pusieron un castigo, que consistía en empujar una gran piedra redondeada, desde la base de una montaña hasta su cima para, una vez allí, ver cómo esta piedra caía rodando de nuevo hasta el punto de partida.
Según algunas versiones del mito de Sísifo, este castigo fue (o, mejor dicho, es) eterno…
La pena, el castigo de Sísifo, no es tanto llevar la piedra, sino la falta de sentido, el sinsentido… Es un mito que nos habla de la tragedia que supone vivir un absurdo, algo que no lleva a nada. Perseverar no es eso… ¡Eso es una tortura!
HASTA EL ÚLTIMO INSTANTE
San Josemaría dejó escrito (yo lo leía de vez en cuando en una lápida –la última piedra de la casa donde vivía en Roma), y decía lo siguiente:
“Este es nuestro destino en la tierra: ¡luchar por amor hasta el último instante!”
Pues tú y yo decidimos si somos Sísifo o si somos santos… aunque nos cansemos. Aunque pensemos que podemos hacer trampa y salirnos con la nuestra; que nos podemos zafar de las cosas. Tú y yo decidimos: Sísifo o santo…
Jesús te dice:
“Vigílense a ustedes mismos. No se dejen embaucar. Para que sus corazones no estén ofuscados por la crápula, la embriaguez y los afanes de esta vida”.
“Vigilen orando en todo tiempo, a fin de que puedan evitar todos estos males (…), y estar en pie, delante del Hijo del Hombre” (Lc 21, 34-36).
DÍA A DÍA
¿No te gustaría poder terminar tu vida diciendo, como Carlo Acutis:
“Estoy contento de morir porque he vivido mi vida sin malgastar ni un solo minuto de ella en cosas que no le gustan a Dios?”
O sea: no me he dedicado a empujar las piedras de mis días sin sentido, sino que me ha agradado hacer lo que agradaba a Jesús. Poder afirmar, con el mismo Carlo Acutis:
“Estar siempre unido a Jesús, ese es mi proyecto de vida”.
Estas últimas horas del año litúrgico, o estas últimas semanas del año calendario: ¿Sísifo o esto…?
Carlo Acutis perseveraba en sus días, en su día a día, y hoy, está en los altares… ¿Tú eres Sísifo o santo como Carlo…?
EL CIELO NOS ESPERA
Que tu meta no sean unas simples vacaciones, un descanso pasajero, un regalo de Navidad, un aumento de sueldo, ¡lo que sea! No seamos cortos de miras.
Carlo decía:
“Nuestra meta debe ser el infinito, no lo finito. El Infinito es nuestra Patria. Desde siempre el Cielo nos espera”.
Y Jesús que nos vuelve a decir: Vigilen orando en todo tiempo, a fin de que puedan evitar todos estos males (…), y estar en pie delante del Hijo del Hombre.
Nuestra Madre nos espera en la meta. Y tengámoslo claro: el que se salva sabe, y el que no, no sabe nada.
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