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En este pequeño audio del día de hoy, quería referirme y hablar de uno de los santos más grandes de toda la historia de la Iglesia: San Ignacio de Loyola.
¿Quién no ha escuchado a san Ignacio? ¿Quién no ha escuchado a los jesuitas, la Orden que fue fundada por él? Y es realmente uno de los santos más grandes, como decía, también de los más conocidos.
EL SANTO ENCANTADOR
Pero, sobre todo, -yo podría decir- que es un santo “encantador” en cuanto a que su historia fascina, su historia encanta, … En cuanto su historia es como que conmueve el corazón de quienes la conocen y quienes la leen, y comienzan a ver todo lo que conlleva la vida y la conversión de san Ignacio. ¡Es que de verdad es conmovedor!
De hecho, puedo decirles que, una de las cosas más conmovedoras que he vivido en mi vida, es cuando tuve la posibilidad de visitar, de estar en la habitación en la cual san Ignacio -cuenta la tradición- que, leyendo ciertos libros, decidió convertirse y comenzar una vida cristiana.
¡Es que es encantador! Sientes la fuerza y la valentía de este santo de decir: ¡Hasta aquí! ¡Y comienzo y cambio de vida!
Pero bueno, quería hablarte sobre él, sobre san Ignacio. Y para no hacerlo ni muy largo ni muy cansado, creo que es necesario que podamos hacerlo por puntos.
TRES PUNTOS
De hecho, he preparado tres puntos, tres virtudes, características o cualidades de este Santo que nos puede venir bien conocerlas y, sobre todo, nos puede venir muy bien imitarlas.
Lo primero que quería decirte de san Ignacio -primer punto-, es que es un hombre de ideales, de ideas fijas, de decisiones, podríamos decir, un hombre con compromiso.
Todos conocen muy bien, pero no hace falta y no está de más el recordarlo cómo san Ignacio era un hombre de armas. De hecho, en medio de una batalla en Pamplona, fue herido en sus dos piernas por una bala de cañón, lo cual lo obliga a tener un largo tiempo de convalecencia en su casa.
LECTURA ESPIRITUAL
Y pidiendo obras de caballería, le dicen que no había ninguna obra de caballería que leer, así que le dan dos libros: “La vida de Cristo” y las historias o vidas de los santos. Entonces Ignacio comienza a leer.
Al principio no le gustaba mucho, luego seguía un poco más y de vez en cuando, los dejaba de lado para seguir pensando en sus ideales militares. Hasta que la lectura de estos libros comenzó a ser asidua, porque tampoco tenía mucho más que hacer…
Y estos libros comenzaron a encender su corazón, a llenarlo de fuego… Al punto que cuando se dio cuenta que él vivía muy lejos de Dios, o no tan cerca como debía, y al ver las grandes cosas que hacían los santos, se preguntó: —¿Y yo, por qué no puedo hacer lo mismo?
UNA VIDA DE COMPROMISO
Y en este momento, en ese preciso momento, decidió tener una vida de encuentro y cercanía con Dios, una vida de altos ideales, una vida de santidad. ¡Ahí lo decidió, ahí se comprometió!
Y desde ahí, a partir de ahí, en su cabeza, sólo habría una idea fija: “Ser santo como los santos, amar a Jesús como Jesús se merecía”. O podríamos decirlo usando el lema de los jesuitas:
“Dar a Dios la mayor gloria”.
Y toda su vida fue esto.
COMPROMISO
A partir de ahí comienza a vivir todo lo que comienza a hacer: los viajes, las peregrinaciones, todo, todo, todo. Bueno, san Ignacio lo hace por esta idea fija que se grabó en su cabeza y la marcó con letras de fuego en su corazón.
Viene la pregunta, o examen de conciencia. Digamos tú y yo: ¿Cuántas veces nos comprometemos a muchas cosas y no lo hacemos? ¿Cuántas ideas queremos dar a las fijas en nuestra cabecita y las perdemos? ¿Cuántas decisiones hemos tomado? ¿Cuántos compromisos y lo dejamos ahí? (…)
Es bueno aprender de san Ignacio, un hombre de decisión, de ideales, de ideas fijas, un hombre de compromiso y pedirle su intercesión, para que nos ayude a comprometernos con nuestras decisiones, tal como él lo hizo.
CAMBIO DE VIDA RADICAL
Segundo punto de san Ignacio, pues también vemos que, desde su conversión, el buen Iñigo de Loyola, (Ignacio de Loyola) se convierte en un hombre radical. Ya no sólo es que toma la decisión y la vive, ¡no! Sino que toma la decisión, y la vive hasta el extremo, ¡lo vive de modo radical!
Él no comprende decisiones a medias tintas, ideales así más o menos, que sí, que no… Una decisión, un ideal, un compromiso se vive de modo radical.
VIVIR DE NUEVO
Lo vemos también en su vida, de hecho, lo primero que quiere hacer al recuperarse es peregrinar a Tierra Santa.
Primero se dirige hacia el monasterio en Montserrat, ahí en Cataluña, donde lo primero que hace en Montserrat es dejar su espada, y dice: -Pues si quiero comenzar a vivir esta nueva vida, tengo que cortar radicalmente con la vida anterior…
Y entre esto, está el dejar aquello que lo identificaba, que le gustaba, que lo ataba al mundo, que era su afición militar.
UN CAMBIO DE COSTUMBRES
San Ignacio deja su espada, luego camina a la cueva de Manresa, y a una distancia no tan lejana, comienza a escribir y a vivir unos “ejercicios espirituales” con los cuales intenta ya de una buena vez, desapegarse radicalmente del mundo, cambiar sus costumbres y poder profundizar en un amor de Dios mucho más ardiente.
Sale ya casi como un leproso de ahí. O sea, un hombre que quería vivir radicalmente, incluso cómo un hombre totalmente pobre.
ESTUDIA LA UNIVERSIDAD
Comienza a viajar, va a Roma. Y a pesar de su edad, -sabe que debe formarse para poder predicar- y empieza a estudiar a pesar de su edad; a pesar de que el latín le costaba un poco lo hace… y comienza a predicar también y a hablar de Dios ahí, a sus compañeros de Universidad, a los más jóvenes.
Comienza a hablar de sus ideales, de mayor gloria de Dios, de lo que les esperaba, de lo que se podía hacer por Jesucristo sin temor ninguno, sin importar que era un cojo, por decirlo de un modo.
ÉL ERA RADICAL
Sin importar que era mayor, sin importar que muchas veces sus compañeros se podían reír de él porque le costaba un poco más los estudios. No le importaba. ¡Él era radical!
Había tomado la decisión de amar a Jesucristo con locura. Él lo iba a hacer sin importar hasta qué extremo había que llegar.
APRENDAMOS DEL SANTO
Bueno, es san Ignacio un hombre radical de decisiones totales, sin medias tintas. Esto es la segunda cosa que podemos aprender de él.
Y también, la segunda pregunta como examen de conciencia: ¿Y yo, qué tan radical soy con mi vivencia de la fe? ¿Con mi amor a Dios? ¿Mi guarda de la pureza? ¿Con mi paciencia? ¿Con el perdón? ¿Qué tan radical soy? (…) Pues es una buena pregunta que también nos podríamos hacer.
POBREZA
Y, por último -tercer punto de los muchísimos que se podría decir de san Ignacio- vemos que era un hombre pobre, que vivía la pobreza.
Por supuesto, y me pueden ustedes decir: -Pero yo estoy casada(o), y no puedo ver la pobreza como san Ignacio… Si, pero quiero ir un poco más allá…
DESAPEGO
Un hombre pobre que entendía la pobreza como debe ser, como desapego. San Ignacio estaba totalmente desapegado de las cosas. Él, al decidir amar a Cristo y al quería serlo de modo radical, -tercer punto- sabía que uno de los caminos claros, era el estar desapegado de las cosas del mundo y poner su corazón todo y solo en Jesucristo.
Nosotros también, sin importar la realidad en la que vivimos, cuál sea nuestra vocación, en el lugar en el que nos santificamos, tenemos que vivir esta ‘pobreza de desapego’. Desapego de las cosas creadas, que quiere decir que no pongo mi corazón en las cosas materiales.
SEGUIR ADELANTE
Bueno, las cosas salen mal, si nos enojamos muchísimo, cuando estamos desapegados, hay que con una sonrisa seguir adelante. Incluso, cuando económicamente no me está yendo bien, tener confianza; aprender a tener el corazón en el Señor. Desapego. No dejar que nos gane la tristeza. No dejar que nos gane el enojo cuando las cosas no están como lo esperamos.
¡Desapegate! Desapego total. Pobreza total. Pobreza y desapego de alguien que sabe esperar en las manos de Dios como san Ignacio.
Su vida a partir de su conversión comenzó a hacer una ‘vida de desapego y de confianza inmensa en los planes del Creador sobre su vida.
Examen de conciencia también del tercer punto: ¿Cómo estoy yo? ¿Cómo está mi desapego con las cosas del mundo o con las personas con las cuales puedo tener apegos? ¿Cómo está? (…)
VOLVER AL SEÑOR, RECOMENZAR, CONVERTIRNOS
Bueno, que san Ignacio nos ayude a ser hombres y mujeres de decisión. Nos ayude a ser personas radicales, y que nos ayude también a vivir desapegados de las cosas de este mundo con una pobreza alegre y feliz.
¡Este es el gran san Ignacio! En breves rasgos, se pueden decir tantísimas cosas…
Pero bueno, como conclusión, una última idea: también san Ignacio nos da la alegre noticia con su vida que,
Nunca es tarde para volvernos al Señor…
Nunca es tarde para comenzar nuevamente. Nunca es tarde para convertirnos.
Nunca es tarde para poder tener ideas fijas, radicales que nos lleven a amar al Señor con todo el corazón.
Un gusto haberles acompañado. Que Dios les bendiga.