Queremos celebrar a santa Mónica, una santa ejemplar que rezó tanto por su hijo (San Agustín), que ambos llegaron a la santificación. En honor a santa Mónica, y a todas las madres, te invitamos a leer el testimonio de dos madres, que oran por sus hijos, dentro de grupos de oración: Pamela y Maite
Una madre con fe – Pamela Avilés
Santa Mónica fue una mujer cristiana con gran fe y nos entregó un testimonio de fidelidad y confianza en Dios, por lo que con su oración confiada e insistente de su hijo Agustín, es uno de los ejemplos más conocidos del poder de la oración paciente.
Agustín, su hijo mayor, tenía una actitud egoísta, caprichoso y no se acercaba a la fe; llevaba una vida disoluta y Santa Mónica sufría por verlo alejado de Dios. Es por eso que durante años siguió rezando y ofreciendo sacrificios hasta lograr su total conversión.
Madres que sufren
En la actualidad, hoy cuántas mamás también derraman lágrimas por sus hijos, por distintas aflicciones; ya sean de salud, rebeldías de la adolescencia, falta de trabajo, por una buena pareja cristiana, para que se mantengan por buenos caminos, con buenos amigos o para que regresen a Cristo.
Rezar, rezar, rezar
Siendo difícil aceptar la libertad de los hijos, cuando son mayores de edad y toman decisiones que nos les favorecen. Ante esto muchas veces no hay más que rezar, sin desfallecer, como lo hizo Santa Mónica.
Y es que la misión de los padres, no se limita a la acogida de los hijos que Dios nos da; sino que tiene como objetivo introducirlos en la fe y sigue durante toda la vida, hasta que Dios los llame, porque una madre aspira a tener un hijo de bien, y poderse encontrar con ellos en el cielo.
Entrega total
Y aunque el afecto de los padres hacia los hijos pueda resultar imperfecto, una madre no tiene límites de entrega por su hijo. Toda madre es capaz de cambiarse por un hijo suyo que sufre en un hospital; de igual manera una madre cristiana no baja los brazos ante un hijo que se ha alejado de la fe.
Particularmente como madre de 7 hijos ya mayores de edad, confieso que el vínculo de la maternidad es un hecho tan profundo que hace no perder la fe y la esperanza ante las dificultades y de que las oraciones por ellos nunca caen en saco roto.
Mi hijo prematuro
Recuerdo mi primera experiencia de miedo e impotencia cuando nació mi hijo número 7, prematuro de alto riesgo, fueron diez días en que no paraba de rezar en total abandono, olvidándome de mi cesárea, mientras mi organismo se recuperaba muy rápido, con la firme decisión de poderle dar de lactar, apenas pudiera el bebé succionar, porque sus pulmones estaban inmaduros y tenía que estar conectado con mil mangueras, en una incubadora 24/7.
Un pececito
Era come ver un pececito en su pecera, y cuando me permitían acercarme a verlo un momento a la UCI pediátrica, lo hacía rezando una estampa reliquia de San Josemaría, y todos los pitos y alarmas de esa máquinas sonaban, cosa que incomodaba a las enfermeras y me echaban, diciendo que mi hijo me “olía” y lo alteraba.
Confianza en Dios
Fueron días interminables, por supuesto tenía a todo el mundo rezando, y mientras pasaban los días, yo seguía rezando y notaba como mi fe iba mejorando con la certeza de que se salvaría. Sólo le repetía a mi Dios : “Señor no es para mí, es para ti”
Finalmente lo dieron de alta y cuando tuvo ya el peso requerido por el pediatra, pudimos sacarlo a hacer una Romería a la Virgen en el Santuario de Schoenstatt, costumbre que hemos tenido con todos nuestros hijos al mes de nacidos.
Milagros completos
Actualmente Joaquín tiene 21 años, y es un chico consentido por toda la gente del entorno que rezó mucho por él, porque todo su desarrollo iba lento, con una escolaridad con apoyo; sin embargo el día de hoy no quedan rastros, es estudiante de la universidad, trabaja, de lo más sociable y querendón, muy detallista y pendiente de su mamá: “los milagros son completos”.
Y yo no dejo de rezarle a mi Dios y a mi Cristo “No es para mí Señor, es para ti”.
Hijos de Dios
Esta anécdota fue el primer paso mi madurez en el rezo de todos mis hijos para ofrecérselos a Dios, por lo que cuando algo me preocupa confío en que ellos irán al paso de Dios, no al mío.
De esta manera suelo aconsejar a otras madres para que cuando están preocupadas o sufriendo por sus hijos, doblen sus rodillas con fe para levantarlos y mantener la serenidad propia de una hija de Dios.
Rezar por los hijos
Nunca falta espacio ni pretexto para rezar por los hijos, es cuestión de proponernos buscar ese tiempo de 20 minutos con generosidad, para arrodillarnos en un pequeño Oratorio, ante el Sagrario, ante el crucificado que ha dado la vida por nosotros, ante la imagen de su madre la Virgen y ante la Biblia que respalda nuestra fe: Escribir nuestras intenciones, expresarlas en voz alta si deseamos.
Grupo de oración
Es una bonita costumbre que con otra amiga y 20 señoras vamos logrando guiadas por un librito con oraciones que cubren muchas necesidades que como madres aspiramos para nuestros hijos.
Nunca falta acudir a la oración de Santa Mónica, a la intercesión de San Josemaría y una canción a María, por ellos, confiando en la voluntad de Dios. “Estos hijos son para ti Señor”.
Testimonio de una madre orante – Maite Caviedes
Le doy Gracias a Dios todos los días por poner en el corazón de las Madres ese anhelo grande y desinteresado de orar por nuestros hijos.
Un Ministerio
Inicié el Ministerio de Madres orantes, por Gracia de Dios y de la Virgen Maria, hace 3 años, en total obediencia a nuestro Párroco y a nuestro Obispo. Es un momento de preparación espiritual para fortalecer nuestra Fe como madres, y entregar sin dudar la vida de nuestros hijos al Señor.
Muchas pruebas
Los tiempos no fueron fáciles, cada una de nosotras hemos tenido que vivir pruebas realmente duras con las vidas de nuestros hijos, pero la presencia de Dios y su consuelo no se hacen esperar, siempre que exista perseverancia en la oración.
Dios hace milagros
Somos testigos de los grandes milagros que el Señor esta obrando a través del rezo del Santo Rosario frente a Jesús Sacramentado, todos los martes en nuestra Parroquia, nos hemos dado cuenta, cuando entregamos todo al Señor El nos da su paz, su sabiduría, discernimiento y total confianza en que los tiempos de Dios son perfectos.
Madres que abrazan la cruz
Los testimonios son muchos, hemos vivido la pérdida de un hijo en un accidente y como su madre ha perseverado en la oración, siendo obediente y dócil al Señor y El ha sido su consuelo, nos ha dado ejemplo que en el dolor abrazas la cruz, te unes a ella, la amas y sientes el amor redentor de Cristo que nunca te abandona y te sostiene siempre.
Compromiso con las madres
También pudimos observar la sanación de los ojitos de una niña, los médicos le dijeron que perdería la vista y estuvo hospitalizada, cuando su mamá nos contó que se había sanado y que podía ver, entendimos el gran compromiso que tenemos como madres orantes.
Debemos estar unidas y siempre atentas a las necesidades de todas las madres: Aquí estamos Señor para hacer tu voluntad.