SIMPLE RUTINA
Hace años contaba uno, que hacía un viaje largo en tren, cómo había un empleado del ferrocarril que iba golpeando las ruedas de los vagones con un martillo cuando el tren se paraba en algunas estaciones. Se escuchaba el golpeteo en aquellas ruedas de acero, empezaba por un extremo hasta llegar al otro en su minucioso golpeteo: rueda por rueda.
En una de esas paradas un pasajero, al verle, se asomó a la ventanilla y gritó: “¿Desde cuándo viene haciendo eso?”. “Desde hace veinte años, señor”, contestó el empleado. “¿Y para qué lo hace?”, volvió a preguntarle el viajero. “No tengo ni idea…” (cfr. Ronald Knox, Retiro para jóvenes)
¡Absurdo! ¡Sí! Pero así fue la respuesta de aquel hombre que llevaba veinte años realizando aquel trabajo, día a día. No sé si al principio lo supo, pero lo que estaba claro es que ahora era una simple rutina sin sentido alguno.
Jesús, me acordaba de esto por la escena del Evangelio. Resulta que los fariseos te ven pasar, un sábado cualquiera (como hoy que es sábado),
“entre unos sembrados y tus discípulos arrancaban las espigas, las desgranaban con las manos y se las comían.” (Lc 6, 1))
Entonces te dicen:
«¿Por qué hacen en sábado lo que no es lícito?»
(Lc 6, 2)
“Y me dan pena, me dan lástima Jesús; como seguro te la daban a Ti. Porque estos hombres supuestamente cuidaban el sábado, pero se habían olvidado de porqué lo cuidaban.” Daban golpes en las ruedas del tren, pero no sabían porqué lo hacían.
Por cierto, lo del tren era porque cuando una rueda se ha roto o tiene una fisura suena distinto. Entonces con el sonido el empleado se debería de dar cuenta y puede pedir que se cambie aquella pieza y así no poner en riesgo a los pasajeros.
SABBATH
Pero ¿y lo del sábado?
Sábado viene de sabbath (descanso). Era un día dedicado al descanso y al culto. Un día reservado a Dios. Mostraba un abandono en Yahvé, por parte del pueblo judío. Por eso se paraba todo. Como una muestra física, palpable, de abandono en Él: “Dios proveerá”…
Un caer en la cuenta que no está todo bajo mi control. Que necesito, en todo caso, dedicarme a pensar en Dios, a dirigirme a Él. Todo esto significaba el sábado, pero los fariseos lo habían llenado de mil y un preceptos que acabaron por vaciar de contenido el sabbath.
Pues nosotros: ¡no vaciemos de sentido lo que hacemos!
Si Jesús te preguntara ¿por qué existe el fin de semana? ¿qué responderías? Tal vez alguno diría: “para descansar…” En parte tendría razón, pero en buena parte no la tendría.
Vivimos, gracias a Dios, en una cultura judeo-cristiana y al sábado le hemos añadido el domingo. Así hemos creado el fin de semana. Pero las cosas no nacen sin sentido. Tampoco se hacen sin sentido. Y Jesús te pregunta por el sentido de las cosas… ¿por qué el domingo? ¿de qué sirve el domingo?
LA EUCARISTÍA
Te comparto el relato de unos mártires.
Corría el año 304 y el emperador romano prohibió el culto de los cristianos. Pues resulta que “en Abitene, pequeña localidad en lo que hoy es Túnez, en un domingo se sorprendió a 49 cristianos que, reunidos en la casa de Octavio Félix, celebraban la Eucaristía, desafiando las prohibiciones imperiales.
Arrestados, fueron llevados a Cartago para ser interrogados por el procónsul Anulino. En particular, fue significativa la respuesta que ofreció Emérito [uno de los cristianos detenidos] al procónsul, tras preguntarle por qué habían violado la orden del emperador. Le dijo: -«Sine dominico non possumus, sin reunirnos en asamblea el domingo para celebrar la Eucaristía no podemos vivir. Nos faltarían las fuerzas para afrontar las dificultades cotidianas y no sucumbir».”
¡Vaya respuesta!
Allí tienes la respuesta de porqué el domingo. Porque necesitamos, no podemos vivir, sin reunirnos a celebrar la Eucaristía. Y qué mejor cosa que tener todo el día libre para poder ir a la Santa Misa con calma. Sin eso nos faltan fuerzas para afrontar las dificultades de todos los días sin sucumbir…
No es cuestión de si es precepto, si es obligación, si “hay que ir”…
Estos cristianos estaban “obligados” a no ir por disposición del emperador, pero se sentían “obligados” a ir. No porque alguien los obligara, si no que eran conscientes que lo necesitaban. ¿Y tú?, ¿y yo?
Es más, otro de aquellos detenidos, llamado Félix, le dice al procónsul:
“¡Un cristiano no puede existir sin celebrar los misterios del Señor y los misterios del Señor no se celebran sin la presencia de los cristianos! El cristiano vive de la celebración de la liturgia… Sábete que cuando oigas el nombre “cristiano” es uno que se reúne con otros hermanos ante el Señor, y cuando oigas hablar de “reuniones”, reconoce en ellas el nombre de “cristiano”.” (Benedicto XVI, Homilía en Clausura del Congreso Eucarístico Nacional Italiano de Bari).
SER CRISTIANO
¿Será que a mí se me reconoce como cristiano por mi manera de vivir el domingo, por el cuidado delicado de la Misa?
Excusas puede haber miles. A veces hay gente a la que le da pena ir con niños muy pequeños para no distraer a los demás. Todos hemos escuchado a un niño llorar en Misa cuando el sacerdote está predicando la homilía.
Un buen sacerdote contaba de su propia experiencia cómo en una ocasión como esa dijo:
“Habemos dos de nosotros predicando al mismo tiempo en esta iglesia y no sé quién de nosotros está dando el mejor sermón. Cuando un bebé llora en la iglesia dice dos cosas: Primero, que hay bebés en la familia y segundo, que la mamá ha venido a Misa con su bebé. En su conjunto creo que el bebé está predicando el mejor sermón y le dejaré continuar a él” (Father Conroy, A Mill Town Pastor).
¡Genial! ¡No pasa nada! ¡Estas cosas resultan hasta aleccionadoras! No son excusas, son lecciones.
“Padre, ¿qué pasa si no voy a Misa porque resultaba que estaba en esto o aquello, o es que había mucho tráfico, o es que hubo un imprevisto…?”
Yo a veces pienso ¿cómo que qué pasa…?
Digo, cada caso es cada caso. Pero ¡que no sea el mundo al revés!
EL DÍA DEL SEÑOR
Resulta que domingo viene de dominico, de Domine, que significa Señor. Es “el día del Señor”. Ese día existe para que podamos dedicarlo a Él.
Triste sería que vaciemos de contenido el domingo y entonces “si se puede, y solo si se puede”, vamos a Misa… Estaríamos dando golpes a las ruedas del tren cada fin de semana sin saber por qué lo hacemos… Piénsalo, lo necesitamos.
“Uno de los personajes más curiosos de la historia de España es esa religiosa viajera gracias a la cual conocemos muchas de las costumbres de los cristianos de Tierra Santa del siglo IV. Egeria se llama o así le dicen. Egeria visitó los santos lugares de Jerusalén, y escribió un libro en el que describe cómo celebraban el domingo.
Comenzaban el día anterior con una Vigilia de oración, en la que tomaba parte todo el pueblo. Durante la noche se recogían en un clima de oración, y al amanecer iban a la Misa: los no bautizados, hasta la presentación de los dones, el resto, hasta el final.
Antes del alba, la multitud se reunía en el lugar donde fue enterrado y resucitó Jesús, para no llegar tarde. Apenas oían al gallo anunciar el nuevo día, se cantaban tres salmos y se hacía oración. Era proclamado el evangelio de la resurrección del Señor. La emoción de las gentes al recordar tal prodigio producía lágrimas en no pocos. Todo duraba hasta las once o doce de la mañana. Muchos peregrinos y visitantes de corazón duro se convertían al contemplar la piedad de los cristianos” (Fulgencio Espa, Septiembre 2015, con Él).
Señor que no seamos nosotros, los cristianos del siglo XXI, los que bajemos el listón, los que agüemos la práctica de la fe. Que no nos olvidemos que el domingo es un día de especial encuentro contigo: el día de la Resurrección, el día del camino de Emaús, el día de la confesión de Tomás “Señor mío y Dios mío”, el día de Pentecostés, el día en que nace el Sol de lo alto. Ese Sol eres Tú, Señor.
“Cuando te paras frente al sol te bronceas…, pero cuando te paras ante Jesús Eucaristía, te conviertes en santo, decía Carlo Acutis”
(Carlo Acutis. Estaré siempre contigo, Silvia Martínez-Markus)
Dícelo: Madre mía, yo quiero ser santo.