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P. Manuel

5 min

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VAYAN POR TODO EL MUNDO

Jesús nos envía a todo el mundo a anunciar, con nuestra palabra y con nuestra vida, la buena noticia de la Fe.

Hoy celebramos al evangelista san Marcos que tuvo una historia de la cual algunos hechos nos narra las Sagradas Escrituras, dice los Hechos de los Apóstoles que san Marcos fue el compañero de Pablo y Bernabé en su primer viaje apostólico.

Pero Marcos se volvió y se volvió, al parecer, porque le dio miedo o por alguna otra razón, pero no fue una razón buena para Pablo.  De hecho, en su segundo viaje apostólico es razón suficiente para no llevarlo.

Bernabé, en cambio, sí que lo quería llevar y por eso al final se dividen y se van para lugares distintos.

Marcos después aparece como el fiel discípulo de Pedro en Roma y, al parecer, su evangelio es la transcripción de la predicación de san Pedro a los cristianos de Roma.

Hoy celebramos a un evangelista, alguien que dedicó toda su vida a la proclamación del evangelio y en concreto a san Marcos a la escritura del Evangelio.

Hoy le podemos pedir a Jesús: «Señor ayúdame a mí también a darme cuenta de la misión que me das, que es la misma misión para todos los cristianos: anunciar el Evangelio, no solamente a san Marcos o algunos escogidos, sino a todos.

EL MUNDO ENTERO NOS ESTÁ ESPERANDO

De hecho de eso nos habla el Evangelio de la misa de hoy, Jesús les dice a los once, después de resucitar:

“Vayan por todo el mundo, anuncien la buena noticia a toda la creación, el que crea y se bautice se salvará, el que no crea, se condenará”

(Mc 16, 15-17).

A mí muchas veces me ha llamado la atención en la primera parte de este mandato:

“Vayan por todo el mundo, anuncien la buena noticia a toda la creación”

No dice el texto: a todos los hombres, dice a toda la creación, como incluyendo a los animales, las plantas, las montañas; de alguna manera como uno se imagina un grito incluso en el desierto.

creación

Y pienso que tiene mucho contenido esta expresión: “A toda la creación”, hay que anunciar el Evangelio incluso a los seres inanimados.

Me acordaba de otro autor, de san Pablo, que en la Carta de los Romanos dice lo siguiente:

“En efecto, la espera ansiosa de la creación anhela la manifestación de los hijos de Dios, porque la creación se ve sujeta a la vanidad no por su voluntad, sino por quien la sometió, con la esperanza de que también la misma creación será liberada de la esclavitud de la corrupción para participar de la libertad gloriosa de los hijos de Dios”

(Rom 8, 19-21).

Pues de alguna manera, también la creación inanimada tiene que recibir un cierto anuncio del Evangelio.  No se trata de empezar ahora hablar con las plantas o con los árboles, pero se trata de darnos cuenta de que el mundo entero nos está esperando.

De que el mundo entero está esperando que nos comportemos como hijos de Dios, que anunciemos el Evangelio con nuestra vida, con nuestras acciones, con nuestras obras; que seamos realmente cristianos.

TRANSFIGURACIÓN

Se dice que la creación entera se va a transformar cuando se transforme la humanidad entera.  Así como el hombre fue creado según el Génesis, como ese punto intermedio entre Dios y todo el resto de la creación, así también, ya que el hombre pecó y por lo tanto introdujo corrupción en todo el mundo creado.

Cuando el hombre se convierta, entonces hará que todo el mundo creado vuelva a su orden.

De hecho se dice y así lo sostiene la Iglesia, que al final de los tiempos, cuando se consume la historia, es decir, la humanidad se ordene totalmente a Dios, también el mundo entero va a ser transfigurado.

Esto no significa que vaya a suceder lo que en esas películas así llamadas apocalípticas, que llega un meteorito y lo destruye todo.  No, la Iglesia nunca ha sostenido que el mundo va a ser totalmente destruido, pero sí que va a ser transfigurado, que va a haber una renovación en todo el universo.

No sabemos cómo va a ser.  Por supuesto, en la Escritura las expresiones que se usan son del género literario apocalíptico, que hablan de que los cielos se van a conmover, de que las estrellas caerán, etcétera.

Pero no hay por qué interpretarlo necesariamente de manera literal o más bien al contrario, porque las estrellas no pueden caer sobre la tierra, porque las estrellas son mucho más grandes que la tierra, con lo cual evidentemente eso ya nos indica que es un estilo literario de figuras retóricas.

EL QUE CREA Y SE BAUTICE SE SALVARÁ

mundo

De todas maneras, lo que está claro es que la creación nos espera, es que la tierra está también de parte de los cristianos.

En ese sentido o desde esa perspectiva, creo que podemos también interpretar la segunda parte de esta frase: el Señor dice después del mandato de ir por todo el mundo a anunciar la buena noticia a toda la creación,

“el que crea y se bautice se salvará; el que no crea, se condenará”.

Quizás nos pueden parecer palabras duras y sin embargo, no lo son.

Porque en el fondo Jesús está apelando a la conciencia de cada uno, cuando de verdad anunciamos el Evangelio, el verdadero Evangelio y no una religión afeada podríamos decir, por una conducta nuestra incoherente.

Cuando anunciamos el verdadero Evangelio, entonces eso es un reclamo a la conciencia de los hombres.

Y los hombres se dan cuenta de que en ese anuncio está la verdad y por lo tanto no es que alguien no crea y se condene, porque simplemente podríamos decir que no aceptó lo que les decíamos, sino porque él, contra su propia conciencia, está yendo y por lo tanto, él mismo se está condenando.

TENER FE Y CONFIANZA CUANDO HABLAMOS DE DIOS

En ese sentido la conciencia de los hombres siempre está de parte de nuestra, de parte de los cristianos.

Porque tenemos la verdad, porque damos la verdad y por eso tenemos que tener siempre mucha fe, mucha confianza cuando hablamos de Dios, en que eso que estamos diciendo si lo decimos bien, de nuestra parte, llega siempre a la conciencia del que nos escucha, aunque por fuera nos diga que no lo comparte con nosotros, que no es nuestro mismo parecer.

Cuando somos verdaderos anunciadores del Evangelio siempre esa palabra cae en esa alma, en ese espíritu y siempre es como una semilla que puede dar fruto.

Por eso, pensando en todo esto, podemos dirigir nuestra oración a Jesús y por una parte darle gracias.

Jesús, gracias por haberme dado también esta misión a mí de evangelizador, porque también a mí me dices que vaya por todo el mundo.  Y, en mi caso, será el mundo donde tú me pusiste; es decir, mi familia, mis amigos, mi trabajo, mis estudios y que anuncie el Evangelio también con mi vida, con mi actuación.

 Te doy gracias porque mi mismo ser, cristiano, si quiero ser fiel a Ti, será el mejor modo de transmitir la fe.

 Pero también te pido que me ayudes y que me des la fuerza de ser evangelizador, para poder llevar esta fe, este Evangelio, esta buena noticia a todo el mundo, incluso a los seres inanimados que esperan esa plena manifestación de los hijos de Dios.


Citas Utilizadas

1 Pedro 5, 5-14

Sal 88

Mc 16, 15-20

Rom 8, 19-21

Reflexiones

Señor aumentame la Fe, quiero con mi vida y mi palabra llevar la Buena Noticia a todo el mundo.

Predicado por:

P. Manuel

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