“Cuando Jesús llegó a la orilla a la región de los gadarenos, fueron a su encuentro dos endemoniados que salían de los sepulcros, eran tan feroces que nadie podía pasar por ese camino”.
Comienza así el Evangelio que la Iglesia nos propone la liturgia de hoy. Es una historia que tiene como paralelos en otros pasajes de la Escritura. Es súper fuerte cuando el Señor se encuentra directamente con el demonio.
Fíjate: “Comienzan a gritar: “¿Qué quieres de nosotros Hijo de Dios? ¿Has venido aquí para atormentarnos antes de tiempo?”
A cierta distancia había una gran piara de cerdos y los demoniados suplicaron a Jesús: “Si vas a expulsarnos, envíanos a esa piara”.
Jesús les dijo: “Vayan”. Y ellos salieron y entraron en los cerdos. Estos se precipitaron al mar desde lo alto del acantilado y se ahogaron.
Los cuidadores huyeron y fueron a la ciudad para llevar la noticia de lo que había sucedido con los endemoniados y toda la ciudad salió al encuentro de Jesús”.
Nos imaginamos este momento: Todos en la ciudad acaban de escuchar que ese grave peligro que rondaba cerca de su ciudad había terminado.
SACAN A JESÚS DE SU TERRITORIO
Que esos dos hombres que estaban furiosos y que nadie podía pasar por el camino por donde ellos estaban, habían sido reducidos; había terminado ese terrible tormento.
Sin embargo, cuando salen, encuentran a todos los cerdos ahogados. (Seguramente ese pueblo vivía también de eso.)
Como sabemos, los judíos piensan que el cerdo es un animal impuro y entonces esto es un pueblo pagano. Los cerdos dan claramente luces de que, si ellos vivían de eso, no eran propiamente judíos.
“Cuando salen y ven a los cerdos ahogados, la ciudad sale al encuentro de Jesús y al verlo le rogaron que se fuera de su territorio”
(Mt 8, 28-34).
¡Ay, Dios mío! Que se fuera de su territorio…
Esta historia de los dos endemoniados en que encuentran a Jesús, se quedan ellos salvos, pero los habitantes de la ciudad le ruegan que se vaya del territorio.
Esta actitud de rechazo y petición de alejamiento de Dios por parte de la gente nos invita a reflexionar sobre la realidad actual en la que también vemos cómo el mundo muchas veces huye de Dios.
DEUS CARITAS EST
Benedicto XVI nos hablaba de esta realidad en su encíclica: Deus Caritas est, donde afirma que el mundo moderno tiende a excluir a Dios de su horizonte, relegándolo a la esfera privada de la religión.
En un contexto en el que se privilegia la autonomía del hombre y se buscan soluciones puramente humanas para los problemas. Es fácil caer en la tentación de prescindir de Dios en nuestras vidas y en la sociedad.
“Señor Jesús, hoy que estamos haciendo este rato de oración, te pedimos que nos ayudes a tener clara nuestra fe, que contemos contigo siempre, que tengamos confianza en la Providencia Divina”.
La Providencia Divina que es el gobierno y cuidado que ejerce Dios sobre sus criaturas guiándolas hacia su propio fin, que es estar con Dios.
Si excluimos a Dios de nuestra vida, nos vamos a encontrar con unos problemas mucho más serios como se encontraron estos gadarenos, que habían pedido que se vaya Dios de sus vidas, porque parecía que les complicaba más.
Somos conscientes que hemos encontrado muchos países, muchas personas, muchas instituciones que han decidido lo mismo: sacar a Dios porque les puede sacar o les puede complicar la vida. Que no les gusta sus medios, sus formas…
Así hemos sacado a Dios de las escuelas, de los actos públicos y, muchas veces, de las familias que, por no querer lastimar o incomodar a otras personas, no rezan de forma pública o se abstienen a relegar a la religión y al trato con Dios, a la sacristía o solo a la religión -como dice Benedicto XVI.
VOLVER A VER A LOS SANTOS
Por eso es importante volver a ver a los santos, porque los santos han sido verdaderos testigos de la presencia de Dios en medio del mundo.
Ellos han llevado a Dios a todas las esferas de la vida y han mostrado que es posible vivir una vida íntima de unión con Dios en medio de las realidades cotidianas.
Yo creo que en esto también, un ejemplo destacado es el de san Josemaría, quien nos enseñó que la llamada a la santidad en la vida ordinaria es posible.
Que tenemos que buscar a Dios en el trabajo, en medio del trabajo, en medio de la familia, en medio de todas las actividades diarias convirtiendo nuestra vida en una ofrenda a Dios.
Es importante también acordarnos que el demonio, muchas veces, se opondrá frente a estos esfuerzos nuestros, pero aquí no hay que tener miedo o pensar que estamos sin posibles aliados, porque Dios es muchísimo más poderoso que el demonio y si estamos cerca de Él, entonces las cosas cambiarán.
GABRIEL AMORTH
El sacerdote italiano Gabriel Amorth, que fue exorcista del Vaticano durante mucho tiempo, nos decía que puede influir el demonio en una sociedad y también en personas concretas.
“El demonio busca la perdición de las almas y utiliza diversas estrategias para lograrlo, como la tentación al pecado, la división, el engaño, la confusión.
Puede influir en las personas a través de pensamientos negativos, tentaciones, adicciones y trastornos espirituales.
Sin embargo, es fundamental recordar que el demonio no tiene poder sobre aquellos que tienen una profunda relación con Dios y viven en gracia”.
Es importante, aunque el demonio pueda parecer poderoso.
De hecho, Gabriel Amorth contaba que cuando fue a hacer uno de sus primeros exorcismos, una mujer que había sido previamente diagnosticada con trastornos psicológicos y había recibido tratamientos médicos sin éxito, desesperada decidió acudir a él en busca de ayuda espiritual.
Él se dio cuenta de que estaba poseída, entonces, le hace un exorcismo. Y durante el exorcismo el demonio, que poseía a la mujer, se manifestó y le habló a través de ella revelando información íntima y detallada de la misma vida del padre Amorth.
Aunque nunca había tenido contacto previo con ella, el demonio mencionó detalles específicos sobre la vida del sacerdote incluyendo momentos de su infancia y aspectos privados de su vida personal.
Esta experiencia impactó profundamente en Amorth y le confirmó la realidad y la astucia del enemigo espiritual con el que se enfrentaba.
DIOS ES MÁS PODEROSO
Yo creo que esta anécdota, que tal vez pueda ser un poco terrible, también tiene esa otra visión: siempre logró triunfar en todos esos exorcismos, porque tenía esa convicción profunda de que Dios es más poderoso.
Si tú y yo tenemos esa misma convicción, por más que estemos en medio de problemas súper graves que parece que intentan imponernos ideologías que tienen muchísima fuerza y que intentan sacar a Dios de todas partes o hacer coas que son anticristianas o antinaturales incluso.
Podemos pensar que Dios ahí no tiene fuerza… ¡No, para nada! Por más que el demonio parezca poderosísimo, nosotros estamos siempre junto a Él y juntos al Señor tendremos esa fuerza que Él nos da para vencer las dificultades y tentaciones.
Por eso también nos ha dejado Jesús a su Madre, la Virgen María, nuestra Madre y protectora quien nos cuida y nos protege de todo mal. Ella es nuestra intercesora ante Dios y nos muestra el camino hacia su Hijo Jesús.
Encomendémonos a su amor, refugiémonos en su manto maternal para encontrar consuelo y fortaleza, siempre en nuestra lucha espiritual. Ella que sabe cómo pisar la cabeza del demonio, la cabeza de la serpiente.
“Ella es la que ha pisado con su talón la cabeza de la serpiente infernal”
(Gn 3, 15).
Que sepamos siempre acudir a ella para pedirle que nos ayude a no caer nunca en estas tentaciones ni dejarnos llevar por estas corrientes que nos alejan de Dios.
Que queramos encontrar siempre la voluntad de Dios en nuestras vidas y que seamos conscientes de que la fuerza que nos viene de la gracia es suficiente para vencer cualquier tentación y para expulsar al demonio de nuestras vidas o de la sociedad.
Madre mía, pongo estas intenciones en tus manos para que siempre acudamos a ti en los momentos de más necesidad.