Mucho se habla ahora de ángeles y arcángeles, como si fueran unos seres caprichosos que cumplen nuestros deseos, cual genios de lámpara mágica, solo si cumplimos con ciertas “actividades”. Es que, se ha vuelto tan común recibir mensajes en grupos de WhatsApp, reenviados por alguna tía abuela, en los que te piden que hagas una oración especial a los arcángeles y reenvíes el mensaje para recibir bendiciones y buena suerte…
¡Estas acciones no son parte de las enseñanzas de la Iglesia! Y es que, reenviar un mensaje por una mensajería digital jamás traerá bendiciones particulares..
Por esto, debemos profundizar en nuestro conocimiento de los santos arcángeles, no solo para no equivocarnos cuando recibimos estos mensajes en cadena, sino también para aprender a orar con ellos, y así pedir su intercesión en nuestras vidas de forma adecuada.
Ángeles y arcángeles
San Agustín definía a los ángeles como espíritu por naturaleza pero ángeles por oficio. Es decir, son espíritus de Dios que al cumplir con sus misiones encomendadas se convierten en los santos ángeles de Dios.
Según nos explica el Evangelio, los ángeles y también los arcángeles le pertenecen a Cristo (cfr. Mt 25, 31), son fieles siervos, que estuvieron con Jesús en su infancia, lo sirvieron en el desierto, lo consolaron durante su agonía. Además, cuidan a cada vida humana e interceden por ellas, desde la concepción hasta la muerte.
Pero, y ¿qué son los arcángeles? Y ¿cómo se diferencian de los ángeles? Los arcángeles, de acuerdo con san Gregorio Magno, son ángeles con una misión especial, como el de anunciar noticias importantes o el de luchar contra el maligno. Por San Rafael, en el Antiguo Testamento, sabemos que hay siete arcángeles, pero conocemos solo los nombres de tres: Miguel, Gabriel y Rafael.
San Miguel El que es como Dios
El nombre del arcángel Miguel significa ¿quién como Dios?, y recordemos que Jesús nos dice que debemos tratar de ser perfectos como Dios quien es perfecto (Mt 5, 48). Por lo que, debemos buscar encomendarnos a San Miguel para ser como Dios, sobre todo, en tiempos difíciles, cuando tenemos tribulaciones o pruebas de fe, porque es allí cuando debemos tratar de ser como Dios, aunque muchas veces sintamos que es imposible.
Y pienso en cómo durante situaciones estresantes, podemos caer en la tentación de hablar mal de otros, faltarles el respeto, y hasta insultarlos. Entonces recuerdo cómo actúa San Miguel, sabemos de acuerdo con san Judas que “cuando el arcángel Miguel se disputaba con el diablo el cuerpo de Moisés, no se atrevió a condenarlo con insultos, sino que le dijo: El Señor te reprima” (cfr. Jueces 9).
El ángel de la paz
Imaginemos que San Miguel, en la misma lucha celestial, no se atreve a condenar al peor de todos, no se rebaja a su nivel, sino que le deja la reprimenda solamente a Dios.
Pidámosle entonces al arcángel San Miguel que nos inspire esa paz en momentos de lucha. Que nos dé la fuerza para representar a Dios con nuestras palabras y acciones, sin dejar que nos envuelva la rabia, la violencia, o la venganza.
Es San Miguel quien deja a Dios la última palabra en la gran lucha por las almas, por lo que a nosotros, en nuestras pequeñas luchas diarias, no nos corresponde algo distinto, debemos dejar las consecuencias en las manos de Dios.
San Gabriel El mensajero
La mayoría de los cristianos conocemos a San Gabriel como partícipe de la Anunciación, es el ángel que entra donde estaba la Virgen y le dice: “Alégrate, llena de gracia, el Señor está contigo” (Lc 1, 28), …”concebirás un hijo, a quien llamarás Jesús. Será grande, llevará el título de Hijo del Altísimo; el Señor Dios le dará el trono de David, su padre, para que reine sobre la casa de Jacob por siempre y su reino no tenga fin” (Lc 1, 31-33).
Pero San Gabriel se aparece primero a Daniel (Dan 8, 16; 9, 21-27), en el Antiguo Testamento, y también a Zacarías (Lc 1, 11-20). Cuando se aparece, siempre busca calmar los corazones, y les pide que no teman porque trae un mensaje importante, de Dios.
Es entonces San Gabriel el gran mensajero de Dios, quien da el mensaje más crucial de la historia de la humanidad, es él quien avisa que el Verbo se encarnará en la Virgen y será hombre. Por eso, es a San Gabriel a quien debemos encomendarnos siempre que vayamos a comunicar algo importante. ¿Cuántas veces nos hemos equivocado en la manera de decir las cosas? ¿Cuán difícil es encontrar la manera de decir algo importante con cariño y sin herir los sentimientos de otros?
La fortaleza de Dios
Hay veces en nuestras vidas en las que somos testigos de algo que no está bien, o nos enteramos de una noticia difícil de contar, sobre alguien cercano, y nos quedamos ante la duda de si decir algo, o mejor callar. En estas encrucijadas éticas y emocionales, cuando no sabemos qué hacer, debemos encomendarnos al gran comunicador, San Gabriel, y orar mucho.
En oración, en un pequeño rincón de nuestros hogares, y en silencio, le podemos entregar a Dios nuestra duda. Y si después de hacer esto, decidimos decir algo, contamos con San Gabriel, quien puede interceder por nosotros, para que sea el mismo Dios quien ponga las palabras en nuestras bocas… porque ¡qué difícil es encontrar las palabras adecuadas!
Y tenemos susto de decirlo mal, o de que pueda malinterpretarse nuestra intención. Darlo todo a Dios, porque “si Dios está de nuestra parte, ¿quién estará en contra?” (Rom 8, 31); y al mismo tiempo, pedir la gran intercesión de San Gabriel, puede hacer de un momento complicado, un momento de comunión con Dios.
San Rafael La voluntad de Dios
San Rafael aparece en el Antiguo Testamento, en el libro de Tobías, como un extraño que busca trabajo, se hace llamar Azarías, y hace una gran variedad de cosas por Tobías y su familia: guía a Tobías por caminos desconocidos, cobra un dinero que le debían, cura la ceguera de su padre, lo ayuda a casarse con Sara, a quien libera de un demonio que la atormentaba asesinando a sus maridos. Por esto último, se lo reconoce para juntar los matrimonios,
San Rafael es un arcángel enviado por Dios, para hacer Su voluntad, por eso, encomendémonos a él diariamente, al comenzar tareas pequeñas y grandes, porque de todo hizo Rafael por amor a Dios. Entonces, pedirle que nos acompañe en nuestras labores puede aumentar nuestra conciencia de ser hijos de Dios, y las haremos con mayor amor.
Bendecir al Señor
Cuando San Rafael se presenta a Tobías y Tobit, les aclara que es uno de los siete ángeles que están al servicio de Dios y que tienen acceso al Señor de la gloria (Tob 12, 15), y además exalta para que ambos glorifiquen al Señor por los favores recibidos: Bendigan a Dios y proclamen ante todos los vivientes los beneficios que les ha hecho, para que todos canten himnos en su honor (Tob 12, 6).
Y qué bueno es en verdad, dar gracias a Dios por todas las bendiciones que ha derramado sobre nosotros, es por esto, que en nuestras oraciones debemos primero agradecer antes que pedir, porque aunque pedir no tiene nada de malo, ser agradecidos con la infinita misericordia de Dios es fundamental en la vida de todos los cristianos.
Hoy, día de los santos arcángeles
Hoy, 29 de septiembre, la Iglesia celebra a los santos arcángeles de Dios, con fe y confianza en que nos escucharán, encomendémonos de manera especial a San Miguel, San Gabriel y San Rafael, para que podamos cumplir con la misión que Dios nos ha puesto a cada uno de nosotros, con la misma humildad y convicción que tienen ellos.
Hermoso artículo, muy claro.