Reseña:
En el día de la solemnidad de la Asunción de la Santísima Virgen María, reflexionemos sobre este dogma de fe que nos da la certeza, como dice el papa Francisco, de “que en el umbral del cielo hay una madre que nos espera”.
Meditemos sobre el significado del “sí” dicho por Ella, una y otra vez a la voluntad de Dios, y que le mereció ser llevada al cielo.
Solía confundir la Asunción de la Santísima Virgen María con la Ascensión de Jesús.Pensaba que era lo mismo, ya que ambos habían subido a los cielos. Incluso haciendo este post se lo comenté a algunos amigos y no estaban claros. Se me quedaban mirando y me decían: ¿pero no es lo mismo? Y entonces tenía que explicarles que no era lo mismo, que Jesús había subido al cielo por sí mismo, pero que a María Dios la había llevado al cielo.
La Asunción de la Virgen: un dogma de fe
Por la tradición de la Iglesia desde los principios del cristianismo, tomando en cuenta los testimonios de la liturgia, y de los padres y doctores de la Iglesia, entre otros, se declaró como dogma de fe la Asunción de la Virgen María desde el 1 de noviembre de 1950 por el papa Pío XII.
Se considera un dogma de fe una verdad de la que no puede dudarse.
El catecismo de la Iglesia católica dice (974): “La Santísima Virgen María, cumplido el curso de su vida terrena, fue llevada en cuerpo y alma a la gloria del cielo, en donde ella participa ya en la gloria de la resurrección de su Hijo, anticipando la resurrección de todos los miembros de su Cuerpo…”.
Jesús ascendió a los cielos por sí mismo. María, por su parte, fue asunta al cielo con su cuerpo y con su alma por Dios mismo.
Si bien ambos son glorificados como lo seremos todos al final de los tiempos, Jesús fue exaltado a la derecha del Padre que lo coloca en un plano de igualdad a Dios. Ahora bien, María es el único ser humano, a excepción de su hijo Jesús, que está en el cielo con su cuerpo.
La esperanza que nos da la Asunción
El papa Francisco en la Solemnidad de la Asunción de María en el año 2020 dijo: “Miremos hacia arriba, el cielo está abierto; no despierta temor, ya no está distante, porque en el umbral del cielo hay una madre que nos espera”.
El tener la certeza y confiar en que María ya está en el cielo, gloriosa en cuerpo y en alma, como se nos ha prometido a aquellos que hagamos la voluntad de Dios, nos renueva la esperanza en nuestra futura inmortalidad y la felicidad perfecta en el cielo para siempre.
El catecismo nos ayuda a reafirmar esto cuando dice (966): “La Asunción de la Santísima Virgen constituye una participación singular en la resurrección de su hijo y una anticipación de la resurrección de los demás cristianos”.
Y en el numeral 969 señala que: “… con la Asunción a los cielos, no abandonó su misión salvadora, sino que continúa procurándonos con su múltiple intercesión los dones de la salvación eterna… Por eso la Santísima Virgen María es invocada en la Iglesia con los títulos de Abogada, Auxiliadora, Socorro y Mediadora”.
Y es así, saberla al lado de Dios como madre nuestra nos permite recurrir a Ella en todo momento. Nos da la esperanza de que intercederá por nosotros ante Dios, y de tener una madre que no nos abandona. Nos da la esperanza de la vida eterna junto a Ella.
María: el sí de una vida
El misterio de la Asunción de la Virgen María nos debe llevar a reflexionar en la dicha que tenemos los católicos de contar con una Madre que nos espera siempre con los brazos abiertos en el cielo.
Jesús, a la hora de su muerte en la cruz, nos la obsequió como nuestra madre. Fue el mejor regalo que pudimos recibir. Es una madre bondadosa que en su paso por la tierra solo supo hacer la voluntad de Dios.
Y precisamente este acto de entrega a Dios fue repetido una y otra vez, teniendo su culminación el día que vio morir a su hijo en la cruz, sin decir nada, callada a sus pies, sabiendo que así se cumplía la voluntad de Dios. Este Sí dicho una y otra vez le mereció que Dios la llevara en cuerpo y alma al cielo. No hay duda de esto.
Por tanto, en este día hagamos votos por aprender a decirle sí a Dios, a hacer su voluntad, a confiar en Él. Pedirle a la Virgen que interceda por nosotros si lo hemos ofendido y que nos dé otra oportunidad.
Digamos siempre como Ella: “Hágase en mí según tu palabra”.
El misterio de la Asunción de la Virgen María
Gruta de la Virgen de Lourdes en la Ciudad de Panamá (julio 2021)
El Rosario es considerado la oración perfecta, ya que en los cinco misterios condensa la historia de nuestra salvación.
Desde que empecé a rezar el Rosario con mayor constancia, los misterios de Gloria son los que más me han emocionado, pues nos introducen en el misterio de la Resurrección de Jesús, su Ascensión a los cielos y la Asunción de la Santísima Virgen María y su Coronación. Los mismos me han hecho reflexionar intensamente cada miércoles y domingo.
La guía que tengo para rezar el Rosario tiene para cada misterio una reflexión y una canción para la Virgen. Pero por mucho tiempo leía algunas reflexiones y cantaba las canciones sin entenderlas en profundidad. Como pasa con tantas otras oraciones en nuestra religión que aprendemos de pequeños, las repetimos, pero no las analizamos.
Por ejemplo, en el misterio de la Asunción de la Virgen María, la canción de cierre es esta:
Asunta es María al cielo con Dios, piadosa abogada, te pido tu amor. Ave, Ave, Ave María. Ave, Ave, Ave María.
Al inicio la cantaba, pero no entendía realmente lo que significaba ser asunta al cielo. Desde que lo sé entiendo que es un canto elevado a nuestra Madre que está en los cielos para pedirle que interceda por nosotros ante Dios.
Ella es nuestra abogada. Podemos pedirle lo que queramos y Ella sabrá si intercede o no por nosotros. Solo tenemos que confiar y reposar en su regazo de madre.
Confiar en Ella le da paz a mi alma. Ver su imagen mientras rezo el Rosario me brinda la certeza de que Ella está en el cielo.
Por otro lado, la reflexión sobre el misterio de la Coronación de la Virgen María dice así:
“Apareció en el cielo una señal grande: una mujer vestida de sol, con la luna bajo sus pies y sobre la cabeza una corona de 12 estrellas” (Apocalipsis 12,1).
Y el canto: tú eres María dulce emperatriz, del único reino que no tiene fin. Ave, Ave, Ave María. Ave, Ave, Ave María.
Yo confío en que la Virgen María es la mujer vestida de sol que nos cuida como la madre que es de todos nosotros, y que nos ayuda a alcanzar también el cielo.
El papa Francisco señala que:
“Cada vez que tomamos el Rosario en nuestras manos y le rezamos, damos un paso adelante, hacia la meta de la vida”.
“Que la Santa Virgen, puerta al cielo, nos ayude a mirar cada día con confianza y alegría allá, donde está nuestra verdadera casa”.
Gracias Tere, querida hermana, me llena de alegria compartir contigo nuestra fe, muy buen articulo. ¡¡¡Santa Maria Esperanza Nuestra Esclava del Señor ruega por nosotros, por nuestra familia!!!!
Hermoso!!que buena explicación!gracias Tere!