Hay almas que no necesitan decir una palabra. La Presencia de Dios está en la serenidad de su mirada. Está en la mansedumbre de sus gestos. Una de estas almas fue santa Josefina Bakhita, la primera santa africana, canonizada por san Juan Pablo II el 1 de octubre del año 2000 junto a san Josmaría Escrivá de Balaguer en Roma, Italia.
De piel oscura e indígena
Hasta hoy nadie sabe con certeza, la fecha de su nacimiento, se dice que fue en torno al año 1869 en Darfur, Sudán, continente Africano. Pertenecía a la tribu Nubia, un grupo etnolingüístico de africanos indígenas de la actual Sudán y el sur de Egipto, que se originan a partir de los primeros habitantes de la zona central del Valle del Nilo.
Confieso que de esta santa, solo conocía su nombre. Poco llamaba mi atención. Tan humilde, tan pequeña, tan prudente ella.
Hoy después de haber investigado, leído y hasta visto una película sobre su vida, concluyo que es un espejo para vivir heroicamente. De una forma en la que esta generación de la pandemia parecería tener amnesia en torno al arte de vivir. Pues resulta que
Bakhita es maestra del alma, maestra del silencio, maestra para el sufrimiento, maestra de la prudencia y maestra del perdón de los enemigos. Es el epítome de las bienaventuranzas.
Tráfico de menores 2022 y esclavitud
Este ya existía en los tiempos de la santa. A los nueve años fue secuestrada y vendida como esclava hasta seis veces. Finalmente quedó al servicio de la madre y la mujer de un general.
En esta casa cada día era azotada hasta sangrar. En su cuerpo se llegaron a contar 144 cicatrices. Cicatrices que ahora derraman gracias de gracias desde el cielo. Escribo y me conmuevo; escribo y me quedo paralizada; escribo y pienso en mi propia vida con Cristo.
Leer su vida, conocerla a ella, observar su personalidad, es como ponerse frente a un espejo clarísimo, pero en el que no necesariamente todavía puedes verte reflejada. Escribir sobre ella está siendo bueno para mi alma. ¿Cuánto sé amar a la manera de Jesús, el Cristo? ¿Cuánto soy capaz de perdonar? ¿Qué tan cómoda, cómodo me siento obedeciendo? ¿cuánto protesto?
Alma heroica y muy amada por Benedicto XVI
El Santo Padre escribe de ella en su encíclica ‘In Spe Salvi” : “Pienso en la africana Josefina Bakhita, canonizada por el Papa Juan Pablo II.
Después de los aterradores «maestros» que la habían poseído hasta ese momento, Bakhita llegó a conocer un tipo totalmente diferente de «maestro”. Hasta ese momento solo había conocido amos que la despreciaban y maltrataban o, en el mejor de los casos, la consideraban una esclava útil.
Ahora, sin embargo, oyó que hay un “patrón” sobre todos los señores. Señor de señores y que este Señor es bueno, bondad en persona. Llegó a saber que este Señor incluso la conocía, que Él la había creado, que realmente la amaba.
Ella también fue amada, y nada menos que por el supremo «Patrón», ante quien todos los demás maestros no son más que humildes servidores.
Era conocida, amada y esperada. Es más, este maestro había aceptado él mismo el destino de ser azotado y ahora la esperaba “a la diestra del Padre”. Ahora tenía “esperanza”, ya no solo la modesta esperanza de encontrar amos menos crueles, sino la gran esperanza: “Soy definitivamente amada y pase lo que pase soy esperada por este Amor. Y entonces mi vida es buena”.
Hija de Dios
Ella entendió lo que Pablo quiso decir cuando les recordó a los efesios que anteriormente estaban sin esperanza y sin Dios en el mundo, sin esperanza porque estaban sin Dios.
En la película que lleva su nombre, me impresionó muchísimo la escena que explica esto que Pablo recordaba: su patrón en ese momento, llega a la Iglesia donde se encontraba refugiada. Extrañaba a Aurora, la niña que cuidaba y a la que amaba. La única con la que había compartido su vida.
Sin embargo, en esa Iglesia, ella ya había tenido la experiencia de Dios: – ¿este es el hijo de Dios? – pregunta al sacerdote… -¿un esclavo? – … en mi país los esclavos son crucificados…el sacerdote maravillado le dice que era la primera vez que sentía que alguien en verdad le estaba comprendiendo. Comprendía. Aceptaba. Abrazaba y alcanzaba la iluminación. Había comprendido, mirado, que valía, que era libre, que podía elegir.
Y eligió ser una voz
Cuando estaba a punto de ser llevada de regreso a Sudán, Bakhita se negó; no deseaba ser separada nuevamente de su “Patrón”.
El 9 de enero de 1890 fue bautizada y confirmada y recibió la Primera Comunión de manos del Patriarca de Venecia en Italia. El 8 de diciembre de 1896, en Verona,Italia, hizo sus votos en la Congregación de las Hermanas Canossianas como Josefina Margarita Afortunada y desde entonces, además de su trabajo en la sacristía y en la portería del convento, realizó varios viajes por Italia para promover las misiones: la liberación que había recibido a través de su encuentro con el Dios de Jesucristo, sentía que debía extenderla, debía transmitirla a los demás, al mayor número posible de personas.
La esperanza nacida en ella que la había “redimido” no la podía guardar para sí misma; esta esperanza tenía que llegar a muchos, llegar a todos”. Bakhita hoy es la Patrona de los oprimidos, de todos los que se consideran nada a los ojos del mundo. De todos los que no tienen autoestima o en la palabra de moda, amor propio.
Hay personas, que no soportan el peso del dolor cuando llega a la vida. Se enojan, se vuelven sanguinarios, cierran el corazón. Por eso hoy más que nunca el mundo y yo, necesitamos a Bakhita, para que el corazón de la humanidad pueda abrirse a Dios, a Cristo. No a la magia, a las afirmaciones, al universo. Abrirse a Jesús, verdadero Dios y verdadero hombre. El Cristo.
Arréglate cada mañana con ella frente al espejo y busca el reflejo de:
- Su amor a la Santísima Madre: “María me protegió incluso antes de que yo la conociera”.
- Su prudencia.
- Su sentido de la justicia.
- Su templanza : “Cuando la gente escucha mi historia, siguen diciendo: “Pobrecita, pobrecita”. No soy una «pobrecita». Pertenezco al Maestro, vivo en Su casa. Son aquellos que no son del todo del Señor los que son “pobres”.
- Su abandono al guión de su vida , “he dado todo a mi Señor, Él cuidará de mí”.
- Su forma de vivir el perdón: “Si me encontrara con los traficantes de esclavos que me secuestraron e incluso con los que me torturaron, me arrodillaría y les besaría las manos, porque si eso no fuera así, hoy no sería cristiana ni religiosa”…
Una de las escenas que más me sacudió de la película fue el momento en que las mujeres del servicio de la casa en la que era esclava , besaban el crucifijo y rezaban… ella pregunta: ¿quién es Dios? … le responden con dureza; no hay caridad en la respuesta. Personalmente, siento tristeza en mi corazón y me pregunto, ¿cuándo he actuado yo así con alguien?
Josefina Bakhita en su biografía lo dice muy bien : ¡qué Gracia es conocer a Dios!.
Oración a santa Bakhita
Quiero ver tu rostro cuando mire el mío en el espejo.
Que me sienta Bakhita (afortunada).
Que tu inocencia de niña eterna, me inspire a recuperar la inocencia y como tú diga: “viendo el sol, la luna y las estrellas, me decía a mí misma: ¿quién será el patrón de esas cosas tan bellas? Y sentía enormes ganas de verlo, conocerlo y honrarlo”.
Que como tú pueda decirme frente al espejo: “yo soy definitivamente amada, suceda lo que suceda. Este gran Amor me espera. Por eso mi vida es hermosa”.
Que tu solidez de adentro,sa que solo puede construir el sufrimiento, me alerte en los momentos en que yo sufra.
Muéstrame tu sentido del humor.
Que ya no mire un yo.
Que pueda “mirar” como lo hiciste tú.
Que pueda reírme de mí.
Santa Bakhita, hermana , la más dulce y sencilla de las mujeres, ruega a María y a Jesús por mí.
Amén.