¿Sabes honrar al Papa?
En la festividad de la Cátedra de san Pedro, reflexionemos sobre el Primado instituido por nuestro Señor cuando dijo: “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia. Y las puertas del infierno no prevalecerán sobre ella”.
Apasionado, alegre, laborioso, de un corazón generoso, torpe, atolondrado, en algunos momentos insensato y en otros simplemente un traidor…( o sea, con luces y sombras como tú y yo)
Jesús lo nombra explícitamente el fundamento de su Iglesia. Le dan igual sus méritos o deméritos, porque reconoce en él un corazón obediente y recto. Dos virtudes imprescindibles para la labor encomendada (ya un santo decía que cuando Dios pide algo entrega también lo necesario) .
¿Habrá entendido este sencillo pescador de Galilea que su misión en la Tierra sería conducir al naciente pueblo de Dios, la Iglesia, al Cielo con todos los contratiempos de su tiempo?
La respuesta es sí, lo hizo. Y en consecuencia actuó, entregando hasta su último aliento, muriendo en Cruz -no lo olvidemos-, esparciendo el mensaje de Cristo con una fidelidad heroica. Fidelidad que hemos visto repetida en quienes han ocupado el trono de san Pedro.
La Cátedra de san Pedro
La Cátedra de Pedro, nos recuerda que debemos honrar la autoridad de todos los “san Pedros” de la historia de la Iglesia, porque el mismo Cristo lo ha deseado así. “Cátedra” – que significa trono- es una expresión simbólica de la grandeza espiritual de la misión de cada Papa.
El mismo Dios ha querido que uno de los nuestros nos indique el camino bajando la Sagrada Escritura y la revelación a las “cuestiones” de cada tiempo.
Ante las herejías, han llamado a Concilios, ante las dudas de fe sacan dogmas, si las realidades del mundo se tuercen escriben Encíclicas donde nos explican el hacer de un buen cristiano según las circunstancias.
No puede dejar de conmovernos por ejemplo que ante la deshumanización de las condiciones laborales traídas por la revolución industrial el “san Pedro” del momento León XIII, escribiera la encíclica “Rerum Novarum”, donde escribía sobre el deber de cada cristiano para con sus empleados.
Juan Pablo II, Bendedicto XVI y el Papa Francisco son el mismo Pedro y Jesús les vuelve a decir “Tú eres Pedro y sobre esta piedra edificaré mi Iglesia”. ¿Con qué fidelidad secundas esta intención de Cristo? ¿Los respetas, los escuchas…los defiendes?
¿Sostienes y resguardas a nuestro “Pedro”?
Todos nos sabemos miembros de un mundo globalizado y “ultra informado”. Algunas veces con ingenuidad creemos que todo lo que se publica es verdad. Nuestro sentido crítico, nos suele jugar malas pasadas porque absorbemos todo sin preguntarnos si será realmente cierto.
La figura del Papa, heredero de la Cátedra de san Pedro, se ve constantemente expuesta a pullas, habladurías y calumnias. Esto puede traer confusión a tu vida espiritual, por eso te animo a conocer más profundamente a cada Santo Padre: su vida, sus mensajes, sus orientaciones pastorales.
Si el Papa está preocupado por la paz, pues a rezar por ella, si es la familia, preocúpate de hacer algo por ella… trata de tener el corazón en lo que a él le importe, porque como cimiento dejado por Cristo nos va indicando cómo el resto de la fundación, o sea nosotros, debemos ir secundando con nuestras acciones y pensamientos sus iniciativas.
Así podremos alcanzar la gran invitación que nos ha hecho Jesús… llegar al Cielo y gozar de nuestra casa allí por siempre.
La voluntad de Dios en el siglo XXI
¿Has pensado que la voluntad de Dios se sigue manifestando hoy? Salvo casos muy contados (y que llevan años de estudios para ser demostrados) la voz de Dios se alza a través de la palabra de los Papas.
Aquí no entra la frivolidad. Si el Papa Francisco explica qué “hay que llevar a Cristo a las periferias” o nos hagamos parte de la Nueva Evangelización, tiene la autoridad entregada desde el Cielo, para indicarnos que ese es el camino que Dios quiere para hoy.
Honremos su autoridad, reflexionando sinceramente sobre nuestra actitud sobre el Papa, nuestro cariño y sobre todo nuestra lealtad. Así lo quiso el mismo Cristo.
Te animo a tener una pequeña imagen de su figura como marcador de libro, en frente del computador, como escritorio, o en la mesilla de noche. Te ayudará a que tus pensamientos vuelen hacia él y a vivir lo que Cristo nos enseñó: unidad, unidad, unidad… como la vid a los sarmientos.