Mi mamá me enseñó, desde muy pequeña, que al salir de casa, o de cualquier sitio en realidad, debo encomendarme a la Virgen. Y bueno, resulta que mi bisabuela, a quien quise mucho y falleció en el año de la pandemia, le enseñó esto a mi mamá, con una oración especial.
Y me siento a pensar que tal vez a mi Mamá Rosita (mi bisabuela) se lo enseñó su madre o su abuela, y así, generaciones atrás, grandes mujeres de fe nos mantuvieron bajo el manto de protección de la Virgen siempre que salíamos a la calle.
Ya llega el 2022
Ahora, que se acerca el 2022, y reconociendo lo que nos enseñó la pandemia, que nuestra realidad, esa que jurábamos eterna, puede desaparecer en un dos por tres y ser reemplazada por algo nuevo, quiero invitarlos a hacer eso que me enseñó mi madre, encomendarnos a la Virgen.
Porque, salir a la calle es, en sí mismo, un acto de salir a lo desconocido, a lo nuevo, a que nos pase algo. Y claro, esperamos que aunque el 2022 es desconocido, que sea un año de acompañamiento de María. Que nos pasen muchas, muchísimas cosas, que nos reten a ser mejores cristianos, que nos den alegría, y hasta tristeza. Porque todo nos sirve para crecer en la fe, siempre que tengamos una vida de oración con nuestra «acolite» (como decimos en Ecuador), la Virgen.
De la mano de María
En el primer domingo de Adviento, cuando salía de la misa, después de encomendar mi semana a María, escuché una canción que no había disfrutado en mucho tiempo. Bueno, mucho tiempo en parte porque por la pandemia se me hizo muy difícil ir a misa presencial, y porque antes vivía en el extranjero y las canciones de misa eran en francés.
La canción que escuché es esa de «Mientras recorres la vida, tú nunca solo estás», que se llama Santa María del Camino, y si no la han escuchado, pues la recomiendo, porque es muy bonita. Y ahí dije, es verdad que María nos acompaña a cada paso, en cada momento, por eso sufre con nosotros y se alegra con nosotros, es la mamita que Jesús nos regaló cuando se la dio a san Juan en la Cruz, es la infalible.
María nos lleva a Dios
Entonces, en este comienzo de año, en el que en realidad no sabemos qué nos espera, podemos sentir tranquilidad al saber que María estará allí, siempre. Y que debemos conversarle de todo, lo que queremos, lo que necesitamos… porque, todo lo que le decimos a María, ella se lo cuenta a su Hijo, y bueno, su Hijo …sí que tiene «palancas» (influencia), ¿no?
Y es que, si lo hacemos bien, y nos apalancamos de María para hacer oración, es lógico que terminaremos frente a Jesús, y por ende, a la Santísima Trinidad. Porque, es verdad que se nos hace difícil hacer oración con Dios Padre, o con el Espíritu Santo, quizá porque los vemos lejos, quizá por falta de costumbre. Pero, de la mano de María, llegaremos rápido a Dios, sin siquiera darnos cuenta.
Perseverancia en el nuevo año
Es por algo que la Iglesia tiene al primer día de enero, como la solemnidad de María Madre de Dios. Es porque queremos comenzar el año con pie derecho, encomendados a María.
Para comenzar algo nuevo, es necesaria la perseverancia, como me dice siempre mi marido, lento pero seguro. Seguir y seguir, levantarnos cuando nos caemos, aunque demoremos, aunque flaqueemos. Es tener esa convicción de que esto nuevo vale la pena, de que vale cada gotita de sudor, y todo el esfuerzo que le metemos.
Unos nuevos propósitos de oración
Así, comenzar el nuevo año con María puede requerir esfuerzo. Pero tengo unos pocos tips, que he preparado, para que podamos todos comenzar de la mano con María, y no soltarla a mediados de febrero (jiji), sino mantenernos con ella todos los meses, ¡de enero a diciembre! No se deben hacer todos, con empezar con uno, puede que sea suficiente.
- Encomendémonos a la Virgen cuando salimos de casa
Y bueno, esto es bien fácil. Podemos hacer costumbre de encomendarnos a María cuando subimos al carro, o cuando estamos esperando al bus en la parada. Cuando en nuestro cerebro conectamos con algún estímulo, por ejemplo cuando pasamos un letrero, o cuando cerramos la puerta del carro, se vuelve algo automático.
Obviamente, les recomiendo la que me enseñaron a mí de pequeña, pero habrá muchas, muchísimas otras que pueden aprender. La que yo sé es esta:
«Contigo voy Virgen pura
y en tu poder voy confiado,
pues siendo de ti amparado,
mi alma volverá segura.
Dulce Madre no te alejes,
tu vista de mí no apartes,
ven conmigo a todas partes
y nunca solo me dejes.
Ya que me quieres tanto como verdadera Madre,
haz que me bendiga
El Padre, el Hijo y el Espíritu Santo»
Amén.
- Quedémonos en el canto a la Virgen al final de la misa
Esto puede ser difícil, sobre todo ahora que terminaron muchas restricciones de la pandemia en el mundo, y que bueno, tendremos planes el domingo. Sea vernos con la familia, o ir al estadio a ver el fútbol, de seguro habrá alguna invitación que hace que se nos haga MUY largo el canto al final de la misa.
Pero, si es que nos quedamos, y si cantamos desde el alma las canciones, primero nos alegraremos nosotros, segundo alegraremos a nuestra Madre del cielo, a Jesús por ende, y además a quienes cantan en la Iglesia. ¿Cuántas veces cantan a las espaldas de los feligreses? Ellos se alegrarán inmensamente, porque preparan las canciones con tanto cariño, sí para Dios, pero también para nosotros.
Y bueno, ese tiempo lo podemos usar para visitar al Santísimo, podemos, a través de la Virgen, llegar a Dios, ¡en tiempo real! Cantando las canciones, y haciendo un tiempito de oración con Jesús Sacramentado.
- Recemos el Ángelus todos los días
Solo hay que poner un recordatorio en el celular, un recordatorio a las 12 del día. Podemos, rezarlo solos o invitar a quienes están al lado nuestro a rezar, para hacerlo en grupo. Solamente tenemos que dirigirnos a una imagen de María (si no la hay, pues podemos imaginarla allí parada con nosotros), y rezar el Ángelus.
Si no se lo saben, porque al comienzo nadie se la sabe, pueden hacer una captura de pantalla al texto ( click aquí) y guardar la foto en favoritos en su celular o computador. ¡Así me la memoricé yo!
De esta manera, pueden encontrar la oración fácilmente, y rezarla todos los días. ¡No demora ni 5 minutos! Y como lo he dicho antes, sirve para examinar el día, para alegrar a María, para darse un stop en medio de las labores cotidianas y re-dedicarse a Dios.
- Hagamos una romería a la Virgen en mayo
Esto es lindísimo porque visitamos a la Virgen durante su mes, el mes de mayo. Hay quienes hacen todo un viaje (por ejemplo viajan para ver a la Virgen de Guadalupe en México), pero para quienes no tenemos tiempo ni un presupuesto muy holgado, podemos organizar ir al santuario más cercano a la ciudad donde vivimos.
Puede ser un plan de un día entero, y con tanto tiempo de antelación, seguro podrán planificar algo muy bonito con amigos y familia.
Lo importante es que se debe rezar el Rosario de ida, en el santuario, y de regreso. Es decir, se rezan tres rosarios en total, y se pueden escoger de los cuatro que existen. A mí, personalmente, me gusta escoger Gozoso, Glorioso y Luminoso. Pero bueno, eso ya son gustos. ¡Ya verán, esto es tan bonito, que terminarán haciéndolo todos los años!
- Celebremos las fiestas marianas en familia
Esta última es genial, porque, ¡qué bendición que es tener eventos familiares a los cuales ir! Durante la pandemia, como muchos de ustedes, extrañé a mi familia y las reuniones de mis seres queridos. Ahora que las restricciones son menos, me encanta inventarme planes para verlos, pequeñas excusas para juntar a todos.
Y bueno, podemos escoger distintas fiestas marianas, por ejemplo, la Anunciación, o la Natividad de María, la Inmaculada Concepción, cualquiera, la que les guste más. Las dividimos entre distintos familiares, y tenemos ya fechas fijas para celebrar a la Virgen en familia.
No se necesita mucho, solamente un café o chocolate, pan, un pastel, y pasarlo en familia, recordando la razón por la que se juntaron, y por supuesto, invitando a María a acompañarnos.