O más se Ora, Dios es “más” Dios en mí.”
“En la medida en que mi relación con Él es más densa, también su presencia se hace más densa en mí, para mí”
Padre Ignacio Larrañaga.
Una comparación
“La sala está completamente oscura: no se ve nada. Encendemos un fósforo: algo se ve: una mesa, unos libros, unas sillas. Ahora encendemos cinco fósforos: se ve mucho más; otras mesas, muchas sillas, cuadros en la pared. Encendemos cincuenta fósforos: es una sala hermosa, pero todavía se distinguen zonas de penumbra allá en el fondo. Por ultimo encendemos mil quinientos fósforos: la sala es un espectáculo inolvidable de belleza, colores y figuras……
¿Cambió la sala? La sala quedó idéntica, igual que antes. Y, sin embargo, para mí todo cambió. ¿Qué sucedió? La luz hizo “presente” la sala para mí. La luz hizo que el “rostro” de la sala se hiciera visible para mí. Cuantos más fósforos iba encendiendo, la sala fue haciéndose progresivamente más presente para mí.
Con Dios es igual. Cuando no se ora nada, Dios es como una habitación oscura, una palabra vacía, un “don nadie”. Cuando se comienza a orar, Dios comienza a hacerse “presente” en mí. En la medida en que se ora más, Él es cada vez más “alguien en mí, “resplandece la luz de su rostro” en mí; es decir, a Dios se le siente cada vez más próximo, viviente y presente”. (Padre Ignacio Larrañaga).
Un poco de mi experiencia:
Estaba yo en Misa rezando el credo y pensaba: todo esto que estoy diciendo en verdad creo, pero ¿por qué no siento nada especial?: Señor ayúdame, – le dije-. Al Domingo siguiente al terminar la Misa, unas señoras promocionaban un Taller de Oración y Vida del padre Ignacio Larrañaga.
Algunos años antes había leído un libro suyo que se llama “El Pobre de Nazaret” que me encantó, por esta razón puse atención a lo que decían las señoras con tanta convicción e ilusión.
Ese fué el principio del cambio de mi vida espiritual, cuando Dios empezó a guiar mi vida. Poco a poco, paso a paso empecé a conocer al Señor a través de la lectura diaria de la Biblia, porque en el Taller no solo se aprende a orar, sino que también a manejar la Biblia, porque la oración tiene que ir de la mano de la Palabra de Dios.
Me acordé entonces de algo que siempre nos decía mi mamá: “yo ya les enseñé que Dios existe, les enseñé a rezar y a ir a Misa, es deber de ustedes conocer a Dios, porque ¿quién puede amar a alguien a quien no conocen?” < Así que seguí el Taller hasta el final, donde aprendí no solo una forma de orar, sino 15 formas de orar.
Pero ¿qué es orar?
“No es lo mismo orar que rezar. Rezar es repetir las oraciones que sabemos de memoria. Orar es una relación entre dos interioridades Tú conmigo, yo Contigo, Tú y yo, yo y Tú.” (Padre Ignacio Larrañaga).
Comencé a practicar las formas de orar o “Modalidades de Oración”- como se llaman en los Talleres-, desde las más fáciles hasta las profundidades de la contemplación. Es un hermoso tiempo que le destinas a Dios, cada día por media hora, nada más media hora. Pero en esa Media Hora Diaria, o Tiempo Fuerte, suceden cosas maravillosas. Comienza la transformación, comienza Dios a estar más presente, comienzas a percibir su Presencia.
“Pero tú, cuando te pongas a orar, entra en tu cuarto, cierra la puerta y ora a tu Padre que está en lo secreto. Así tu Padre, que ve lo que se hace en secreto, te recompensará” (Mateo 6,6).
“Hay que tomar muy en cuenta que la oración es un proceso en el que hay retrocesos y adelantos, es un constante empezar de nuevo”. (Padre Ignacio Larrañaga). Pero no importa, vale la pena, totalmente vale la pena.
Sin embargo, como aprendí desde hace ya algunos años, la oración no tiene sentido si no conoces la Palabra. En el Taller me enseñaron a utilizar una herramienta muy eficaz que se llama “Pequeña Pedagogía”, donde el padre Ignacio da algunos parámetros para poder leer la Biblia. Uno de ellos por ejemplo dice: “Cuando lees la Biblia, es Dios que te está hablando a ti con estas palabras tan antiguas”, o: “No trates de entender teológicamente el significado de estas palabras, solo hazte una pregunta: ¿Qué me está diciendo a mí en este momento el Señor con estas palabras?”
Así, poco a poco sabes qué te dice el Señor a ti, qué quiere que sepas, que conozcas, que ames. Poco a poco con la lectura diaria de la Biblia vas conociendo más a Dios: sus planes y lo que quiere de ti, cuál es tu misión en la vida.
¿Qué he aprendido?
Después de algunos años con la Oración y la lectura de la Biblia ¿qué he aprendido? He aprendido que no es tan difícil amar cada vez más a Dios, conocer mucho más al Señor Jesús y amar al Espíritu Santo, que ahora sé que está muy presente en mi vida, que vive en mí, que me guía y me aconseja. He aprendido que soy hija del Padre. Aprendí que Dios me ama gratuitamente. Nos ama a todos como el Padre más amoroso.
“En esto consiste el amor: no en que nosotros hayamos amado a Dios, sino que Él nos amó primero».
1 Juan 4,19
He aprendido que no es tan difícil respetar a los demás, que no tengo derecho de hablar mal de nadie, de criticar, de chismosear, ni siquiera de quien habla mal de mi o me ofende. Aprendí a perdonar de corazón, sé que no sirve de nada mi fe, ni mi oración, si no me preocupo por los demás.
“Aunque hablara todas las lenguas de los hombres, si me falta el amor sería como bronce que resuena o campana que retiñe. 2 Aunque tuviera el don de profecía y descubriera todos los misterios, -el saber más elevado-, aunque tuviera tanta fe como para trasladar los montes, si me falta amor nada soy. 3 aunque repartiera todo lo que poseo e incluso sacrificara mi cuerpo, de nada me sirve. 4 el amor es paciente, es comprensivo. El amor no tiene celos, no aparenta, no se irrita. 5 no actúa con bajeza, ni busca su propio interés, no se deja llevar por la ira y olvida lo malo. (1 Corintios 13, 1-5)
Como dice el padre Ignacio Larrañaga: “la oración es un siempre empezar de nuevo”, todo el tiempo. Pero Dios nos tiene paciencia y nos ama como a hijos únicos.
He aprendido además a ser más feliz, a valorarme como hija de Dios, a vivir con la paz que me da Su cercanía, su amistad, porque al orar a solas con Él, te haces amigo, muy amigo de Jesús. Los problemas son menos graves, me siento mejor conmigo misma, soy más segura.
Encuentro a Dios en la naturaleza, en los hijos, en los nietos, en los demás. Él está en todo, “somos como piedras de río que están rodeadas por el agua, así estamos nosotros rodeados por Dios”. (padre Ignacio Larrañaga).
He aprendido que la fe no es sentir emociones. La fe es certeza, certeza de que Dios te oye, de que está contigo, de que siempre está contigo aunque no le sientas. Certeza de que todo lo que pasa: lo bueno y lo malo está bien porque Él así lo quiere, porque es su Voluntad y su Voluntad es perfecta.
He aprendido también que la Oración es así:
“El río tiene dos orillas, en la una estoy yo y en la otra está Dios, la oración es la barca que nos lleva a la orilla de Dios” (Padre Ignacio Larrañaga).
Magnífico comentario… muy enriquecedor… claro y sencillo. Mil gracias… Felicidades…!!!
Me encantó el artículo. Felicitaciones