El Espíritu Santo, es la tercera persona de la Santísima Trinidad que coopera con el Padre e Hijo desde el inicio hacia el fin. Se lo invoca en distintas oraciones como en el «Credo». En el bautismo recibimos su gracia y somos atraídos por Él para acercarnos al Hijo y poder llegar al Padre. También es conocido como el abogado, consolador, maestro interior, el gran desconocido puesto que se lo olvida en muchas ocasiones.
¿Cómo puedo recibir las inspiraciones del Espíritu Santo?
Es el Espíritu de Dios, por lo tanto, lleno de paz y actúa en la tranquilidad del alma, jamás en la agitación, por ello debemos pedirle con humildad en la oración sus mociones, a continuación, cito una frase de San Juan de la Cruz para momentos adversos pero que necesitamos esta inspiración: «Procure conservar el corazón en paz; no le desasosiegue ningún suceso de este mundo… Aunque todo se derrumbe aquí abajo y todos los acontecimientos nos sean adversos, sería inútil que nos turbásemos, pues esa turbación nos aportaría más perjuicio que provecho».
Por ello debemos permitirle actuar siempre, para lo cual debemos examinar el corazón, ya que todas nuestras inspiraciones de la gracia nacen de allí y es importante discernir si son obra del Espíritu Santo o una acción personal. Vale la pena estar en silencio, desprendidos de las cosas materiales, dejar a un lado la agresividad, egoísmos y sobre todo tener el corazón abierto para acudir a la dirección espiritual, realizar una buena confesión y sanar las heridas del alma.
¿Cómo identificar que las mociones provienen del Espíritu Santo?
No existen métodos ni formas canónicas, pero podemos usar el sentido común para decir que lo principal es tener Fe y disposición para seguir la voluntad divina. Se detallarán unos medios para reconocer al Espíritu Santo:
1.- Intentar oír la voz de Dios en nuestra alma y ¿Cómo sabremos que es Él? Nos dice el evangelio de Juan: «… las ovejas me siguen porque conocen mi voz. Pero no siguen a un extraño, sino que huyen de él, porque no conocen la voz de los extraños» (Jn 10, 4-5).
2.- Un criterio claro para discernir si es una inspiración del Espíritu Santo es la Sagrada Escritura, el Catecismo de la Iglesia Católica. Nada de lo que nos pida esa voz, va a ser en contra de estas fuentes.
3.- Es oportuno destacar que debemos ser obedientes a Dios, no significa que perdamos nuestra libertad o que los seres humanos nos convirtamos en marionetas, sino que pondremos nuestras acciones en modo automático y que el Espíritu Santo nos guíe con sus dones, así como lo hizo con la Santísima Virgen María.
4.- Acudamos a realizar nuestra oración en un lugar tranquilo, cerrar nuestros sentidos del mundo exterior, recogernos, sería bueno tener un crucifijo, imagen de la Virgen María o santiguarnos con agua bendita y hablar con el Espíritu Santo para que conduzca nuestra vida en los diversos ámbitos como trabajo, estudio y familia. Utilizando esta plegaria del Cardenal Mercier:
Espíritu Santo,
alma de mi alma
Te adoro, ilumíname, guíame,
fortaléceme y consuélame.
Dime todo lo que he de hacer
y mándame hacerlo.
Te prometo someterme
a todo lo que me pidas
y aceptar todo lo que permitas
que me suceda.
¡Indícame solamente cuál es tu voluntad!
Solo así encontraremos consuelo en las tribulaciones, podremos tener fortaleza para soportar cualquier prueba y alcanzaremos la santidad personal.
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