La exposición y bendición con el Santísimo Sacramento son actos comunitarios marcados por el silencio contemplativo. Sugiere la tradición que para alimentar una profunda oración, se deben aprovechar las lecturas de la Sagrada Escritura, con la homilía, o breves exhortaciones, que promuevan un mayor aprecio del misterio eucarístico.
Está recomendado que los fieles respondan a la palabra de Dios, cantando. Se necesita guardar silencio en momentos oportunos. La exposición eucarística ayuda a reconocer en ella la maravillosa presencia de Cristo o invita a la unión más íntima con Él, que adquiere su punto más alto en la comunión Sacramental.
Los caminantes de Emaús
Quédate con nosotros, suplicaron, y Él aceptó. Poco después el rostro de Jesús desaparecería, pero el Maestro se había quedado veladamente en el pan partido, ante el cual se habían abierto sus ojos. Este texto de Benedicto XVI nos pone ante la realidad de los discípulos de Emaús que pudieron descubrir a Jesucristo solo en la Eucaristía.
Vale la pena pedir a Jesús que se quede con nosotros y nos haga almas de oración y almas de Evangelio, como se explica en esta meditación
Cuántos santos a lo largo de los años se encontraron con Cristo así. Fue especialmente sonada la conversión y profesión religiosa del famoso pianista Hermann Cohen, un judío que se removió profundamente al asistir a una bendición con el Santísimo.
Bendición Eucarística
Dice el ceremonial que una vez que ha dicho la oración, el sacerdote o el diácono toma el paño de hombros, hace genuflexión, toma la custodia o el copón, y sin decir nada, traza con el Sacramento la señal de la cruz sobre el pueblo.
Es una costumbre bastante extendida aprovechar la Bendición para recitar las alabanzas de desagravio, están pensadas para reparar por tanto que se ofende a Dios. Pidamos perdón y misericordia.
Bendito sea Dios.
Bendito sea su santo Nombre.
Bendito sea Jesucristo, Dios y Hombre verdadero.
Bendito sea el Nombre de Jesús.
Bendito sea su Sacratísimo Corazón.
Bendita sea su Preciosísima Sangre.
Bendito sea Jesús en el Santísimo Sacramento del Altar.
Bendito sea el Espíritu Santo Paráclito.
Bendita sea la excelsa Madre de Dios, María Santísima.
Bendita sea su Santa e Inmaculada Concepción.
Bendita sea su gloriosa Asunción.
Bendito sea el nombre de María Virgen y Madre.
Bendito sea San José, su castísimo esposo.
Bendito sea Dios en sus Ángeles y en sus Santos.
En algunos países se aumenta al final por tres veces: Danos Señor sacerdotes santos.
La reserva
Concluida la bendición, el mismo sacerdote que la impartió u otro sacerdote o diácono, reserva o devuelve el copón o la forma de la Custodia al tabernáculo, y hace genuflexión, en tanto que el pueblo, si parece oportuno, puede hacer alguna oración.
La Exposición y Bendición con el Santísimo de alguna forma nos lleva a la primera Misa, pero que se vuelve a revivir cada día. El Sacerdote-Cristo se reviste y se dispone a emprender su camino al Altar-Gólgota. ¿Dónde tenemos la cabeza y el corazón cuando estamos en Misa? Esta meditación nos lo quiere enseñar.