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Oración de intercesión (I): Yo oro por ti, tú mañana hazlo por mí

VIRGEN GUADALUPE REINA DE LA PAZ

En Hablar con Jesús te contamos sobre la hermosa oración de intercesión, a través de la cual tu corazón compasivo ruega por los demás para asistirlos en sus necesidades.

Del latín “Inter-cedere”, que significa ponerse entre, la palabra “intercesión” hace alusión a la acción de rogar o mediar por otro para conseguirle algo que necesita o desea.

“Dejad que los niños vengan a Mí” (Mc 10,14) pidió el Señor cuando estos pequeños manifestaron la intención de querer acercarse a Él y los apóstoles lo impedían o “perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23,34) es un ejemplo de oración de intercesión pues Jesús intercede ante el Padre en favor de todos nosotros.

Una tradición histórica

Solicitar ayuda en favor de otro habla de un corazón compasivo y misericordioso. El tuyo, ¿Es así? ¿Te conmueves ante el dolor ajeno? ¿Te duelen las circunstancias que rodean a personas que han perdido el rumbo? El Papa Francisco nos anima a rezar por las personas que lo necesitan diciendo que hay

“que rogar por todos sin excluir a nadie (…) viendo a Cristo en los rostros de las personas por las que se reza (…) particularmente por las personas que más sufren”.

En la historia de la salvación Abraham y Moisés practicaron la oración de intercesión rogando a Dios con audaz confianza. “Si en Sodoma hubiera cincuenta justos…si hubiera cuarenta y cinco…treinta…o veinte…no se enfade mi Señor. Voy a hablar por última vez.

Quizás no sean más que diez”, (Gn 18,32), implora para lograr la salvación de ese pueblo conocido por sus graves ofensas a Dios.

Rogar, suplicar, rezar, solicitar ayuda al Señor en beneficio de otros es el centro de la oración de intercesión. Moisés es un modelo de mediador entre el Pueblo de Israel y Dios, pues no pide para él sino para el Pueblo que le ha sido encomendado.

Este santo Patriarca intercede cuando su Pueblo tiene sed (Ex 14, 22-27); cuando siente hambre (Ex 16) y sobre todo cada vez que Israel se olvida de Dios y camina hacia la apostasía.

Este hombre no perdió la fe y ni la esperanza a la hora de implorar auxilio a Dios en las circunstancias que le acontecían.

¿Con cuánta frecuencia pides ayuda al Señor por quienes te rodean? ¿Se te viene a la memoria algún asunto que encomendar al Señor por su urgencia o importancia para alguien que quieres o que lo necesita?

Señor, enséñame que no sé rezar

Para poder rezar por otros existen cuatro notas que es conveniente meditar.  Reflexionando sobre ellas podrás cultivar una actitud interior que te facilite abrir los ojos del alma para poder prestar auxilio sobrenatural a los demás a través de la oración de intercesión.

Quien pide por otro debe esforzarse por tener un corazón misericordioso, es decir que permanece de corazón, al lado del mísero.  “Misericordia quiero y no sacrificios” (Mt 12,8) explicaba Jesús a los apóstoles por lo que nosotros debemos abrir nuestros sentidos e inteligencia para descubrir el dolor de los otros y poder ayudarles con la oración.

Otro rasgo de quien realiza la oración de intercesión es la humildad para reconocer que hay momentos en que no podemos hacer nada ante el dolor y la necesidad de los demás.  Dios resiste a los soberbios, por lo que reflexiona en tu interior si ante la injusticia, muerte, enfermedades, ¡en fin!, ante el mal… reniegas, te quejas o buscas refugio en el Señor, suplicando que con su poder transforme esas circunstancias según su voluntad.

“Separados de mí, no podéis hacer nada”, (Jn 15,5); “Si permanecéis en mí, pedid lo que queráis y lo conseguireis”, (Jn 15, 7) con estas palabras  es el mismo Señor quien explica que debemos estar unidos a Él. Sólo así daremos fruto.

Es necesaria la unidad de los miembros del cuerpo de Cristo con su cabeza: Jesús. Por eso es tan importante que recemos los unos por los otros como hijos de un mismo Padre y cuando se reza en familia, en pequeños grupos de oración la Oración de Intercesión es mucho más potente. Quizás puedas pensar momentos para rezar con tus hijos o amigos por intenciones grandes: la paz, las almas del purgatorio, los pecadores, los que morirán hoy… hay mucho por lo que pedir a Dios.

Una cualidad del intercesor es la confianza

confianza. “Sólo con un recipiente se alcanzan las gracias de mi Misericordia, y ese recipiente es la confianza. Cuanto más un alma confíe, tanto más recibirá”, dice Jesús a santa Faustina Kowalska.

Esta es una confianza sobrenatural que tiene su raíz en la fe y en sabernos hijos e hijas de Dios. Dios en la devoción a la Divina Misericordia nos recuerda lo fiel que es siempre con nosotros:

«Las almas que confían ilimitadamente son de gran consuelo para Mí y en estas almas vierto todos los tesoros de mis gracias. Estoy contento cuando me piden mucho, ya que mi deseo es dar mucho, muchísimo. Me entristece, en cambio, si las almas piden poco, reprimiendo los deseos de sus corazones».

Para terminar, te compartimos en Hablar con Jesús, unas últimas palabras escritas en el diario de Sor Faustina para que te animes a practicar la oración de intercesión:

«Yo mismo me hago dependiente de tu confianza en Mí: si tu confianza es grande, entonces mi generosidad no tendrá límites, Tu empeño debe ser la total confianza en mi bondad; el mío, darte todo lo que necesitas».

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