Cuando leí el título dudé si podría hacerlo, ya que no es lo mismo escribir sobre algo que nace de ti, donde las ideas fluyen espontáneamente, a tener que hacerlo porque te lo soliciten. Le respondí que le avisaría.
Siempre que llego procuro primero dirigirme al Santísimo y saludarlo. Me arrodillé, le hablé sobre el asunto, pensé en tantas cosas, sonreí y le dije a Él: está bien, lo haré. Sé que, los que lean dirán que estoy loca. No lo sé. Ni si me creerán, pero le dije: lo voy a escribir. Antes de que empezara la misa, le respondí a Vicky que contara conmigo.
¿Cómo hacer para pedir la Gracia y redescubrir el amor de Dios?
Dar respuesta a esta interrogante, ha sido un reto; ya que siento que es una pregunta dirigida a mí y me atrevo a aseverar que muchos de ustedes pensarán lo mismo.
Acostumbro a orar y pedir a la Virgen su intercesión ante su Hijo para que de esta manera la Gracia se manifieste en mí. Con esto no quiero decir que estuviera alejada de Él, pero tampoco fui fiel al cien por ciento.
Nosotros tenemos que redescubrir su amor y la única manera es ganando su Gracia todos los días, no sólo cuando se nos presente una dificultad, enfermedad, problema o necesidad.
¿Por qué redescubrir, por qué volver a sentir interés por nuestro Señor?
Esta pregunta, puedo contestarla entrelazando el pasado con el presente, buscando en mi interior la manera de actuar ante mi prójimo (mis hermanos, amigos, vecinos, hijos, esposo). ¿Cómo soy con ellos, les tengo paciencia, los juzgo, les miento, los ignoro, los critico, los tolero, le guardo rencor a alguno?
Es una pregunta que necesitamos hacérnoslas diariamente, porque siempre caemos en alguna de ellas.
Bien lo señala Hebreos 12,14: “Procurad la paz con todos y la santidad, pues sin ella nadie verá al Señor”.
Difícil, ¿verdad? Difícil no caer. Es por eso que ese redescubrir el amor de Dios, y recibir su Gracia se tiene que pedir al Espíritu Santo. No dejar de orar, Luc.18,1 “…es preciso orar siempre sin desfallecer”. Además, pedirle que nos “inspire siempre, lo que debemos pensar, lo que debemos decir, cómo debemos decirlo, lo que debemos callar, cómo debemos actuar”.
La Gracia y las buenas obras
Si somos conscientes de que necesitamos de la Gracia de Dios todos los días y se la pedimos con fe, esto nos ayudará a llevar a cabo buenas obras que no lograríamos realizar por nosotros mismos. Como se puede leer en Santiago 2,17-19 “Pues así es también la fe, si no tiene obras, está realmente muerta. Y al contrario, alguno podrá decir: “¿Tienes tú fe? Pues yo tengo obras. Muéstrame tu fe sin obras y yo te mostraré por las obras mi fe”. ¿Crees que hay un solo Dios? Estupendo. Pero también los demonios creen y tiemblan. ¿Te enterarás de una vez, insensato, que la fe sin obras es estéril?”
Tener presente que la Gracia de Dios es el favor inmerecido, el regalo que recibimos de Él. Esta Gracia, esta dádiva se refiere a la sanación espiritual que ofrece por medio de la misericordia y del amor de Jesucristo. Nos toca a nosotros poner todo nuestro esfuerzo y actuar conociendo, imitando y amando a Jesús. La recibiremos si somos buenos con el prójimo, si cumplimos los mandamientos y por la fe que le tengamos.
Abrir el corazón
El Papa siempre nos aconseja que abramos las puertas de nuestro corazón a Jesucristo, porque en Él se encuentra la salvación, para ello necesitamos tanto de nuestro esfuerzo como de la presencia del Espíritu Santo, de la gracia de Dios con la oración diaria, con la lectura y la reflexión del Evangelio, en su relación con Jesús. Y esperar y esperar que su Gracia nos llegue.
Sigo rogándole que me bañe con su Espíritu, que me regale la dicha de escucharlo. Le reclamo que por qué tarda, pero yo misma me respondo con una pregunta, ¿acaso estuve siempre ante Él, acaso le fui siempre fiel, fui constante? Y mi respuesta es NO.
Soy una hija pródiga que busca su misericordia y espera que me perdone, que lucha por cumplir sus mandamientos, que busca a través de su Palabra esa Gracia que debemos escudriñar todos.
Ese redescubrir a Dios, de pedirle su gracia, no es fácil, porque recibes muchas veces la burla, las preguntas de quienes te rodean o saben de tu caminar: ¿Para dónde vas, de nuevo vas para la iglesia… ?
Constancia
Antes, mi contacto con la palabra, con la oración, con la entrega de lo relacionado a Dios no era constante. Iba a misa los domingos (pero no todos los domingos), acudía a la hora Santa (pero no siempre). Estoy feliz, porque este año asistí, por primera vez, (me da vergüenza decirlo) a la mayoría de las actividades relacionadas con la Cuaresma y Semana Santa. Les digo esto para que se den cuenta de que nuestro Señor es misericordioso y nos ama, nos espera. Inténtalo tú también si te conduces como yo lo hacía.
¿Qué me hizo cambiar? No fue una enfermedad terminal, no fue un problema a causa de mis hijos, no fue por nada de eso. Pero sí me atrevo a aseverar que fue la constancia en escuchar a todos los sacerdotes que salieron a la luz en 10minconJesús.net. De igual manera, el escuchar al Padre Everardo, al Padre Yepes, a los sacerdotes de mi parroquia, de escuchar cualquier reflexión que me envían y que procuro poner en práctica si se relaciona con algo que no esté haciendo correctamente.
Me atrevo a decir que lo hago desde hace tres años sin faltar. Rezo el rosario diariamente y le suplico a mi Madre Santísima que me muestre a su Hijo. A Jesús misericordioso le pido que me colme de su Amor, porque sé que ese Amor que me regale servirá para devolvérselo al prójimo.
Identificarnos con Jesús
Debemos tener claro que si tomamos la decisión de esperar la Gracia de Dios, tenemos que pensar, sentir, querer y actuar como Él, siendo generosos con nuestros hermanos, (especialmente con el más necesitado) siendo generosos con la naturaleza. No sólo decirlo, sino practicarlo. No perdernos en la vanidad o apariencias. Procurar siempre imitar a María, ella comprometió su vida, aceptó la voluntad del Padre participando en todo lo que nuestro Señor le pidiera. “Hágase en mí según tu palabra”.
Debemos volver a sentir interés (REDESCUBRIR) el Amor de Dios en nuestro diario vivir, sería penoso descubrir lo que Dios quiere hacer en nuestras vidas a través de su Gracia y que no la aceptáramos por ser tan obstinados e incrédulos. Busca y lee Filipenses 1,9-11
Comprometámonos a extirpar todo cuanto desagrade a Dios, sembrar, edificar y realizar lo que Él espera de nosotros: amar al prójimo, conservar la fe en los momentos de angustia, predicar con el ejemplo y de seguro redescubriremos su Amor a través de su Gracia.
Al terminar de escribir, comprendí que mis temores, mis aprehensiones eran injustificadas, las palabras fluyeron, todo se hizo fácil, creo que el tema propuesto ya estaba dentro de mí, no hay reto que no se pueda vencer cuando nos acompaña la Gracia de Dios.