AMAR A NUESTROS ENEMIGOS
“Amen a sus enemigos, hagan el bien a los que los aborrecen, bendigan a quienes los maldicen y oren por quienes los difaman”
(Lc 6, 27-38).
Así comienza el Evangelio de hoy, palabras de Jesús dirigidas a sus discípulos. Y continua, pero con eso nos quedamos, porque nos volvemos a admirar ante las exigencias, ante Tus exigencias, Señor.
Que difícil es lo que nos estás pidiendo: Amar a nuestros enemigos; si a veces encontramos dificultad amando a los amigos, amando a los que nos hacen el bien, a los que procuran ayudarnos… Y ahora Tú, nos estás pidiendo que amemos incluso a nuestros enemigos, a los que nos aborrecen, a quienes nos maldicen, a quienes nos difaman…
Es imposible para el hombre solo, con nuestras solas fuerzas hacer eso, porque somos débiles y porque muchas veces no descubrimos la bondad que hay detrás de las personas.
PIDES PERDÓN PARA NOSOTROS
Tú mismo Jesús, sabes que no es fácil. Sin embargo, Tú lo hiciste toda tu vida; toda tu vida es un gran acto de perdón de Dios hacia nosotros:
“Tanto amó Dios al mundo que le entregó a Su único Hijo para perdonarnos”
(Jn 3, 16),
como un sacrificio de expiación para reconciliarnos con Dios, para entrar en comunión nuevamente con Dios.
“Gracias Señor por amarnos tanto y ver en tu vida que constantemente nos estás ayudando, animando, perdonando desde el principio hasta el final en la Cruz”.
Y unas de tus últimas palabras fueron:
“Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”
(Lc 23,34).
Te están crucificando, te están insultando y Tú pides perdón por ellos, oras por ellos, nos pones el ejemplo: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”.
Todas sus palabras son para meditar, para conservar en la mente y en el corazón; pero estas y todas las que dice en la Cruz son especialmente intensas y emotivas por las circunstancias: “Tú, pides perdón por nosotros”…
DIOS NO SE CANSA DE PERDONARNOS
Hace poco leí unas palabras de una mística francesa, que escribía y ponía en tus labios Señor, esto que te voy a leer:
“Yo Soy el que hizo la naturaleza humana; conozco su pequeñez y su debilidad. Y no te admires de que, de todas maneras, los ame tanto. No te admires, porque Soy su Creador y viví entre los hombres.
Lo que pido es que me tengan confianza en cualquier situación del alma. Acuérdense de una cosa: ¡Yo amé mucho a Judas! Y recuerda aquella otra buena palabra: ‘Aun cuando Tú me mataras, confiaría en Ti»’
(Gabriela de Bossis. En “El sentir del corazón de Jesús”).
¡Cómo es de obstinado el amor de Dios por nosotros! Siempre nos perdona. Y como mencionaba hace tiempo el papa Francisco: “Es más fácil que nosotros nos cansemos de pedir perdón, que Dios de perdonarnos”.
Estas como el padre de la parábola del hijo pródigo: asomándote, esperando que volvamos para pedirte perdón… Y en cuanto empezamos a decir las primeras palabras, Tu nos abrazas, nos besas, nos llenas de misiones, nos restituyes, nos regeneras.
“Señor, ayúdanos a darnos cuenta de ese gran amor, porque solo sabiéndonos amados de esa manera, podremos amar a los demás. Así, superar la mera justicia del querer una cierta venganza. Ir más allá para ayudar, para perdonar, para curar”.
COMPRENDER, PERDONAR Y AYUDAR
Porque la persona que nos ofende, la persona que odia, la persona que hace mal, en primer lugar se hace mal a sí misma, y cada vez está más comprobado que, el que es violento con los demás, es porque tiene alguna herida, porque quiere de algún modo deshacer ese trauma que tiene y así hiere a los demás.
Pues, que sepamos comprender, perdonar y ayudar a los demás. Sólo si nos sabemos amados por Ti, de esa manera tenemos la fuerza para hacerlo.
Hace dos semanas, el 5 de febrero, falleció a la edad de 95 años Rubén Fuentes Gassón, uno de los autores de una canción ranchera que se llama “100 años”. Y que habla precisamente de cómo el amor perdona todo, cómo el amor quiere estar junto a quien ama, aunque reciba desdenes e indiferencia.
Por eso, Tú Señor nos puedes amar de esa manera, nos puedes perdonar siempre, porque nos amas.
100 AÑOS PIENSO EN TÍ
Te la voy a poner para que la escuches, para que la disfrutes en la incomparable voz de Pedro Infante: disfrútala aquí.
?
Pasaste a mi lado
Con gran indiferencia,
Tus ojos ni siquiera
Voltearon hacia mí.
Te vi sin que me vieras
Te hablé sin que me oyeras,
Y toda mi amargura se ahogó
Dentro de mí.
Me duele hasta la vida
Saber que me olvidaste,
Pensar que ni desprecios
Merezca yo de ti.
Y, sin embargo, sigues
Unida a mi existencia…
Y, si vivo cien años
Cien años pienso en ti.
(…)
Y continúa la canción, se repite lo mismo. Me gusta mucho, es un clásico mexicano.
VERTE, HABLARTE, SONREIRTE
“Pensar, cómo Tú, Señor, nos puedes decir esas mismas palabras: Tú nos miras siempre, nos hablas constantemente; y a veces nosotros no nos damos cuenta, ni siquiera lo volteamos a ver, es como si fuera una cosa, algo más que hay ahí en el oratorio o en la Iglesia”.
Podemos pasar un día, horas del día sin acordarnos de Dios, sin hablar con Él. Dejamos que pase un día entero sin hacer un rato de oración, sin buscarle ni platicar con Dios, sin escuchar lo que nos quiere decir.
Eso es una gran ofensa a Ti Señor. Eso es herir Tu corazón, porque nos amas tremendamente y estás constantemente mirándonos, esperando que volteemos a verte, que te sonriamos.
“Señor que te demos gracias por tantas cosas, que te adoremos, que te pidamos perdón también por nuestros pecados, por nuestras faltas -que no son pocas-“.
“Que sepa ver que estás ahí cerca, vivo en el Sagrario y sobre todo ver que estás dentro de mi alma. Desde ahí me hablas, te diriges a mí y no me dejas de amar nunca: ¡Nunca más me vas a dejar de amar!”
AMAR A LOS DEMÁS
Y sólo así podré yo también amar a los demás del mismo modo, incluso a los enemigos, incluso a los que nos hacen mal. Así recibiremos esa fuerza también de la Virgen, porque Tu madre nos amas como una Madre del Cielo, incondicionalmente.
Pues, ayúdanos a darnos cuenta del gran amor de Jesús por nosotros, del gran amor que Tú también tienes por nosotros, para que también nosotros podamos amar así, incluso a nuestros enemigos.