Jesús, muchas veces en los evangelios, nos relatan los reproches que tenías contra los escribas y fariseos.
¡Palabras fuertes! Porque como decías vos, Señor: “No entraban en el Reino e impedían que otros entrasen”, eran ciegos, como guiando a otros ciegos.
Porque le daban más importancia a esos preceptos que se habían ido creando, que al “corazón de la ley”.
Hoy, sin embargo, san Marcos nos relata de un fariseo, que se habrá quedado encantado -pienso yo-, con lo que Jesús le dijo.
Y eso, por dos motivos:
• Primero: porque la respuesta que el Señor le da a su pregunta, confirma lo que él estaba convencido, interiormente
• Y segundo: porque Jesús le dice algo personal, – a él-, aparte de esa ley en abstracto, le dice: “No estás lejos del Reino de Dios”
El Maestro, después de haberle confirmado cuál es el núcleo de toda la ley, el precepto más importante, le dijo: “Vas bien, no estás lejos del Reino de Dios, no estas lejos de Dios”
QUÉ ALEGRÍA Y QUÉ PAZ
Eso es como que te diga: ¡Muy bien, seguí así!. Nos podemos imaginar… ¡Qué alegría y qué paz, da recibir un elogio así de parte del Señor!
Y el primer mandamiento que Jesús le acaba de anunciar a este escriba es, -como sabemos nosotros muy bien-:
«Escucha, Israel: el Señor, nuestro Dios, es el único Señor: amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser»
(Mc 12, 29-30).
Lo sabemos y también sabemos lo que añade el escriba:
“Amarlo con todo el corazón, con todo el entendimiento y con todo el ser, y amar al prójimo como a uno mismo vale más que todos los holocaustos y sacrificios”
(Mc 12, 33).
Y quería subrayar en estos 10 minutos con Jesús, en este diálogo que procuramos hacer con Vos Señor, el día de hoy: ¡Este elogio, que le haces a quien te pregunta!
Porque, para cumplir ese primer mandamiento, hay algo que en realidad es previo y que quizá nos cuesta comprender a fondo y creer y vivenciar.
Y es que el motor para poder amar a nuestro padre Dios y para amarte a Vos, Jesús, al Dios uno y Trino y, por Él, al prójimo.
Ese motor, como estarás pensando -vos ahora-, en tu oración, es: que Dios nos amó primero.
El Santo Padre señalaba, en una ocasión, en una de sus catequesis sobre los mandamientos; cómo, antes de que Yahvé le entregara a Moisés las tablas con los preceptos, con la ley que debían cumplir, con los 10 mandamientos, antes que eso: “Los liberó de la esclavitud de Egipto”
LES DA LA LIBERTAD
Antes de pedirles nada, les da, les concede esa libertad. Su mano poderosa actúa, en favor de su pueblo.
Por eso nuestro amor a Dios, no es un tributo que Dios nos pide, como si lo necesitara un rey para sostenerse, con lo que le van pagando sus súbditos.
¡No! nuestro amor es una respuesta, a un amor que se nos ha dado antes, se nos ha dado primero, gratuitamente.
En estos días, hubo un caso muy sonado aquí en Argentina, al menos yo lo escuché por distintas fuentes. Se trata de un “influencer de las redes sociales”, que ayudó a una familia que se encontraba en una terrible necesidad.
Porque, una beba que, con pocos meses, sufre una enfermedad degenerativa, que requiere un tratamiento costosísimo, que en concreto necesitaban: dos millones de dólares, para darle el tratamiento que se le puede dar para esa enfermedad.
Una enfermedad muy dura, muy lamentable, que la va a disminuir muchísimo en su desarrollo.
¡Y, claro! Semejante cifra le resultaba a la familia, totalmente inalcanzable. Y este chico, -porque es bastante joven, el influencer-, que tiene en su canal, más de un millón de seguidores.
Resulta que, movió gente para que difunda esa causa, se sumaron muchísimas donaciones y en 12 días consiguió toda esa suma de dinero para que esta baba pudiera recibir su tratamiento.
SE COMPADECIÓ
Y pensaba… y podemos imaginarnos un poco ahora; poniéndonos en la situación de la madre, de la familia de esta chiquita ¿Cómo se habrán sentido?
Que de golpe una persona que es conocida públicamente, que se interesa por su caso, por esa situación de dolor y de impotencia que estaban atravesando, ante lo inalcanzable de la solución.
Y resulta que esta persona que no era alguien cercano a la familia, era alguien que se compadeció por la necesitad y se empieza a mover y empieza a conseguir la plata y el caso se viraliza y finalmente consigue la meta, para que reciba todos los cuidados posibles…
Yo me imagino el profundo agradecimiento a este influencer y a todos los benefactores, por parte de la familia. Los habrá llenado de esperanza, de agradecimiento, de alegría…
Y algo parecido a esa sensación, -más que sensación, a esa certeza- de sentirnos “no abandonados”, algo parecido… necesitamos nosotros, para poder cumplir el primer mandamiento.
SENTIRME AMADO POR DIOS
Dios me está pidiendo que lo quiera con todo el corazón, con toda el alma, con todo el entendimiento, con todo mi ser.
Y Él está dispuesto a dar todo por mí ¡Me quiere más que nadie!
Pero… ¿Me lo creo?, ¿Cuánta gente se cree realmente que Dios los quiere así? Como para hacer una campaña que junta 2 millones de dólares o muchísimo más… Dios haría esto y mucho más por mí ¡Y lo hace!
Quizá poca gente lo cree. A veces nos encontramos con personas que lejos de alejarse por un Dios que es tan grande y que me quiere tanto y que me cuida.
Y que prefieren mirar a otro lado, mejor ni fijarme en este Dios, que solo tiene mandatos, que me complica la vida, me pide cosas que no quiero o no puedo dar…
Es como para pensarlo:
¿Cómo puede darse un error tan grande en nuestra vida, Señor? ¿Cómo puede darse un error tan grande con respecto a Vos? ¿Cómo vamos a cumplir tus mandamientos si no podemos decir con San Juan, que hemos conocido y hemos creído en el amor que Dios nos tiene?
Y hoy quizás, podríamos detenernos a meditarlo más. ¿Cómo me quiere Dios? Sentir también nosotros, que Jesús me dice: ¡Muy bien, vos vas bien! Que el Señor nos anima. Que su mirada es de cariño. De profundo interés por todas nuestras cosas.
Y es una convicción que se basa en hechos… Que Dios tanto amó al mundo; que envió a su Hijo, que es lo más querido por nosotros; en tantos dones personales que hemos recibido.
EL MOTOR PARA AMARTE
Es una convicción Señor, que te pedimos que crezca en nuestra vida, porque ahí está el motor para poder amarte.
Vamos a terminar ya, pidiéndole a nuestra Madre, que también se sabe mirada por un Dios que se fija -dice Ella-, “en la pequeñez de su esclava” y hace en Ella grandes cosas, se fija en Ella con inmenso cariño.
Te pedimos Madre nuestra, que nos ayudes a sentir esa mirada de nuestro Padre Dios. Una mirada que nos llena de seguridad, de alegría y de confianza. Porque es la mirada de quien está de nuestro lado, quien nos quiere más que ninguna otra persona en este mundo.