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AMIGOS DE JESÚS

SU NOMBRE ES JUAN

Comenzamos estos 10 minutos haciendo un acto de fe. Ya lo hacíamos al comenzar este rato de oración, pero quiero hacerlo de nuevo: “Jesús, creo firmemente que estás aquí, que me ves, que me oyes”. Ya sea que yo esté recogido delante del Sagrario o que esté andando en auto, en bus o puede que esté en la soledad de mi habitación, sé que estás realmente presente a mi lado, que estás en mi interior.

Me gusta saber que Tú estás siempre conmigo y me gusta también tomar el Evangelio y contemplarte, porque descubro que ese mismo que está recorriendo las calles de Israel es el que está a mi lado. Me gusta verte cuando te detienes delante una persona que quiere estar contigo, que te quiere pedir un favor. Verte haciendo esas cosas con los demás como las haces conmigo.

Y me gusta ver tu modo de actuar. A veces sorprendido, otras veces cansado, alegre, riéndote, contento o incluso a veces enojado o triste. Me gusta contemplarte, ver que eres como yo, que eres un amigo cercano que me quiere. Creo firmemente, que ese que aparece en el Evangelio, es el que está aquí.

Que Tú eres el mismo que aparece en esas narraciones y que quiere acercarse a mí para ser mi amigo. Hoy te contemplo Jesús en el Evangelio rodeado de gente».

Aunque no aparece tal cual en la versión que leíamos hoy de san Mateo, sí que es algo que subrayan san Marcos y san Lucas al hacer la narración del milagro de la curación del paralítico.

ESTAR CONTIGO

Mucha gente que se agolpa, que llega a esa casa y nadie puede entrar. De hecho, esos amigos que llevan al paralítico tienen que descolgarlo desde el techo. Me emociona contemplarte así. Me emociona darme cuenta de que atraías mucho a la gente, a todas las personas de Israel.

No sólo porque hacías milagros o enseñabas cosas maravillosas (que eso claro que sí, es algo que sabemos), pero la gente te sigue, se siente atraída, sobre todo porque es agradable estar contigo. Porque eres una persona amable, sencilla, simpática, que tiene buen humor y que está preocupado por cada uno.

Que eres exigente, que no te conformas con poco, que exiges mucho, que pidas mucho porque amas mucho. Eres, Jesús, la definición de un buen amigo, de una persona con la cual a todos nos gustaría establecer una relación y tengo la suerte de que eres un amigo que también quiere establecer una relación conmigo.

Tú Jesús quieres ser mi amigo y sólo estás esperando que yo responda a esa «solicitud de amistad». Quieres ser mi amigo porque me conoces, porque me creaste y porque sabes que te necesito para llegar al Cielo. No como un medio de transporte.

Sé Jesús que tú no eres un medio de transporte, un free pass para un evento. Sino que eres un acompañante que me quiere profundamente.

ESPONTANEIDAD Y AFECTO

En una audiencia del año 2022, el Papa Francisco decía:

“El secreto de la vida de los santos es la familiaridad y la confidencia con Dios que crece en ellos y hace cada vez más fácil reconocer lo que a Él le agrada.

La oración verdadera es familiaridad y confidencia con Dios. No es recitar oraciones como un loro «bla, bla, bla». No, la verdadera oración es espontaneidad y afecto con el Señor”.

En estas palabras, el Papa Francisco nos descubre el secreto de la amistad contigo, que vienes a mi encuentro, que sales a mi encuentro Señor. El secreto de tu amistad (de toda amistad) pero especialmente la amistad contigo, es el trato.

Toda amistad exige un trato personal, exige un contacto personal. Necesito hablar contigo, necesito ese contacto contigo, por eso vengo ahora a rezar. Por eso vengo a estar estos 10 minutos contigo, donde no sólo estoy escuchando unas palabras que me dice un sacerdote en cierto lugar de Chile, sino que vengo a conversar contigo, tomando como punto de partida, esas palabras que dice este pobre sacerdote.

Necesito hablar contigo. No puedo decir que soy un verdadero amigo de alguien si no lo trato. No puedo decir que soy un verdadero amigo tuyo, Jesús, si no hablo contigo.

Si me llega una foto, por ejemplo, de una persona que está al otro lado del mundo, puedo imaginarme una relación con esa persona o puedo pensar en lo buena que es, de lo que me han dicho de ella; incluso puedo averiguar mucha información sobre esa persona.

Pero si no hablo con él, si no comparto experiencias, si no establezco una relación personal con él, nunca llegará a ser un verdadero amigo.

TRATARTE Y CONOCERTE

La amistad exige trato, exige un intercambio real con la otra persona, donde yo doy y donde recibo. Lo mismo me sucede en mi relación contigo Jesús, necesito conocerte, saber de Ti, contarte mis cosas, estar junto a Ti para hacerme amigo tuyo. Necesito mucho tiempo contigo.

¿Y a qué vengo a la oración? Vengo a ser muy amigo tuyo porque eso es lo que permanece. Lo que me llevaré y me acompañará durante toda mi vida será mi amistad contigo.

Cuando san Pablo está hablando de las virtudes teologales, enuncia a las tres: la fe, la esperanza, la caridad. Y después dice que la más importante es la caridad, porque es la que permanece para siempre en el Cielo. Y la amistad es caridad, es amor; eso es lo que permanece.

Hay un autor americano, Wallace Stegner, que escribe una novela titulada “En lugar seguro” que en mi opinión tiene como tema principal la amistad. El protagonista recuerda sus años de juventud cuando comenzó su carrera como profesor universitario recién casado. Y recuerda, después de muchos años, la relación que estableció con un matrimonio de profesores un poco mayores que ellos.

EN LUGAR SEGURO

Él es un profesor de literatura, se está introduciendo en este mundo de los profesores y encuentra ese apoyo en este otro matrimonio. Y después de todos esos años, de altos y bajos, de éxitos y fracasos, dice lo siguiente:

“Vivíamos en nuestros tiempos, que eran tiempos difíciles. Teníamos nuestros intereses, eran fundamentalmente literarios e intelectuales y sólo, ocasionalmente, inevitablemente políticos.

Pero lo que la memoria me devuelve no es la política ni las estrecheces de vivir con ciento cincuenta dólares al mes, ni siquiera lo que entonces escribía, sino los detalles de una amistad. Fiestas, excursiones, paseos, conversaciones a medianoche, destello de las escasas horas libres de agobios.

La amictia dura más que la res pública y al menos tanto como el ars poética. O eso me parece ahora. Lo que de verdad ilumina aquellos meses son los rostros de los amigos”

(“En Lugar seguro” Wallace Stregner ).

Lo que permanece es la amistad. En mi vida Jesús, quiero que permanezca, en primer lugar, mi amistad contigo. Creo que esto será lo que va a durar para siempre y por eso me esfuerzo y hago el propósito de poner más empeño, ahora mismo, en crecer cada día en mi vida de oración.

Dedicando buenos momentos para mi diálogo contigo y buscando el modo de que cada momento sea ese lugar de encuentro contigo. Yo sé que así lo hizo tu Madre santísima, la Virgen María, cuando estuvo aquí en la tierra, cuando compartió contigo e incluso después cuando te fuiste al Cielo, porque ella siguió encontrándote en todas partes, siguió buscando esos puntos de encuentro contigo.

Santa María, maestra de oración y amiga de Jesús, ruega por nosotros.

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