La sugerencia tuya Señor en el Evangelio de hoy es clara:
“Tengan ceñidas sus cinturas y encendidas las lámparas y estén como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante en cuanto venga y llame”
(Lc 12, 35-36).
¡Cómo cuesta estar atentos! Y más cuando la vida no nos “exige” estarlo mucho… porque estamos conformes, tranquilos.
El típico que dice: “yo no he matado a nadie, no robo, no fumo, no tomo… la verdad es que hasta me cuesta pensar de qué me tengo que confesar”.
Nos viene como anillo al dedo el santo que la liturgia recuerda hoy.
“Nació en Sallent (Barcelona) un 23 de diciembre de 1807, en el seno de una familia burguesa. Trabajó durante años en la industria textil, disfrutando de una posición acomodada.
Gozaba de prestigio entre sus compañeros y desconocía las apreturas en lo económico. Hablamos de san Antonio María Claret.
Hubo en su vida tres experiencias que le hicieron volver sobre sí mismo y considerar qué es lo importante en la vida y tomar, finalmente, un camino de entrega total y completa a Dios”.
(Te dejo un enlace por si quieres leer un poco más) http://www.corazones.org/santos/antonio_m_claret.htm
PRIMERA EXPERIENCIA
“La primera de ellas habla de un amigo suyo a quien estimaba mucho y que tenía el grave vicio del juego. Llegó a robarle sus ahorros para jugárselos alocadamente.
Cuando los perdió, desesperado, robó unas joyas valiosas que perdió nuevamente debido a este horrendo vicio.
La policía siguió el rastro de las joyas y dieron con él. Después de detenerlo, lo condujeron a la cárcel. Todo el mundo asoció al ladrón con Antonio María Claret y las calumnias contra su persona y su fama se difundieron por la comarca. Le creían cómplice de su amigo.
Esta experiencia empezó a crear en su corazón un disgusto por el mundo, las amistades y las riquezas”
(Cuaresma 2015, Vívela con Él. Fulgencio Espa).
Tal vez no un rechazo, pero sí como un “argh, esto no termina de ser todo”.
“Tengan ceñidas sus cinturas y encendidas las lámparas y estén como quienes aguardan a su amo cuando vuelve de las nupcias, para abrirle al instante”.
Jesús se dirige a quienes le escuchan, que ya se ve que escuchan, pero no actúan.
Nosotros no somos muy distintos a aquellos primeros seguidores. Nos cuesta traducir en obras concretas las sugerencias del Señor. Nos golpean quizá, pero como dicen: “es distinto verla venir, que bailar con ella”.
O sea, que una cosa es asentir y darme cuenta de que es verdad y que tengo que cambiar; y, otra muy distinta, es hacer verdaderamente el cambio.
San Antonio María Claret no comprendió a la primera, tuvo que esperar dos señales más de Dios.
Años más tarde el santo llegó a afirmar:
“enamórense de Jesucristo y del prójimo y lo comprenderán todo y harán más cosas que yo”.
Y es que la razón más fuerte, el argumento más poderoso, no deja de ser el cariño.
No necesitamos golpes en la vida cuando el amor está presente. “En Ti Señor no se cumple aquello de que “el que te quiere te aporrea”, porque no nos golpeas ni te gusta que nos golpeemos.
Otra cosa es que aproveches los golpes que nos da la vida para tratar de hacernos pensar, reaccionar, cambiar… te ahorrarías muchas preocupaciones Tú Señor y nos ahorraríamos muchos problemas, nosotros -tú y yo- si simplemente te quisiéramos con obras y de verdad”.
SEGUNDA EXPERIENCIA
“El segundo hecho que marcó el alma de Claret ocurrió durante un día de playa con los amigos. El santo decidió refrescar sus pies en las aguas del litoral, cuando se vio sorprendido por una inmensa ola que le arrastró mar adentro.
Como no sabía nadar, pronto entró en pánico. Su grito se elevó al cielo: “Virgen santa, sálvame”. Instantes después, Antonio caminaba por la orilla sano y salvo, sin rasguño alguno. Esta proximidad de la Virgen le conmocionó profundamente.
Recurrió a ella en otras muchas ocasiones. La más significativa fue en 1831. Lo cuenta su biógrafo. Era principios de año cuando “sufrió un fuerte catarro. Le mandaron a guardar cama y obedeció.
Uno de aquellos días, a las diez y media de la mañana, tuvo tan recia tentación contra la castidad que no sabía qué hacer para vencerla.
Invocaba (a María), al santo ángel custodio, a san Luis Gonzaga y demás santos de su devoción, pero no hallaba alivio (…). Todo era en vano…
En un momento, en que se volvió a la parte derecha, vio a María santísima, hermosísima, vestida de color de rosa bastante encarnado y manto azul, con muchísimas guirnaldas de rosas en su mano izquierda y en la mano derecha tenía una corona muy linda de rosas y le dijo: “esta corona es tuya, si vences”.
Apenas acabó de decir estas palabras, cuando le puso en la cabeza la corona”
(Cuaresma 2015, Vívela con Él. Fulgencio Espa).
No por nada san Josemaría decía:
“A Jesús se va y se vuelve por María”.
Muchos santos han dicho cosas parecidas. Antonio María Claret estaba experimentando eso en carne propia.
Nuestra Madre siempre está allí. No nos ahorra la lucha, pero nos promete la victoria si luchamos. Es más, casi nos la concede con tal de que pongamos un poco de esfuerzo. Ella también pondrá sobre nuestras cabezas una corona de rosas si perseveramos.
Perseverar. Perseverar. ¡Qué de secretos se esconden en el perseverar!
Es esa perseverancia el tener “ceñida la cintura y encendida la lámpara…” El que se duerme no se da cuenta a qué hora llega el amo.
“Dichosos aquellos siervos a los que, al volver su amo, los encuentre vigilando: En verdad les digo que se ceñirá la cintura, les hará sentar a la mesa y, acercándose, les servirá.
Y si viniese en la segunda vigilia o en la tercera y los encontrase así, ¡dichosos ellos!”
(Lc 12, 37-38).
En cambio, el que se duerme no se da cuenta, lo sorprenden durmiendo, no cumpliendo con su deber… Entonces, como dice el Evangelio más adelante:
“Llegará el amo de aquel siervo el día menos pensado, a una hora imprevista, lo castigará duramente y le dará el pago de los que no son fieles”
(Lc 12, 46).
¡Yo quiero ser fiel, yo quiero mantenerme despierto, yo quiero perseverar Jesús!
¡Madre mía, ayúdame! Porque ya ves que me canso, que me despisto, que me duermo…
TERCERA EXPERIENCIA
“El tercer hecho, esta vez definitivo, que sacudió el alma de Claret, tuvo lugar con motivo de una visita a casa de un amigo.
Cuando llegó, el conocido se hallaba fuera de ella. Le recibió su joven esposa, que le invitó a acomodarse en el salón, al tiempo que le decía: “Antonio, ¡qué diferente eres de mi esposo, siempre agrio y despectivo! Quisiera que fuéramos buenos amigos”.
Claret percibió enseguida la ilícita insinuación y contestó rápidamente: “Señora, vuestro esposo tarda y tengo mucho que hacer” … Ella intentó en vano detenerle. Antonio jamás volvió a esa casa.
La suma de las tres experiencias motivaron que, por fin, Antonio María comprendiera que de nada servía ganar el mundo si perdía su alma.
Decidió entregarse a Dios cuando tenía 21 años de edad. Los telares pararon en seco y él abandonó su futuro y su fortuna para ponerse en manos de Dios.
¿Cuántas y qué admirables señales necesitaremos nosotros para servir con corazón puro a Dios y a los demás?”
(Cuaresma 2015, Vívela con Él. Fulgencio Espa).
No sé… pregúntaselo… o simplemente decídete y pídele ayuda a santa María, que siempre está allí…