ABUELOS BUENOS Y SIMPÁTICOS
Una antigua tradición del siglo II, atribuye a los nombres de Joaquín y Ana a los padres de la Inmaculada Virgen María. Y hoy celebramos esos dos santos: San Joaquín y Santa Ana.
Es el día de los abuelitos, aunque sabemos que el Papa Francisco ha querido que celebremos ese día el último fin de semana, el último domingo de julio que acabamos de pasar.
Pero el culto de San Joaquín y Santa Ana no se dio inmediatamente. Los nombres aparecieron recién en el siglo II. Se empieza a venerar a Santa Ana recién en el siglo IV y a San Joaquín un poco más tarde.
La devoción a los abuelos de Jesús es una prolongación natural al cariño y a la veneración que los cristianos demostraron siempre a la Madre de Dios. Por eso sus nombres se conservaron gracias a la tradición de los cristianos.
“Es importante que los abuelos estén con los nietos y los nietos con los abuelos, porque los abuelos con los nietos sueñan y tendrán ilusión, y los jóvenes, acogiendo la fuerza de los abuelos, irán para adelante”, nos decía el Papa Francisco hace poco. (Papa Francisco, Angelus 31 de enero 2021).
Y me parece que esta es una frase que se puede aplicar también a San Joaquín y Santa Ana, porque ellos habrán visto algo especial en la Virgen María y, por supuesto, en su nieto, en Jesús. Y claro, se habrán alegrado y habrán soñado con qué vendría después.
CULTIVAR LA RELACIÓN
Yo creo que esto es algo muy importante: que alguien sueñe en lo que nosotros podemos hacer.
Cada uno de nosotros tenemos nuestros propios sueños, pero el sueño de los abuelos es algo súper importante para los nietos también, porque nos enseña el camino que todos tenemos que tomar, ese sueño bueno que espera muchísimo de nosotros.
También es una fuerza adicional que nos impulsa. y por eso es bueno que los nietos hablen también con sus abuelos.
Es una pena cuando hay distancia, o cuando hay enfrentamientos, o cosas que nos alejan ¿no? Tomando en cuenta que estamos viviendo ahora en un mundo en el que las comunicaciones digitales son cada vez más al alcance de la mano, no podemos dejar que el encuentro con los abuelos sea solamente digital.
Al contrario, hay que encontrar en los períodos de vacaciones, o cualquier excusa para encontrarse con ellos. Porque de ahí nos vienen muchos bienes, y los abuelos hacen mucho bien a los nietos.
EJEMPLOS DE PIEDAD Y DE FÉ
Hay períodos de la historia de la humanidad en donde han sido los abuelos quienes transmitieron la fe a los nietos. Por ejemplo, las abuelas en Rusia han sido capaces de mantener la fe, durante varias generaciones en medio de una persecución feroz. Y hay cantidad de historias en donde se nota eso.
Yo personalmente me acuerdo, con mucho cariño, de cómo mi abuela llevaba un rosario, por ejemplo. Lo rezaba con frecuencia.
Eso a mí que, a esa edad, no tenía ninguna idea de lo que era rezar el Rosario, me llamaba la atención. Y ya cuando mi madre puso un rosario grande en algún sitio, bueno, para mí ya era lo que la abuela tenía en las manos de vez en cuando.
VISITAS QUE CATAPULTAN AL CIELO
Creo que a todos nos ha impulsado ver a nuestros abuelos rezar -también nuestros padres, pero en este caso a nuestros abuelos-, nos ayuda a volvernos nosotros también más piadosos. Por eso el rol de los abuelos es tan importante.
“Señor Jesús, te pedimos aquí que los abuelos sepan hacer su rol, porque no es una cosa vana, no es una cosa cualquiera”.
Es importantísimo que sepan hacer su rol. Porque es bueno que los nietos vean a unos abuelos chéveres, simpáticos, que lleguen a sus casas y encuentren buen ambiente donde se sientan queridos ellos y también con detalles de amor a sus padres, no que cuando lleguen haya como una división.
Verles a los abuelos, siempre pacientes, cariñosos, que no estén reclamando, que se les vea piadosos, con naturalidad… Esas son cualidades que invitan a pensar que estar cerca del Señor es bonito, que estar cerca del Señor genera paz.
Cuando los nietos ven a sus abuelos así, es lógico que se sientan atraídos por la fe cuando ven que, aunque sus padres a veces se pongan un poco más nerviosos, siempre encuentran paz con sus abuelos, pues eso les ayuda a tener más en cuenta que la fe es importante en sus vidas, y la alegría.
LA ALEGRÍA EN LAS COSAS PEQUEÑAS
El otro día también contaba el Papa Francisco que en la Plaza de San Pedro, en una de las audiencias de los miércoles, estaba haciendo un recorrido con el papamóvil y vio a una abuela allí, una ancianita, pero tenía los ojos brillantes de alegría, cuenta el Papa.
Y dice: Hice detener el papamóvil y me bajé. Fui a saludarla. Sonreía. -Dígame, abuela, ¿cuántos años tiene usted? -92. -Ah, ¡qué bien! ¡Qué alegre! Pero dígame la receta de cómo llegar a los 92 así. Y me dijo: – Sabe, como raviolis. Y después añadió: -¡Y los hago yo!
Es que esa es la actitud, la actitud de encontrar la alegría en las cosas pequeñas, en hacer unos raviolis, en encontrarte con las grandes cosas en lo pequeñito.
En darle gracias a Dios, en estar consciente que estamos aquí de paso y la mayor alegría que vamos a tener es que cuando nos reunamos todos en el Cielo, podamos también disfrutar de la presencia de los nietos, de los hijos. ¡Qué alegría es pensar en eso!
VIDAS QUE ENSEÑAN
Cuentan que una vez un hacendado, un abuelo ya mayor que tenía toros y se dedicaba a la tauromaquia, bastante conocido en el medio, que sus hijas tuvieron un accidente y se murieron cuatro de sus nietas ¡increíble! cuatro de sus nietas.
Le fueron a dar el pésame y él con una profunda fe comentaba: -No se preocupe, Dios lo ha querido así para que en el Cielo me estén esperando cuatro ángeles el día en que Él decida que ha llegado el momento para mí.
Esa visión del cielo le acompañaba en esos momentos tan duros a ese abuelo, a ese abuelo que había sabido transmitir la fe a sus hijos y a sus nietos, a ese abuelo que había tenido el corazón seguramente en llagas en ese instante, del dolor de haber perdido a esas cuatro niñas.
Y, sin embargo, encontraba el consuelo. Ojalá tú puedas hacer lo mismo ¿no?, encontrar el consuelo siempre en el Señor, sabiendo que realmente tenemos vida eterna y que vale la pena hacer de todo para para que nuestras familias lleguen ahí.
A veces me escribe gente preguntándome qué hacer porque tienen a sus hijos o a sus nietos muy separados de Dios. Y lo fundamental es rezar, tener una actitud positiva, porque sabemos que la oración nunca cae en saco roto, nunca se pierde. Y rezar, rezar… como habrán rezado tantas veces San Joaquín y Santa Ana.
CONSEJOS, ALEGRIA Y ORACIÓN
Los buenos abuelos tienen que tener esto muy claro en su corazón. Hay que rezar mucho, mucho por sus nietos y, por supuesto, por sus hijos. Y Dios hará el resto, porque el camino que tiene Dios para cada uno es muy distinto.
Ya nos gustaría a todos que sean santitos de altar, y que sean piadosísimos, y que todos vayan a misa, y se casen por la Iglesia, y que hagan todas las cosas que están mandadas… Sí, pero a veces el camino de muchos no pasa por ahí.
Lo que tenemos que hacer es tener confianza en la oración y confianza en esa generosidad del Señor. Nosotros no dejar de pedir por esas almas, de pedir por esas personas, de tenerles constantemente en nuestras oraciones y de vez en cuando algún consejo, de vez en cuando, porque si no cae muy pesado.
En cambio, un consejo oportuno cuando lo piden y sobre todo el ejemplo, nos moverá a tener a esas personas siempre presentes y que a esas personas les sirva también ese ejemplo en los momentos más difíciles.
Recuerda que el corazón de Dios es más grande que el de todos los abuelos juntos y no es difícil imaginar a Dios soñando cosas grandes para ti y para mí, para cada uno de sus hijos.
ORACIONES COMO FONDOS DE INVERSIÓN
Por eso tenemos como nuestro fondo de inversión, con esas pólizas que hacían antes las abuelas que compraban para tener un respaldo para cualquier cosa que pase en la familia.
La póliza de inversión más importante que podemos tener es de oraciones, de sacrificios, porque eso sí que jamás se verá defraudado, devaluado y nos lo guardan en el Cielo. Es un tesoro en el Cielo.
Vamos a pedirle a nuestra Madre, la Virgen, que nos ayude a ser tan delicados como Ella en el trato con nuestros padres, con nuestros abuelos.
Y también que sepamos siempre ver la mano de Dios detrás de todas las cosas, aprendiendo a ser buenos abuelos a los que les toca.