Estamos en este tiempo de Navidad dentro de la Octava, que es como continuación de esa gran alegría que hemos vivido el día 25, desde el 24 ya en la tarde, en la noche, desde el nacimiento del Hijo de Dios. Ese Niño es el Niño Jesús, que es Dios con nosotros. Dios que se hace hombre para salvarnos y que nos alegramos profundamente con ese nacimiento. Nos dice el Salmo de la misa de hoy,
“Alégrese el Cielo, goce la tierra, familias de los pueblos aclamad al Señor, aclamad la gloria el poder del Señor, aclamad la gloria del nombre del Señor”.
(Sal 95)
Es lo que procuramos hacer en la presencia de Dios: aclamad la gloria y el poder del Señor. “Señor, Tú que estás aquí con nosotros en este rato de oración, te pedimos que nos lleves de la mano para escuchar Tu voz, para tener esa docilidad que Tú esperas de nosotros”.
Leemos en el Evangelio de San Lucas, en el capítulo dos que en aquel tiempo:
“Había una profetisa, Ana, hija de Fanuel, de la tribu de Aser. Era una mujer muy anciana, que jovencita había vivido siete años casada y luego viuda hasta los ochenta y cuatro, no se apartaba del Templo día y noche, sirviendo a Dios con ayunos y oraciones, acercándose en aquel momento daba gracias a Dios. Y hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Jerusalén.
Cuando cumplieron todo lo que prescribía la Ley del Señor, se volvieron a Galilea hacia su ciudad de Nazaret. El Niño iba creciendo y se robustecía y se llenaba de sabiduría y la Gracia de Dios lo acompañaba”.
(Lc 2, 39-40)
CUMPLIR LA VOLUNTAD DEL SEÑOR
Vemos a San José, a la Santísima Virgen, al Niño, a la Sagrada Familia que va ahí a cumplir la Ley, lo prescrito por la Ley. Van con alegría, con disposición, no a regañadientes, no pensando que su libertad se veía disminuida por cumplir los preceptos de la Ley de Moisés; sino al contrario, van sabiendo que agradan a Dios cuando cumplen esos preceptos.
”¿Cómo cumplimos Señor nosotros Tu voluntad? ¿Con qué disposición?” Esta mujer, esta profetisa y, por tanto, llena del Espíritu Santo, está ahí esperando la liberación de Israel. Está ahí con esa ansia que lleva en el corazón movida por el mismo Dios, para descubrir a ese Niño que es Dios hecho Hombre y acercándose daba gracias a Dios
“y hablaba del Niño a todos los que aguardaban la liberación de Israel”.
“¿Cómo nosotros Señor te damos gracias? ¿Y Cómo nosotros Señor aguardamos el cumplimiento de Tus palabras? ¿Cómo está mi confianza en Ti Señor? ¿Es como la de esta mujer? Ana, hija de Fanuel, que llevaba tantos años sirviéndote Señor ahí en el Templo con oraciones, con ayunos, porque también con oración, también con el sacrificio Te servimos Señor”.
SERVIR A LOS DEMÁS
Muchas veces son sacrificios que implican el servir al hermano. No solamente se trata de sacrificios individuales, de hacer cosas que yo decido personalmente y que se quedan en el ámbito de mi vida interior quizás o que nadie lo nota o también ese servicio, ese sacrificio significa obras de misericordia, significa preocuparme por los que tengo cerca. “Por todos esos que son Tus hijos Señor, por quienes Tú también has derramado hasta la última gota de Tu sangre.
¿Cómo es Señor mi fidelidad a Ti, mi correspondencia a tu gracia? Esta mujer está llena de Ti, de Tu gracia, de Tu amor y, acercándose daba gracias a Dios y le hablaba a todos los que estaban por ahí, de esa maravilla. Es lo que nos ocurre Señor cuando nos llenamos de Ti, cuando estamos en Tu gracia. Tenemos esa ansia en el corazón de pegar ese amor, esa presencia Tuya a todos los que pasan a nuestro alrededor.
En cambio Señor, cuando nos enfriamos, cuando dejamos que nos entre la tibieza, esa enfermedad del alma, que nos hace lentos para las cosas de Dios, que nos hace dejarlas para después, un después que nunca llega, un después para el que nunca hay tiempo porque donde falta Tu amor Señor, no se consiguen motivos para servir, para amar, para darse, sino sólo motivos para satisfacer el propio egoísmo”.
SERVICIO CON ALEGRÍA
Esta mujer nos da ejemplo de servicio, de servicio con alegría, pero más aún, San José y la Virgen nos dan ejemplo de correspondencia a Tu gracia, ellos también van a cumplir la Ley y van con alegría, van presurosos, van dispuestos, es lo que han hecho durante su vida: cumplir Tu querer Señor.
“Que veamos en este ejemplo eso que Tú esperas de nosotros y, así como el Niño iba creciendo y robusteciéndose, también esa gracia de Dios, esa presencia Tuya en nosotros irá creciéndose y robusteciéndose, llenándonos de la Sabiduría Divina, de Tu gracia Señor”.
JESÚS, HIJO DE DIOS
”Que nos demos cuenta de la trascendencia de lo que significa que Tú que eres Dios, que eres Eterno, que eres Infinito, te has hecho Hombre como nosotros, Ser Humano como nosotros, limitado, pero un amor infinito porque eres Dios: Dios y Hombre verdadero”.
Hace una semana, en un mercado, ahí en San Cristóbal, me preguntaba un señor, el carnicero: “mire padre, ya que pasa por aquí, ¿qué es lo que celebramos en la Navidad, el nacimiento o el cumpleaños? Yo digo que el cumpleaños, pero ellos dicen que el nacimiento”. Yo le dije, son las dos cosas, porque es que el nacimiento de alguien muy especial: Dios que se hizo Hombre y eso no ocurre en ninguna otra parte del mundo y nunca ocurrirá otra vez.
Dios que se hizo Hombre, se dice rápido y argumentando un poco el hombre quedó contento, porque en el fondo los dos tenían razón: el nacimiento y, a la vez, el cumpleaños.
Pues pidámosle al Señor que seamos nosotros también dóciles a Su gracia. Madre mía, llévanos de la mano.