“Jesús, verte en la Cruz me causa mucha pena, mucho dolor. Pero verte roto, sin brazos, sin piernas, me parte el alma y el corazón”.
El 2 de mayo del año 2002, en Bojayá, departamento de Chocó, aquí en Colombia, miembros de las FARC tuvieron un enfrentamiento con los paramilitares, de las Autodefensas
Unidas de Colombia (AUC), dos grupos al margen de la ley, por el control de la zona. Los habitantes del lugar quedaron en medio del fuego cruzado y corrieron a refugiarse al templo, a la Iglesia, Señor. Fue entonces cuando ocurrió la masacre. Lanzaron al interior del templo, de la Iglesia, un balón de gas que al explotar causó la muerte de más de 100 personas…
Esta historia es verdad. Además, se trata de la historia reciente. No han pasado ni 20 años desde que ocurrió semejante masacre.
Horas después los lugareños entraron en el templo en ruinas y rescataron, con sorpresa, la imagen del Cristo Crucificado, pero aquella imagen estaba mutilada. Ya no tenía brazos ni piernas. “Y es la imagen, que hoy Señor, yo quiero mirar, con los ojos de mi imaginación; y también porque la he visto en fotografías. Pero ahora te quiero ver, Señor a Ti, así, mutilado”.
Desafortunadamente esto sigue ocurriendo. Este fin de semana en Chile unos hombres, “Señor, perdónalos… perdónalos”, atacaron, saquearon y prendieron fuego a la Parroquia San Francisco de Borja.
Qué heridas tan dolorosas sufre nuestro Señor con estos actos sacrílegos. Hay que pedir perdón. Hay que desagraviar. Pedir perdón y desagraviar… Ve tu pensando, en tu oración personal, en tu diálogo con Jesús: si sabes pedir perdón, si pides perdón, si tienes en tu corazón un deseo de desagraviar al Señor. Vamos pidiéndole, también, luces al Espíritu Santo para saber cómo hacerlo.
El sábado me vi la película Fátima… ¡Recomendadissssisma! Muy buena. No es un documental, es una película. Algo que me llamó la atención, no recordaba que fuera tan explícita, fue la petición de la Virgen a esos tres pastorcitos, unos niños: Lucía, tenía 10 años; Francisco 9; y Jacinta, que es un personaje en la película, es una niña muy tierna, muy sencilla, con una fe muy audaz, de 7años. Era que además de rezar el rosario, que se los pidió la Virgen, también les pidió que ofrecieran sacrificios para pedir perdón. Para pedir perdón por las ofensas, que sufre Jesucristo. “Que sufres Tú Señor”. Para pedir perdón por los pecados y por los pecadores.
Incluso les pidió que lo hicieran con esta oración, precisamente a la hora de hacer un sacrificio: Oración del Sacrificio (Rezar al ofrecer un sacrificio): “Oh Jesús mío, es por tu amor, en reparación de las ofensas cometidas contra el Inmaculado Corazón de María y por la conversión de los pecadores”.
La Virgen les pidió a los pastorcitos que cuando hicieran un sacrificio, pequeñito, a la medida de su edad, le dijeran a Jesús esta oración tan bonita.
Hay una escena, en la película, en la que la Virgen descubre su corazón herido y sangrante de dolor por las ofensas a su hijo. ¡Impresionante! “Sí Jesús, pero sinceramente, Señor, yo no he quemado ninguna Iglesia…”.
“Ahora que estoy dialogando contigo, también, me quiero preguntar yo: ¿qué heridas te produzco yo Jesús? ¿Qué heridas te produzco yo con mis pecados a Ti y a Tu Iglesia?” Vamos a preguntárnoslo con valentía, con fortaleza y con sinceridad. Vamos a sacar propósitos. Ya te desvelé dos propósitos que podemos sacar de este rato de oración, que es: desagraviar, pedir perdón, ofrecer sacrificios de reparación.
La imagen del Cristo negro de Bojayá, actualmente está en una Iglesia en Bellavista, cabecera municipal de Bojayá, allí en Chocó. El Cristo Roto o Cristo Negro de Bojayá, que además se ha convertido en el signo emblemático de la peor masacre ocurrida en Colombia, o de las peores masacres, porque ha habido algunas masacres terribles. Y este Cristo, no se si recuerdas, estuvo presente en el Encuentro de Reconciliación Nacional que presidió el Papa Francisco en el parque de Las Malocas en Villavicencio, cuando vino a Colombia.
Allí estuvo el Papa, delante de aquella imagen, de ese Cristo; y elevó al Cielo y a Jesús está oración que ahora podemos rezar con piedad, con devoción y también con ánimo de desagraviar: Oración al Cristo negro de Bojayá:
“Oh Cristo negro de Bojayá, que nos recuerdas tu pasión y muerte; junto con tus brazos y pies, te han arrancado a tus hijos, que buscaron refugio en ti. Oh Cristo negro de Bojayá, que nos miras con ternura, y en tu rostro hay serenidad; palpita también tu corazón para acogernos en tu amor.
Oh Cristo negro de Bojayá, haz que nos comprometamos a restaurar tu cuerpo. Que seamos tus pies para salir al encuentro del hermano necesitado; tus brazos para abrazar al que ha perdido su dignidad; tus manos para bendecir y consolar al que llora en soledad. Haz que seamos testigos de tu amor y de tu infinita misericordia”.
Ser manos y pies de nuestro Señor, allí donde estemos. Para consolar, para dar serenidad, para perdonar, para agradecer.
¿Qué sentimientos pueden aflorar si pudiéramos estar de rodillas delante de esa imagen del Cristo de Bojayá?
“Señor, qué esta imagen, alimente en nuestro interior la oración, el diálogo ininterrumpido que queremos tener contigo, hoy; hoy, a la largo del día. Yo te sugiero que le pidas al Señor, también, la gracia de tener esa imagen y de poder ofrecer, hoy, algún pequeño sacrificio para: pedir perdón, para reparar.
“Acoge, Señor, nuestros propósitos. Queremos sufrir esos pequeños sacrificios de cada día, para pedirte perdón, para desagraviar y reparar todas nuestras ofensas y por las ofensas que sufres cada día”.
Aún estamos en el mes del rosario. Que también pensemos en María como aquella mujer que al pie de la Cruz hay que sostener, para que no desfallezca de dolor. Que pensemos en su corazón enamorado traspasado por esa espada de dolor. Y que nos acojamos también a su misericordia de madre.
Quiso la Virgen en Fátima, que pidiéramos a Jesús: “Jesús, librarnos de las penas del infierno, lleva todas las almas al Cielo, especialmente las más necesitadas de tu infinita misericordia”.