Hoy es viernes de la tercera semana de Cuaresma, vemos estas palabras en el Evangelio de san Marcos para la Misa de hoy:
“«En aquel tiempo un escriba se acercó a Jesús y le preguntó ¿Qué mandamiento es el primero de todos? »»
(Mc 12, 28)
Esta primera línea del Evangelio de hoy, ya nos da materia para nuestra reflexión, porque quizás si lo pensamos con calma, a todos nos ilusionaría tener esta oportunidad.
“Poder estar a solas contigo Jesús, sabiendo al menos, en un porcentaje elevado, de quién se trata cuando estamos hablando Contigo.”
Estoy seguro que todos los que ahora estamos haciendo este rato de oración, pues tenemos más información que este escriba, sobre Ti.
UNA BUENA ENVIDIA
Bueno, se suscita creo yo en nuestro corazón, una buena “envidia”, de que él ha sabido detectar que algo especial había en Ti, y ha dado el paso a hacerte una pregunta.
Cuántas veces nos acercamos, Señor, a Ti, para para más bien hacerte una petición:
Estas prácticas, este trabajo, esta situación de salud, la coyuntura política, etcétera…
¿Qué habría hecho yo si te hubiera visto en cuerpo y alma, caminando por las calles de mi ciudad?
Me parece que este escriba, que como he leído, se acercó a Jesús… Pues me da ejemplo, ¿Qué debo hacer yo?
Yo en lugar de estar atento, “de quiénes están a mi alrededor”, y “cuando te descubro, Señor, pues acercarme, “Y estando cerca le preguntó”
Pues eso, quizás yo debo preguntarte más cosas, quizás debo tener más profundidad en mi interior.
Que precisamente yo esté buscando la verdad, así como este escriba, porque mira la pregunta que le hace a Jesús: ¿Qué mandamiento es el primero de todos?
Esta pregunta también es súper profunda me parece, o se está yendo al núcleo de que espera Dios de mí. Eso es lo que está preguntando el escriba.
O, en otras palabras: “Qué le importa a Dios de mi vida” ¿Qué mandamiento es el primero de todos? ¿Qué espera Dios de mí?
Pues yo creo que, cuando las personas a las que queremos, nos dicen que esperan de nosotros o las personas con las que trabajamos nos lo dicen…
Pues ya nos ubica mucho, porque ya nos situamos y entonces podemos tomar decisiones y dirigirnos hacia ese horizonte.
¿QUÉ LE PREGUNTARÍAS A DIOS?
“Entonces vamos a preguntarnos aquí delante de Ti, Señor, si somos inteligentes, si somos profundos a la hora de tratar contigo.”
“No vaya a ser que vaya más a lo que a mí me importa hoy y ahora, que lo que a Ti te importa, Señor.”
Si no obviamente lo que me importa a mí, algo relevante por supuesto, pero quizás lo que a Ti te importa, Señor, podría servirme de mucho más, para después resolver lo que a mí me importa.
Tú que me acompañas en este rato de oración, ¿Qué le preguntarías a Dios?
Esta pregunta sobre “El primer mandamiento de todos”, ¿Qué es lo que para Ti es más relevante, Señor?
Sobre todo, nos lleva a tu respuesta, respondió Jesús:
««El primero es escucha Israel el Señor nuestro Dios es el único Señor, amarás al Señor, tu Dios, con todo tu corazón, con toda tu alma, con toda tu mente, con todo tu ser.»»
(Mc 12, 29-30)
Es el primer mandamiento de la ley de Dios que todos conocemos, y después sigue el segundo.
«El segundo es semejante a éste: Amarás a tu prójimo como a ti mismo. No hay mandamiento mayor que estos.»» (Mc 12, 31)
Bueno, el evangelio sigue, y lo que vemos es que a Ti, Jesús, te importa es: Que ame!
¿Cómo son mis amores? ¿A quién dirijo mi capacidad de querer? Esto me parece que es luminoso.
Porque si solo leemos la primera parte de la respuesta:
««El primero es escucha Israel el Señor nuestro Dios es el único Señor, amarás al Señor, tu Dios.»»
Nos puede quedar la idea, de que Dios es un ser engreído, que está como que muy pendiente de quién le ama y cómo lo ama.
¿QUÉ TENEMOS EN NUESTRO CORAZÓN?
Y ahora estando contigo, Señor, aquí delante de Ti, me doy cuenta que en realidad no es que Tú seas una persona egocéntrica, que a Ti te importa lo que yo amo, porque por mis amores yo voy a ser feliz o por mis amores yo voy a ser un ser atormentado…
O sea, dependiendo de qué amo, como amo, a quienes amo, yo para ti soy un hijo que te da descanso o soy un hijo que te da preocupaciones.
Señor, es verdad, vamos a considerarlo con calma, ¿Qué tenemos en nuestros corazones? ¿Cuáles son nuestros amores?
¿Calzan con lo que Tú, Jesús, nos estás diciendo ahora como en confidencia? ¿Tengo las mismas prioridades que Tú?
Leía estas palabras de un autor:
“El amor solo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes no necesitamos para nuestros fines personales.”
Esto es algo muy básico, que cuando uno está pendiente de lo que a mí me sirve, pues está usando a las personas, y “nos puede pasar, Señor, que a Ti mismo te usemos.”
En cambio, “esto se realiza en Ti perfectamente”, el amor solo comienza a desarrollarse cuando amamos a quienes No necesitamos para nuestros fines personales.
Tú, Señor, a mí no me necesitas para tus fines, sin embargo, te fijas en mí. “Enséñame, Señor, a poner orden en mi corazón y a parecerme a Ti en cómo amas.
Que sea el día de hoy, un día para hacernos preguntas profundas, y sobre todo para aprender de Ti, Señor, a amar a los demás y a Dios.