La escena del Evangelio de hoy me recuerda a un pasaje de un libro que leí recientemente. Se trata de “La bailarina de Auschwitz”.
Un libro de Edith Eger, quién después de sufrir el drama del campo de concentración, queda en libertad y se dedica a estudiar psiquiatría y atender a miles de pacientes para sacarlos de situaciones internas, peores que las vividas en el campo de concentración.
La escena que te cuento es cuando ella, ya en libertad, está en un aeropuerto. Y lo cuenta así:
«Recientemente, en el aeropuerto Kennedy, mientras esperaba mi vuelo de vuelta a San Diego, me senté y estudié los rostros de todos los desconocidos que pasaban. Lo que vi me conmovió profundamente.
Vi aburrimiento, rabia, tensión, preocupación, confusión, desánimo, decepción, tristeza y, lo más preocupante de todo: vacío. Me entristeció mucho ver tan poca alegría y risa.
Incluso los momentos más insulsos de nuestra vida son oportunidades para experimentar esperanza, optimismo y felicidad.
¿Por qué a menudo nos causa desasosiego sentirnos vivos o nos alejamos de la posibilidad de sentir la vida plenamente? ¿Por qué cuesta tanto llenar la vida de vida?
Si me preguntaran cuál es el diagnóstico más habitual de las personas a las que trato, no respondería depresión, ni trastorno de estrés postraumático, a pesar de que esas afecciones son absolutamente habituales entre quienes he conocido, amado y guiado a la libertad. No.
Diría que es el vacío y hambre. Estamos hambrientos. Tenemos hambre de aprobación, de atención, de afecto. Tenemos hambre de libertad para aceptar la vida, conocernos y ser realmente nosotros mismos».
VACÍO, POCA ALEGRÍA Y RISA
Señor, en este guión que preparé para hacer este rato de oración Contigo, subrayé las palabras: vacío, tan poca alegría y risa, sentir la vida plenamente.
Pero, sobre todo, el tema que me impresionó mucho es el diagnóstico: vacío y hambre.
Ahora sí te cuento el pasaje del Evangelio, para que nos metamos en la escena y comprobemos cómo nuestro Señor nos mira a cada uno y sabe exactamente lo que ocurre en nuestro corazón. Para eso ha venido Jesús…
“Jesús se retiró con sus discípulos a la orilla del mar y lo siguió una gran muchedumbre de Galilea.
Al enterarse de las cosas que hacía, acudía mucha gente de Judea, Jerusalén, Idumea, Transjordania y cercanías de Tiro y Sidón”
(Mc 3, 7-8).
Por eso es muy fácil comparar esa escena con un aeropuerto internacional, hay personas de todas partes del mundo… «Mi pregunta a Jesús es: ¿Cómo mirarías a todas estas personas?«
¿QUÉ MIRARÍAS?
Y claro, la doctora Eger en el aeropuerto mira a las personas como psiquiatra, es su oficio. Así como un zapatero, lo que mira son los zapatos; o un sastre, los vestidos.
«Si Tú Jesús, estuvieses en un aeropuerto rodeado de gente… ¿qué mirarías? ¿porque te interesarías?… ¡Eso! ¡En las almas y en los corazones! Es lo único que le interesa…«
Y también me pregunto: ¿Jesús escrutaría las almas solamente para ver sus pecados, sus miserias, sus debilidades? No. El Señor, sobre todo, ve las obras buenas de los corazones que mueve el amor, los buenos deseos y propósitos; el olvido de uno mismo. ¡Eso es lo que ve Jesús!
Aunque también verá nuestras miserias y debilidades, pero hasta después…
LLENARNOS DE SÍ
Hace unas semanas apenas, consideramos el gran misterio de la Encarnación del Hijo de Dios:
“El Verbo se hizo carne y habitó entre nosotros”
(Jn 1, 14).
Una de las posibles actitudes de Jesús ante los males del mundo, al nacer, era retroceder, huir… Pero no. Jesús, no se escandaliza con nuestros problemas. Todo lo contrario…
Jesús quiere ayudarnos, quiere sacarnos de ese estado mental de vacío, de hambre. Quiere llenarnos de sí, de Su amor.
Para la muestra un botón. Bueno, no un botón, sino dos citas del Evangelio:
“Si alguno tiene sed que venga a Mí y beba”.
Como dice la Escritura:
“De sus entrañas brotarán ríos de agua pura”
(Jn 7, 37-38).
Se refirió con esto al Espíritu que iban a recibir los que creyeran en Él. Este es el deseo de Jesús: llenarnos de Sí.
Y la otra cita:
“Jesús les dijo: “Yo soy el pan de la vida; el que viene a mí ni tendrá hambre y el que cree en mí nunca tendrá sed”
(Jn 6, 35).
SATISFACER HAMBRE Y SED
“Señor, ¿será posible que lleguemos a experimentar eso en esta vida? …
«Pero Jesús, también he pensado algo: es muy difícil no ver en las personas hambre y sed. En este mundo creo que jamás nos sentiremos saciados de nada…
«Siempre buscaremos cómo satisfacer esa hambre y esa sed. Lo que no significa estar vacíos, permanecer vacíos… Eso Tú no lo quieres… Sino que Tú mismo nos das la clave«.
Es maravilloso meterse en el Evangelio e ir descubriendo las claves para entender lo que nos sucede y poder mirar a Jesús y sentirnos mirados por Él.
Lo importante Señor, no es dejar de tener hambre o de tener sed, sino qué tipo de hambre y qué tipo de sed tenemos.
Y aquí voy con otra cita del Evangelio:
“Bienaventurados los que tienen hambre y se de justicia, porque ellos serán saciados”
(Mt 5, 6).
Qué bueno pedirle a Jesús el don de tener hambre y sed de servicio, de dar por todas partes alegría y paz. Serenidad. Sed de unir. Sed de paz…
Esa es la sed que debemos tener. Esa es el hambre que debemos tener. Y el Señor nos promete:
“Bienaventurados los que tienen hambre y sed de justicia porque ellos serán saciados”.
«Señor, esa es la pregunta que me quería hacer en este ratito de oración: ¿que tipo de hambre y que tipo de sed tengo yo?… Y pedirte que sacies esa hambre y esa sed, ¡Tú lo puedes hacer Señor!
Si buscamos esas fuentes de agua viva. Si buscamos ese pan de vida: Tú Señor, nos colmarás y nos saciarás esa hambre y esa sed«.
Miramos con cariño también a santa María, que nos comprende y perfectamente entiende el vacío que tiene nuestra alma y nuestro corazón.
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