DIOS EL PUNTILLISTA
Tiempo de adviento, tiempo de espera, Dios que se acerca, Dios que ya llega… Sí, Dios que ya llega, y la Iglesia quiere que nos preparemos de modo más inmediato a partir de hoy.
Por ejemplo, la Liturgia nos lo recuerda de modo especial en Colombia y Venezuela con las llamadas “Misas de Aguinaldo”. Pero en la Iglesia Universal, a lo largo de estos días y hasta el 23, en la Antífona antes del Evangelio de la Misa y en la Liturgia de las Horas, se utilizan las llamadas “antífonas Oh” o “antífonas de Adviento”, que son siete invocaciones a Cristo con algunos de los atributos que se mencionan en la Escritura.
Hoy, por ejemplo, lo llamaremos “Oh, Sabiduría”; mañana “Oh, Adonai”, el 19 de diciembre “Oh, Rey”, etc.
Y no me voy a extender acá, pero te invito a buscar en internet la explicación de estas antífonas de Adviento y te recomiendo que averigües también el acrónimo que se completa el día 23 de diciembre con las iniciales de estas siete antífonas. (Te lo dejo de tarea)…
LA GENEALOGÍA DE JESÚS
Volviendo a nuestro Evangelio de hoy, me atrevería a decir que es una de las “pesadillas” de los sacerdotes: la genealogía de Jesús. El solo hecho de pronunciar estos cuarenta y siete nombres hebreos, sin equivocarse, tiene mérito.
Pero además imagínate, tener que predicar una meditación a partir de una lista de personas, la mayoría con historias totalmente desconocidas, y encima – no es por hablar mal de tu familia, Señor – saber que algunos de los personajes nombrados no son para nada modelos de santidad, sino todo lo contrario.
Cabe preguntarse: ¿qué hace este Evangelio de la genealogía aquí en esta recta final de Adviento?
Pues si nos quedamos considerando fijamente cada uno de los personajes sí puede suceder que nos des-edifiquemos o nos perdamos entre tantos nombres.
Pero si nos alejamos un poco, lo suficiente para ver la genealogía completa de Jesús, nos daremos cuenta de que Dios es un artista -este título lo habrás escuchado muchas veces-, pero en este caso, es un artista “puntillista”.
UN CONTRASTE PERFECTO
Una obra puntillista adquiere sentido al apreciarla en su conjunto, y lo que impresiona es precisamente que cada punto está exactamente donde debe estar, para poder crear un contraste perfecto.
Pues la genealogía de Jesús refleja cómo Dios a partir de puntos -grandes o pequeños- y con espacios en blanco, es capaz de crear una obra maestra. De nuevo, si nos quedamos contemplando fijamente uno de los puntos, empezaremos a desconfiar del artista. O a pensar que esta obra concreta no salió tan buena como se suponía.
Incluso ese punto que estamos mirando nos puede molestar, porque estábamos esperando un espacio en blanco, o porque el punto no es del tamaño que queríamos, o porque es más grande o más pequeño…
Del mismo modo, la genealogía de Jesús está formada por puntos que aisladamente nos pueden desconcertar.
Por ejemplo: ¿Por qué quiso Dios incluir a Salomón, un rey que recibió tanta sabiduría para ser justo y que al final acabó en la idolatría? ¿Por qué, entre tantas mujeres virtuosas que Dios pudo considerar en Israel, incluyó a precisamente Rahab, – dicho de una manera elegante-, una mujer de la vida alegre?
EL CUADRO TERMINADO
Pues como una buena obra puntillista, habrá que alejarse un poco del cuadro y ver que todo estaba previsto. Todo es un juego de luces y de sombras que sólo se puede apreciar cuando el cuadro ya está terminado.
Y en este caso concreto, el punto final de la obra es ese prodigio de la Encarnación del Verbo. Hoy leeremos en el Evangelio, ya al final:
“Y Jacob engendró a José, el esposo de María, de la cual nació Jesús, llamado Cristo”
(Mt 1,16).
Este fin, hace que todo lo anterior valga la pena y que nos admiremos por la obra de Dios en la que todo está previsto: Dios lo tenía todo planeado, hasta el más mínimo detalle.
Por eso este Evangelio tiene mucho sentido en esta recta final del Adviento. Nos estamos acercando al final de ese tiempo de preparación y no podemos sino maravillarnos ante el modo en que Dios tenía previsto todo, para que Tú, Señor Jesús, pisaras por primera vez nuestra tierra.
REVIVIRLO, CONTEMPLARLO
En estos últimos días reviviremos todos los inconvenientes que pasaron María y José: las angustias, los cambios de planes, el rechazo, el escuchar una y otra vez que no tienen posada, las incomodidades…
Pero todo eso serán puntos pequeñísimos que servirán para dar mayor contraste a la alegría de contemplar el cuadro ya terminado: el Enmanuel, Dios con nosotros, ¡qué maravilla!
Ya que hablamos de un Dios que prepara con lujo de detalles el nacimiento de Cristo, aprovecho para hacer publicidad a un libro que podemos llevar a la oración en los días de Navidad, y que tiene mucho que ver con esta consideración de hoy: “El Belén que puso Dios”, de Enrique Monasterio, que es todo un clásico de Navidad.
Si en esos pesebres de nuestras casas, nos fijamos únicamente en una mancha marrón en donde debería haber solo verdes praderas, o en la clásica ovejita que siempre está caída patas arriba, diríamos que ese pesebre quedó fatal.
EL PLAN PERFECTO DE DIOS
Pero si contemplamos todo en su conjunto, y prestamos atención a lo que de verdad importa – el “misterio”, donde están José, María y el Niño -, incluso el pesebre más destartalado nos servirá para dar gracias a ese Dios que
“dispone todo antes, más y mejor de lo que tú esperabas”.
Así lo como lo decía san Josemaría (Forja, n. 284).
Dios tiene un plan, y en nuestro caso, consiste en que Él ha dispuesto todo para que podamos llegar a la Navidad muy bien preparados, incluso por medio de las tragedias, de los reveses, de momentos de oscuridad en los que parece que Dios no nos escucha o se olvidó de nosotros.
También de eso se vale Dios para hacer en nosotros una obra maestra.
HISTORIA DE PHIL HANSEN
Y hablando de Dios el puntillista, hay un artista estadounidense llamado Phil Hansen (1979), que durante la secundaria se enamoró de la técnica del puntillismo.
Al cabo de los años estaba tan obsesionado con esta técnica, que sufrió daño permanente en los nervios de la mano.
Fue una verdadera tragedia, porque tuvo que abandonar la escuela de arte y el arte en absoluto por los movimientos incontrolados de su mano.
Pero después de una de las tantas conversaciones con su neurólogo, decidió intentarlo de nuevo y exploró otras formas de arte. Y tuvo éxito.
Puedes buscar sus obras en internet y seguro te sorprenderás por la calidad y el realismo. El truco está en mirar sus obras de lejos.
De hecho, si te acercas, verás que ninguna línea es recta, limpia. Todas reflejan los temblores incontrolables de su mano.
UNA MIRADA AL CONJUNTO
El problema neurológico sigue allí, pero sus obras, están hechas para ser miradas en su conjunto y entonces, son evidentemente realistas.
Por ejemplo, tiene una Mona Lisa, copia de la de Leonardo da Vinci. También una copia de La Creación del hombre, de Miguel Ángel, esa que está en el techo de la Capilla Sixtina.
Si te interesa, él lo explica muy bien en una charla titulada “Embrace the shake”, que literalmente significa abrazar el temblor. Y es una charla sobre cómo darle vuelta a una situación trágica para crecer, aprender y confiar más.
VER EL RESULTADO FINAL
Pues del mismo modo, en el Evangelio de hoy vemos unos trazos de Dios, que tal vez no sean tan rectos o tan limpios como esperaríamos de la genealogía del Rey de Reyes.
Pero lo importante es el resultado final, el cuadro en su conjunto, la tranquilidad de saber que Dios tiene todo planeado.
Y esto no sólo para el evento más importante de la historia de la humanidad – que estamos a punto de celebrar – sino también para cada una de nuestras vidas. Dios, el puntillista, está queriendo hacer de ti Su obra maestra. ¡Tenle paciencia!