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EL AVESTRUZ

EL AVESTRUZ
BUSCA LAS COSAS DE ARRIBA

Seguimos en el tiempo de Pascua, y uno de los textos con que la Iglesia nos anima a aprovechar el impulso de la Semana Santa es el de san Pablo. Se dirige a los de la comunidad de Colosas, en la actual Turquía, recordándoles que Cristo ha resucitado y que con su resurrección también nosotros adquirimos ese derecho a una nueva vida.

Le dice san Pablo a los Colosenses:

«Si ustedes, pues, han resucitado con Cristo, busquen las cosas de arriba, donde está Cristo sentado a la diestra de Dios. Pongan la mirada en las cosas de arriba, no en las de la tierra»

(Col 3,1-2).

LIMPIOS POR LA RESURRECCIÓN DE CRISTO

Yo no sé si tú que me oyes, has tenido alguna vez un perro, pero ni falta que hace. Hay una cosa que es de sentido común, y es que a los perros en general no les gusta que los bañen. Y todo el que ha tenido alguna vez que bañar un perro sabe que, para que su trabajo ‘no caiga en saco roto’, pues una vez que bañas al perro, mientras esté mojado, hay que tenerlo amarrado.

El perro, lógicamente en plan revancha, en plan venganza del que le bañó, si lo deja suelto, lo primero que hace es que va y se lanza en el primer charco que consigue. Se ve muy gracioso. Pero ese perro que está recién bañado, que si puede va y se revuelca en la tierra…

Pues así, la Iglesia insiste e intenta que nosotros no nos volvamos a revolcar en la tierra -como un perro que está recién limpio- por la resurrección de Cristo. Y por eso, este texto tiene muchísimo sentido.

TATUARNOS ESTA FRASE

Esta es una de esas frases de la Biblia que tendríamos que tatuarnos en las pupilas:

«Busca las cosas de arriba».

Es un recordatorio que nos trae mucha paz, porque la resurrección de Jesús que acabamos de celebrar pone todas las cosas en contexto: Dios tiene la última palabra sobre el mal y que tú y yo lleguemos al Cielo, a Dios le parece que vale la pena.

LA LIBERTAD DE LOS HIJOS DE DIOS

Lo de tatuarnos esta frase parece chiste, pero de verdad es una de esas ideas que son fundamentales para quien quiere ser un cristiano coherente en medio del mundo. Y, sin embargo, ¡qué fácil se nos olvida!

Yo me imagino la situación absurda de san Pablo diciéndole esta frase, pero a un avestruz: “Oye, avestruz, busca las cosas de arriba, busca el Cielo”. Y el muy animal -con perdón-, lo que hace es buscar las cosas de abajo: mete su cabeza bajo tierra. Además, lo de buscar el Cielo no le convence mucho. Eso es muy difícil. Eso es para otros, para el águila, para el halcón, para el cóndor. Lo de ella es la tierra.

NO SEAMOS COMO EL AVESTRUZ

En este tiempo de Pascua, aún reciente la resurrección del Señor, Dios nos dice lo mismo a nosotros: “Ey, tú, no me seas avestruz. Date cuenta de que he ganado para ti una nueva naturaleza. Ahora puedes ser libre de volar alto. Antes eras como un avestruz: torpe, a lo sumo un vuelo tan corto que cuenta más bien como un brinco; con una vida tan pegada a lo terrenal, que no te creías capaz de levantar cabeza. Ahora, por la Santa Cruz, he ganado para ti una nueva naturaleza: la de águila, la de la

«Libertad de los hijos de Dios»

(Rm 8,21).

PRESENCIA DE DIOS

Me dirás: padre, ¿por dónde empiezo? ¿Cómo iniciar esta nueva vida? Pues hay muchos modos, dependiendo de lo que Dios haga ver a cada uno en la oración personal. Pero uno de los puntos fijos es el configurar nuestro día a día de modo que estemos buscando constantemente a Dios.

Si tuviésemos que sacar un porcentaje del tiempo que le dedicamos a buscar a Dios en nuestra oración, en nuestro trabajo, en nuestras acciones, en nuestros pensamientos, ¿cuánto daría al día de hoy ese porcentaje? ¿Con qué frecuencia buscas a Dios en todo lo que te sucede a lo largo del día?

Esto es lo que san Josemaría solía llamar ‘presencia de Dios’, y ha de ser una aspiración de todos nosotros los cristianos: que las veinticuatro horas del día -incluso en el sueño- lo podamos convertir en ocasión de hablar con Dios.

EN TODOS LOS MOMENTOS

No creas que es una exageración. Sí se puede y es algo a lo que un alma enamorada puede aspirar: que toda su vida gire en torno a Dios, que pueda verlo siempre a su lado, que pueda hablar con Él con línea directa en su oración personal.

Muchas veces lo que le hace buscar a Dios es el buen recuerdo de favores pasados, de la bondad de Dios, aunque por temporadas parezca que no escucha o que está muy lejos, o que la oración no está rindiendo fruto. Pero es el amor lo que impulsa la perseverancia en esta búsqueda.

Creo que todos hemos pasado por temporadas de sequía en la oración personal. Esos momentos en los que el alma se pone como una piedra y no sabemos qué decirle a Dios. Tal vez se cuela algo de aburrimiento junto con la duda de si vale la pena continuar rezando.

AMOR Y SENTIMIENTO

¿Será que Dios me está escuchando? ¿Por qué no me siento tan bien en la oración como en otras épocas?

Pues, para empezar, el ‘sentir’ es muy mal guía. Es muy fácil confundir el amor con el sentimiento de satisfacción que a veces trae el amor.

Esto, cuando tenemos clases de formación con los jóvenes, es de las primeras cosas que se les enseña: que es peligrosísimo confundir el amor con el sentimiento de bienestar y de alegría, que a veces viene con el amor. Y es que no son la misma cosa…

Si no, pregúntale a una madre si ama a su hijo… y seguramente te dirá que sí, desde el momento en que nació. Incluso lo ama desde antes de que naciera.

Luego pregúntale si todo ha sido siempre color de rosas, y muy probablemente te dirá que no. Que más de una vez -sobretodo si es una madre latina-, que ha sentido el imperioso impulso de lanzarle una chancla, de que muchas veces ha sentido fastidio ante tantas noches de desvelo, de preocupaciones.

Y todo esto dentro del amor, que nunca ha faltado alegría y cariño hacia su hijo. Y la conclusión lógica es que no podemos confundir el amor con el mero sentimiento.

SER FELICES JUNTO A DIOS

Pues Dios quiere que lo amemos, porque sabe que en eso se nos va la vida, se nos va la felicidad. Puede sonar simple, pero mientras más amemos a Dios, más felices seremos. Es que así está escrito en nuestro ADN.

Para eso nos hizo Dios, para eso hizo el paraíso, para eso creó el Cielo, para eso se nos hace el encontradizo tantas veces en nuestra vida: para darnos ocasión de ser felices junto a Él.

BUSCARLO EN LA ORACIÓN

Pero siempre está este peligro de reducir el amor con sentimiento. Y el peligro está en que el sentimiento va y viene. Incluso el sentimiento puede depender de algo tan impredecible como las hormonas, como el clima, la calidad del sueño, el grado de alcohol en la sangre, etc.

Y si nuestro amor a Dios depende del sentimiento, lamentablemente nuestra felicidad también. Y qué triste una felicidad así, volátil, dependiente de donde sopla el viento.

Por eso en la oración, a veces Dios nos quita los consuelos sensibles que otras veces nos dio. Para que no confundamos el amor que nos hace perseverar en la oración con el sentimiento, que va y viene.

En el Evangelio de hoy, el Señor les dirige a las multitudes un correctivo que también nos cae de rebote a nosotros:

«En verdad, en verdad les digo que ustedes me buscan no porque hayan visto signos, sino porque comieron pan hasta saciarse»

(Jn 6,28).

Y ELEVAR LA MIRADA

Es lo mismo que podría decirnos tantas veces en la oración: “Tú vienes porque esperas consuelos sensibles, pero no por amor, y la prueba está en que cuando te quito los consuelos sensibles en la oración, dudas en venir a mí”. 

También en esto Dios quiere que rectifiquemos. Que perseveremos en la oración y no sólo en los ratos de oración mental, sino también en todo nuestro día.

Que podamos convertir todo nuestro día en oración, como estos 10min con Jesús.

Buscarlo llueve, truene o relampaguee, con ganas o sin ganas, con o sin sentimiento. Que miremos al Cielo y nos ilusionemos con llegar allí. Que elevemos la mirada, que seamos más águilas y menos avestruz.

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