Hoy en el Perú se celebra la fiesta de la Epifanía del Señor, igual que en muchos lugares de Latinoamérica. En cambio, en Europa la fiesta de la Epifanía fue ayer, seis de enero, y hoy celebran el Bautismo del Señor, que nosotros celebraremos el lunes. En cualquier caso, el tiempo de Navidad de este año es el más corto.
Hoy recordamos a los Reyes Magos, Gaspar, Melchor y Baltazar, que siguiendo la estrella se dirigen a Belén, para llevarle al niño recién nacido el oro, el incienso y la mirra, sus presentes.
¿Qué representan estos regalos? Jesús nace en un establo, no en un palacio. Y a ese establo se dirige unos reyes; unos reyes que dejan sus palacios orientales para ir al establo.
El oro es un regalo que se da a los reyes y los Reyes Magos sabían que había nacido el Rey de Reyes. Por eso, entregan el oro. Pero también sabían que Jesús era Dios y le entregan el incienso, que se usa para dar culto a la divinidad. Por eso, el Niño recibe ese reconocimiento: Jesús es Dios. El Niño recién nacido es Dios, el Verbo que se hizo carne para habitar con nosotros.
La mirra es una resina que se utiliza para embalsamar. La mirra que le entregan a Jesús es como un anuncio anticipado de la muerte. Jesús que ha nacido en Belén, a los treinta y tres años, va a morir en la cruz y se va a entregar a la muerte para salvarnos de la esclavitud del pecado y para llevarnos al cielo. La mirra es como una protección de su cuerpo.
LOS REYES MAGOS PROTEGIERON AL NIÑO
Tenemos que mirar en esta escena del evangelio, en esta escena de los Reyes Magos que van a adorar al niño Jesús, algo que les pasó en el camino. Resulta que, estos reyes que venían de Oriente decidieron saludar a la autoridad y pasaron a visitar al rey Herodes.
Herodes que era vanidoso y sanguinario les hizo todo tipo de preguntas sobre ese niño que había nacido en Belén y que la gente está hablando mucho de Él. Como los Reyes Magos estaban en camino, todavía no habían visto nada; no sabían qué decir.
Herodes, les pidió que averiguaran bien y que le dieran esa información al retorno, cuando pasaran otra vez por ahí. Porque decía Herodes, que él también quería ir a adorar al niño.
Los Reyes Magos, al ver la conducta y la actitud de Herodes, se dieron cuenta que no era trigo bueno; intuyeron su hipocresía y decidieron no pasar de regreso. Por allí, tomaron otro camino.
Este pasaje nos da muchas luces. Herodes mentía y se presentaba como un hombre correcto. Es lo que hacen los que no aman a Dios, ¿no? Guardan las formas, se presentan como personas honradas, sinceras, que quieren hacer las cosas bien… y lo que quieren es aprovecharse de los buenos, para obtener beneficios, como es el caso de Herodes que quería aprovecharse de la buena conducta de los Reyes Magos, no para adorar al Niño, sino para eliminarlo.
Herodes representa la autoridad que odia a Dios. Hay autoridades que odian a Dios; esas autoridades persiguen todo lo que está a favor de Dios. Así pasó en Roma con los primeros cristianos que fueron perseguidos y ellos se escondían en las catacumbas. Así, también, pasa en muchos lugares del mundo ahora, hay autoridades que persiguen a Dios, que no quieren saber nada con Dios, quieren eliminarlo.
LA SOBERBIA DESTROZA
Herodes creía que tenía un gran poder para destruir a Jesús y a sus discípulos; por eso, manda a matar a todos los niños de Belén. Luego, manda ejecutar a Juan Bautista. Su amor propio y su vanidad es lo que más pesaba en él, lo que más valoraba él, se amaba demasiado a sí mismo. Cómo es la soberbia, ¿no? La soberbia destroza. Ese amor, pues, que es corrupto; el amor propio desordenado.
Hoy encontramos en todos los continentes autoridades que, como Herodes, quieren destruir todo lo que es cristiano. Quizás no mandan soldados, por ahora, pero utilizan otros sistemas para apartar a la gente de Dios, para que la gente se olvide de Dios.
Los Reyes Magos actuaron con una gran prudencia, ellos no hicieron escándalo, guardan silencio y toman otro camino de regreso para no ver a Herodes. Ellos nos enseñan a saber actuar frente a los poderosos, a los que nos pueden hacer daño, nos enseñan a huir de los peligros.
San Josemaría Escribá decía:
“No tengas la cobardía de ser valiente: ¡huye!
(Camino p.132),
porque a distintas situaciones que ocurren lo mejor es huir. Otras veces, tenemos que hablar y decir las cosas claras y enfrentar un problema para darle una solución. Pero, en otras ocasiones hay que huir del mal, porque nos hace daño.
Todos nos podemos contagiar, no podemos decir: -No, a mí no me pasa nada. Y si lo decimos, luego tenemos que sufrir las consecuencias, porque no somos inmunes, todos somos pecadores.
Muchas veces tendremos que huir sin enfrentarnos, salirnos de los sitios donde se ofende a Dios; salirnos rápido. No frecuentar los lugares donde se ofende a Dios. Esas plataformas de pecado que nos advertía el Papa san Juan Pablo II: estructuras de pecado. Salir de ahí.
DARLE LO MEJOR A DIOS
También como los Reyes Magos tendremos que recorrer, quizás, un camino más largo, un camino para huir, pero también un camino para ir a Dios. A veces, se hace largo ese camino, para llevarle al Señor nuestros presentes y, uno tiene que superar los obstáculos, las dificultades que se encuentran en el camino, ¿no? Porque no todo es un camino llevadero, ¿no? Hay obstáculos, dificultades…
Incluso, tenemos que dejar algunas cosas que son buenas, porque son mucho mejores las cosas que le podemos llevar al Señor; y entonces tenemos que hacer espacios y tener tiempo para alabar a Dios, para adorar a Dios.
A Dios siempre hay que darle lo mejor, lo mejor de nuestro tiempo, lo mejor de nuestra vida. ¡Lo mejor para Dios! No nos equivocamos cuando ponemos a Dios en primerísimo lugar. Además, Dios es más generoso que nosotros y nos da muchísimo más de lo que pensamos.
¿Cuánto nos ha dado Dios? ¿Cuánto le debemos? Tengamos la alegría de pagarle esa deuda buenísima que tenemos con Dios, eso nos pone muy contentos, porque tratamos, pero nunca llegaremos a todo lo que él nos da, ¿no? Pero, ese poquito que nosotros le podemos dar, nos da una alegría muy grande, ¿no?
Además, amor con amor se paga. Es un pago que nos enriquece, cuanto más damos, más felices somos y siempre podemos dar más. San Josemaría nos decía: ¿y no podías dar un poquito más? Por supuesto que podemos dar más y Dios nos hace millonarios del amor y nosotros podemos hacer felices a los demás dándoles el amor de Dios que tenemos en el corazón.
Es un amor que perdura, que es fiel, endereza todo, es limpio, lleva todo hacia el cielo, donde está la felicidad eterna. Los amores de la tierra sin el amor de Dios son efímeros, se acaban rápido y nos dejan vacíos.
Estos presentes de los Reyes Magos representan todo lo que podemos dar a Dios. Son símbolos de algo más grande, como la humildad, la sencillez que nos permiten amar, sin pensar en nosotros. No tengamos miedo de darle todo nuestro amor a Dios. Y el que es más generoso que nosotros, lo multiplicará. La manera de ser felices en la tierra es proyectarnos al cielo con esperanza, llevando con nosotros a las personas que el Señor pone en nuestro camino.
Además, tenemos la gran compañía de nuestra Madre, la Virgen María, que siempre está y nunca nos abandona.
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