Es una maravilla que podamos contar con este proyecto de 10 minutos con Jesús. Ahora podemos empezar agradeciéndole a Jesús esto: “Señor, gracias porque hay un montón de gente que hace posible esto. Señor, gracias por los que coordinan las plataformas: WhatsApp, Facebook, Spotify, Instagram, YouTube…”
Es bueno que empecemos así, agradeciéndole al Señor: “Señor, gracias por ese montón de gente que organiza, que distribuye, que hace posible que tantas personas nos acerquemos a Ti, que podamos rezar un ratito cada día”.
Hoy día en el Evangelio, hay una frase que tiene bastante de esto mismo. Dice el Evangelio:
“Con muchas parábolas parecidas les exponía la Palabra acomodándose a su entender”.
(Mc 4, 33)
JESÚS QUIERE QUE APRENDAMOS
En el Evangelio de hoy día aparecen algunas imágenes que pone Jesús para explicar cosas, para animar a la gente, para animarnos también ahora a nosotros, rezando.
Imágenes distintas y cómo Jesús, dice el Evangelio:
“Acomodándose a su entender”.
Te has fijado cuando (todos hemos tenido la experiencia) alguna persona que tiene la capacidad de explicar una misma cosa de distintos modos y usa imágenes y usa ejemplos hasta que uno entiende o sólo usa una imagen. Pero claro, para esas personas: si son niños, de esta manera; si son personas ya con experiencia en tal ámbito de la vida, de esta manera y así… “Jesús, Tú haces lo mismo, hablas conmigo, hablas con cada uno de nosotros en el corazón, adaptándote, acomodándote al corazón de cada uno, al ritmo, a las palabras…” es fantástico esto.
Se nota cómo Jesús, nos lo cuenta el Evangelio, también hoy en día. Ahora, por ejemplo, este proyecto entre tantos buenos proyectos que hay. Este proyecto de 10 minutos con Jesús, como una manera en que el Señor llega a nosotros cariñoso, cercano.
DAR GRACIAS A DIOS POR TANTAS COSAS
Hay un punto de aquel librito que se llama Camino, quizás te suena, que habla de darle gracias al Señor por tantas cosas, por esto mismo, por proyectos como este, por lo cercano que te tenemos Señor. Hay un punto que dice:
“Acostúmbrate a elevar tu corazón a Dios, en acción de gracias, muchas veces al día. -Porque te da esto y lo otro”
y sigue san Josemaría:
“también -Porque te han despreciado”.
(Camino, punto 268)
Por todas las cosas. De hecho, termina diciendo san Josemaría, ese puntito dice:
“Dale gracias por todo, porque todo es bueno”.
Esto es una experiencia de tanta gente buena, de los santos también, en especial, de qué bueno es darle gracias al Señor, darnos cuenta durante el día de tantas cosas buenas, de cómo el Señor, esto que dice el Evangelio, se adapta, se acomoda a nuestro entender y nos explica las cosas, nos va transmitiendo y nos va acompañando, pero tantas cosas durante el día.
DAR GRACIAS A DIOS FRECUENTEMENTE
Ahora mismo, podemos decirle al Señor también esto: “Gracias Señor, porque sé que me miras, que me oyes, porque sé que me acompañas. Gracias Señor, porque lo sé y puedo responderte” y, quizás, además de este darle gracias a Jesús, puede transformarse nuestra oración también en una petición.
Decirle: “Señor, te pido por los que no lo saben o porque quizás lo saben en la teoría, pero no saben en la práctica, no tienen experiencia cómo hacerlo de verdad, cómo darte gracias durante el día. Señor, te pido por ellos, te pido por los que no rezan para que recen, para que levanten el corazón hacia Ti, para que te agradezcan”.
Es muy bueno darle gracias al Señor frecuentemente, durante el día, por tantas cosas buenas y también pedirle al Señor constantemente, podemos hacerlo ahora. Esto tiene tanto (por decirlo así) del ADN de la Iglesia, del recibir, del estar en el cariño de Dios constantemente, toda nuestra vida aquí en la tierra y, luego, totalmente en el Cielo.
SER CONSTANTE
“Señor, gracias por la Iglesia, gracias por Tu presencia con nosotros, entre nosotros y, Señor, te pido para que muchos conozcan más Tu corazón, para que se acerquen a Ti en la Iglesia, a Tu cariño inagotable”.
A propósito, tengo unas imágenes que pone hoy día el Señor, dice:
“El Reino de Dios se parece a un hombre que echa la semilla en la tierra y duerma o vele noche y día, la semilla nace y crece sin que él sepa cómo. Porque la tierra produce fruto ella sola: primero hierba, después espiga y, por fin, trigo maduro en la espiga”.
(Mc 4, 26-28)
El Señor se fija en eso y le hace a los demás que se fijen. Un artesano, por ejemplo, que está haciendo una mesa, una mesa más trabajosa que requiere más tiempo, se acaba el día y uno deja la mesa hasta donde llegó ese día. Al día siguiente, retomará temprano y uno sigue trabajando.
La mesa se va formando mientras uno está trabajando. Durante la noche, cuando ese artesano está descansando, la mesa está ahí sin hacerse. Basta la experiencia de un artesano que hace una mesa o de alguien que está sembrando en el campo, si tiene un paño de terreno grande y lo va sembrando, llega hasta donde llegó aquel día y al día siguiente ya terminará y así…
LA SEMILLA CRECE NOCHE Y DÍA
En cambio, el Señor muestra cómo una semilla, el sembrador la pone en tierra y la semilla constantemente crece, noche y día; o sea, que aquel agricultor duerme o está despierto y la semilla va creciendo. Así dice Jesús:
“El Reino de Dios es así, crece constantemente, va germinando, se va formando: primero hierba, después espiga…”
Esta imagen que nos ponía el Señor, también nosotros podemos darnos cuenta como así también es la Iglesia, cómo así es el Reino de Dios ahora, hoy, entre nosotros, en el corazón de cada uno de nosotros.
“Gracias Señor por cómo nos explicas las cosas”, le podemos decir ahora, “Gracias Señor por cómo Tu presencia en nosotros va dando frutos:
“primero hierba, después espiga y, por fin, trigo maduro”,
como dice Jesús en el Evangelio.
GRACIAS A TI SEÑOR
Qué bueno que agradezcamos mucho. Hace algún tiempo el prelado del Opus Dei, en un mensaje, hablando de estas cosas en la Iglesia, (en el Opus Dei como son regalos de Dios, la presencia de Dios, la gracia del Señor) recogía unas palabras de san Josemaría que eran:
“Te agradezco, Señor, que hayas procurado que yo comprenda, de manera evidente, que todo es tuyo: las flores y los frutos, el árbol y las hojas y esa agua clara que salta hasta la vida eterna. ¡Gratias tibi, Deus!
(En diálogo con el Señor, p. 308)
Así terminaba san Josemaría, con esas palabritas en latín: Gracias a Ti Señor. Démosle gracias al Señor ahora, terminando nuestra oración por cómo Él se nos acerca y nos hace entender las cosas; por cómo la Iglesia, el Reino de Dios, va creciendo constantemente. Démosle gracias a Dios por todo, porque todo es bueno.