Hoy celebramos la fiesta de la Santísima Trinidad y por eso te propongo dedicar estos minutos a contemplar nada menos que el interior de Dios.
“ENTRÓ HASTA LA COCINA”
Uno de los parámetros que al menos yo tenía cuando era de tu edad para saber qué tan amigo era de mis amigos, era que tanto conocía su casa. Si ibas y no pasabas de la entrada, pues ya se ve que no era “tan tu amigo”.
Un segundo paso era pasar a la sala de estar. Pero cuando ya te enseñaba su cuarto, incluso la cocina, pues como que te estaba diciendo “estás en tu casa”.
Ya la prueba de fuego, ya un poco más grande era de ir al refri, abrirlo y agarrar una cerveza, o sea, si te atrevías a hacer eso es que ya realmente ese amigo y tú estaban pues muy unidos.
De hecho hay un dicho que dice: “Entró hasta la cocina” y ya lo máximo también que había era pues, bueno, ponerte a cocinar con su familia; entrar, salir de la cocina poner y quitar las cosas de la mesa, sentirte en confianza…
Bueno, pues esto es lo que ha hecho Dios con su casa este día, al revelarnos este misterio, abrirla de par en par, decirte: “Entra hasta la cocina, estás en tu casa”.
JESÚS ES NUESTRO AMIGO ÍNTIMO
Es más, ha salido de su casa para invitarnos a entrar y descansar con Él, ha venido en persona, es Jesús que nos dice:
“A ustedes ya no los llamo siervos, sino amigos porque todo lo que me ha dicho el Padre se los he dado a conocer”.
Dios con este misterio nos da a conocer su casa, hasta el closet, hasta la cocina hasta el refri, que es su su intimidad, su persona.
Que tú y yo podamos conocerlo no solamente externamente por sus obras y quedamos pasmados al contemplar la creación: una puesta de sol, las montañas, el brillo de las estrellas, los animales, las plantas, las flores…
Todo está ahí para que tú y yo disfrutemos de ello. Pues si hay tanta belleza en lo creado, ahora imagínate en el interior de quien ha creado todo eso, la belleza que hay.
POR MEDIO DE LA CREACIÓN CONOCEMOS A DIOS
Así que no sólo está ahí la creación para que tú y yo conozcamos a Dios externamente, sino también nos ha revelado.
Nos ha mostrado, nos ha abierto su interior, como es Dios por dentro y siendo como eres ¡Tan grandioso, Dios mío!, ¡tan omnipotente!
Eres tan sencillo, te muestras que eres amor, que eres misericordia, que eres familia. Eres comunión de amor de Tres Personas distintas, que son un único Dios y entre ellas, dándose una perfecta comunicación: Una perfecta unidad.
Bueno, podríamos decir, el misterio de la Santísima Trinidad es el misterio de la familia de Dios y yo que me veo llamado no solo a conocer, sino a participar de la intimidad de la familia de Dios.
Y llenarme así de esperanza, de alegría, de que pase lo que pase, no pasa nada.
Leí en las noticias que muchas despensas no han podido ser entregadas a la gente pobre de allá de Cozumel, porque desde hace más de una semana no ha dejado de llover, aprovechamos para encomendarlos.
Me acordé de cuando mi papá trabajó allí por un tiempo, nos contaba que en sus ratos libres hizo un curso de buceo, y cómo le fascinaba ese mundo nuevo de peces de todos los colores.
CUÁNTO MÁS BUSCO, MÁS ENCUENTRO…
Así veía santa Catalina de Siena a Dios, como un mar muy profundo en el que decía:
“Cuanto más busco, más encuentro y cuanto más encuentro, más busco”.
Pues ojalá tú también te animes en estos minutos de oración que procuras dedicarte para hablar con el Señor cada día, pues adentrarte, a bucear, a descubrir, a explorar este mar muy profundo.
Tres Personas, Padre, Hijo y Espíritu Santo que tienen la misma naturaleza y divinidad, la misma eternidad, poder y perfección.
Es el misterio central de nuestra fe y de nuestra vida cristiana, porque es el misterio de Dios en sí mismo, un misterio inalcanzable con el uso exclusivo de nuestra razón.
Y menos mal, porque Dios mío, serías tan chiquito si cupieras en mi cabeza, pero es claro, lo propio de Dios es no caber en mi cabeza, no caber en todo el mundo.
Y pensar que un Dios así de grande, me quiere y quiere que te dejes querer por Él, que te dejes perdonar por Él.
Pues hoy te contemplamos, te alabamos, te damos gracias, eres nuestro Creador, nuestro Salvador, nuestro Santificador: ¡Lo eres todo!
Pero es que también nos ha revelado que hemos sido tú y yo, hechos a imagen y semejanza de Él. Que conociéndole a Él nos conocemos también a nosotros mismos y por tanto, que nuestro corazón está hecho para amar y para ser familia.
Ahí donde estamos, ahí con quién estamos, a través del servicio y del perdón, que son muestras del verdadero cariño.
EN EL NOMBRE DEL PADRE Y DEL HIJO Y DEL ESPÍRITU SANTO
Que nuestra actitud con la gente con la que vivimos sea un reflejo de esa familia de Dios.
Cuando vamos a misa, recuerdas cómo empezamos, como todas las oraciones, ‘la misa que es la oración por excelencia’, comienza siempre así:
En el nombre del Padre y del Hijo y del Espíritu Santo;
estamos haciendo un gesto y en esta simple y sencilla frase estamos diciendo que le pertenecemos a Dios.
Ahora que hay un secularismo moderno y muy potente, parte de lo que supone es que en esencia no perteneces a nadie, que somos nosotros mismos que nos determinamos, que nos dirigimos y que buscamos la felicidad por derecho propio.
Olvidan lo que decía san Pablo a los cristianos de hace mucho tiempo:
«Ninguno de nosotros vive para sí, ni tampoco muere para sí, si vivimos vivimos para el Señor y si morimos, morimos para el Señor, tanto en la vida, como en la muerte, pertenecemos a Dios».
En contraposición con la modernidad, los católicos afirmamos: tu vida no se trata de ti, como la liturgia declara desde el comienzo mismo de la misa, con la señal de la cruz. Es como una invitación a sentirnos en familia, a salir del egoísmo.
Entender y vivir el misterio de la Santísima Trinidad tiene mucho que ver con saberse parte de un equipo, de una familia.
MEJOR PELÍCULA EXTRANJERA “ROMA”
En algunas familias era costumbre tener personas de servicio que terminaban siendo parte de la familia, las famosas ‘nanas’, como la del director de cine Alfonso Cuarón, a quien dedicó una película: “Roma”.
Y que hablando de uno y tres, es una película que ganó tres Oscars el año pasado.
Entre ellos, el Oscar a la mejor película extranjera. La película es una especie de autobiografía, que se basa principalmente en la infancia del cineasta Cuarón junto a su familia.
Pero si bien retrata una parte de la infancia de este hombre, él no es el protagonista de la historia, sino su nana. Su nombre ficticio es Cleo. Sin embargo, su nombre real era Lisboria Rodríguez, ‘Libo’ como le decían cariñosamente.
La portada de la película da cuenta del cariño inmenso que este director de cine Alfonso Cuarón, cineasta mexicano, le tiene a su nana.
TRISAGIO ANGÉLICO
Y hablando de nanas y de la Trinidad, termino contándote la historia de otra nana, se llamaba Rita. Una mujer que no sabía leer ni escribir, pero que tenía un conocimiento y amor tan grande a Dios. Quienes la trataron no dudaron en afirmar que sabía más teología que muchos teólogos.
Una de las cosas que hacía todos los días, era rezar el Trisagio Angélico, una oración que normalmente se reza durante los 3 días previos a esta fiesta.
Cuál sería la piedad de esta mujer, que lo rezaba los 365 días del año y en una versión larguísima… Y que se había aprendido de memoria.
La recitaba despacio, saboreando en cada palabra el trato íntimo que mantenía con las Tres Divinas Personas.
Ella sabía sacar tiempo para hacerlo. Tú y yo quizá todavía no tenemos ese tiempo, quizá algún día lo tendremos…
De momento te sugiero que lo que sí reces, sea una oración sencilla y muy bonita para recitar cada día. Y es con la que te propongo terminar estos minutitos de oración.
Pero con la que también podemos poner fin a cada uno de nuestros días, al llegar la noche. La repetiremos tres veces, en honor de la Trinidad, como tiene costumbre de hacerlo el Papa:
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.
Gloria al Padre, Gloria al Hijo, Gloria al Espíritu Santo, como era en un principio ahora y siempre por los siglos de los siglos, Amén.