DÍA PARA VER LA CRUZ
Este es el viernes que da razón a todos los viernes. Es el viernes que vale la pena escribir con mayúscula. Hoy es Viernes Santo. Viernes de Pasión. Es Viernes Santo y esto no te puede dejar indiferente…
El único día del año en que no se puede celebrar la Santa Misa. Lo que se celebra en las iglesias son los Oficios de la Pasión del Señor. «Ayer fue la Última Cena y hoy brotarán de Tu costado, Señor, los sacramentos de la Iglesia cuando el centurión te abra el corazón con la lanza y salgan de allí la sangre y el agua de nuestra salvación».
Hoy es día para ver la Cruz, es día para besarla. Es día para decidirnos a cargar con ella porque ya son suficientes veintiún siglos en los que Jesús la viene cargando solo… Hoy es día para decirte: “Baja de la Cruz Señor que ya es hora de que nosotros subamos a ella”.
Hoy es Viernes Santo y esto no te puede dejar indiferente…
La Iglesia hoy nos pide recordarlo de forma especial. Aunque es una realidad eternamente presente.
LIBRO DE LA PASIÓN
Porque, como dice el poeta:
“Jesús (…) está en agonía hasta el fin del mundo,
todos los días son viernes santo y todas las noches también.
Que diga alguna noche si no contiene al crucificado,
si no se escurre su divina sangre por las cloacas.
El mundo es una misa que se parece al mundo,
con la diferencia de que el cielo y la tierra nunca jamás dejan de asistir inclinados con curiosidad infinita sobre ese cáliz de todas las muertes (…)
Y quién no ha sentido silbar el viento entre las montañas,
rezando como un muerto las catorce estaciones del vía crucis.
Ese viento ama a Jesucristo sobre todas las cosas,
y por eso es un ángel que anda llorando a gritos toda la historia de la pasión” (José Miguel Ibáñez Langlois, Libro de la Pasión).
ESE DIA ES HOY
Es cierto: todos los días son viernes santo, pero hoy es Viernes Santo con mayúscula. Ese día es hoy.
Muchas familias tienen la tradición de rezar hoy el Vía Crucis a las tres de la tarde. Porque a esa hora murió el Señor.
Lo puedes hacer, si quieres. Yo solo te pido que no dejes de asomarte hoy al Calvario, que no dejes de asomarte hoy a la Cruz. Porque hoy es Viernes Santo y no te puedes quedar indiferente.
Asómate y aprende. Porque la Pasión es una historia de amor. De esas escritas a lo lindo. Con cada frase pensada. Con cada movimiento… que grita, ¡¿qué grita?!, que susurra cosas encendidas al oído. Puedes asomarte como quieras, como puedas.
SER UN PERSONAJE
San Gregorio Nacianceno hace ya muchos siglos sugería:
“Imitemos su pasión con nuestros padecimientos, honremos su sangre con nuestra sangre, subamos decididamente a su cruz.
Si eres Simón Cirineo, coge tu cruz y sigue a Cristo.
Si estás crucificado con él como un ladrón, como el buen ladrón confía en tu Dios. Y si por ti y por tus pecados Cristo fue tratado como un malhechor, lo fue para que tú llegaras a ser Justo.
Adora al que por ti fue crucificado, e, incluso si estás crucificado por tu culpa, saca provecho de tu mismo pecado y compra con la muerte tu salvación.
Entra en el paraíso con Jesús y descubre de qué bienes te habías privado.
Contempla la hermosura de aquel lugar y deja que, fuera, quede muerto el murmurador con sus blasfemias.
Si eres José de Arimatea, reclama el cuerpo del Señor a quien lo crucificó, y haz tuya la expiación del mundo.
Si eres Nicodemo, el que de noche adoraba a Dios, ven a enterrar el cuerpo, y úngelo con ungüentos.
Y si eres una de las dos Marías, o Salomé, o Juana, llora desde el amanecer; procura ser el primero en ver la piedra quitada, y verás también quizá a los ángeles o incluso al mismo Jesús»
(San Gregorio Nacianceno, Oratio 45, 23-24: PG 36, 654-655).
ASOMARNOS A LA CRUZ
Asómate como quieras, pero asómate. Porque hoy es Viernes Santo y no te puedes quedar indiferente.
“En Florencia, un joven de familia noble y poderosa llamado Juan Gualberto ve cómo su único hermano muere asesinado. Un tiempo después, el día de Viernes Santo del año 1003, cuando él tiene solo dieciocho años, cabalga rodeado de varios hombres armados, camino de Siena.
En una revuelta del camino, se encuentra con un hombre al que reconoce de inmediato como el asesino de su hermano. No tiene escapatoria, ni posibilidad de hacer frente a aquella tropa. No le queda más remedio que someterse a la ley inexorable de la venganza, que exige su sangre.
Todo ocurre muy deprisa. En un súbito arranque, inspirado por el sentimiento religioso, aquel desdichado baja del caballo, se arrodilló con los brazos en cruz, y le dice: «Juan, hoy es Viernes Santo. Por Cristo que murió por nosotros en la cruz, perdóname la vida».
Y Juan se disponía a asestar el golpe mortal, cuando aquel hombre, viéndose ya perdido, musitó: —Jesús, Hijo de Dios, perdóname Tú al menos.
Pues al oír esto, Juan arrojó la espada, bajó de su caballo, levantó al asesino, le abrazó y le dijo: —Por amor a Cristo, por la sangre que hoy derramó Jesús en la cruz, te perdono.
La lucha entre la sed de venganza y la conciencia de su deber de cristiano, aunque duró breves instantes, debió de ser muy fuerte en el alma de aquel joven caballero.
Estaba por allí cerca, a orillas del Arno, la abadía de San Miniato. Entró en la iglesia y se arrodilló ante la imagen de Cristo crucificado. Y la mirada de aquel Cristo quedó clavada en su alma. Así pasó varias horas.
Desde aquel día, Juan Gualberto no fue el mismo de antes. Sus aspiraciones mundanas le parecían vanas. No pasó mucho tiempo antes de que llamara a la puerta de ese monasterio y pidiera al abad vestir el hábito benedictino.
Fue un gran monje, y poco después fundó en los bosques de Vallumbrosa una nueva orden religiosa, con muchos monasterios en Italia, y hoy es San Juan Gualberto.
Dios salió a su encuentro de aquel modo tan singular y él supo reconocerlo”
(La llamada de Dios, Alfonso Aguiló).
NUNCA SER INDIFERENTES
Piénsalo: era viernes santo y Juan no fue indiferente. Y date cuenta: tú y yo tampoco podemos ser indiferentes.
Hoy tras los Oficios de la Pasión del Señor que se celebran en las iglesias, se deja la Cruz sobre el altar desnudo, sin manteles. Se apagan las luces. Se hace el silencio…
El altar desnudo es el cuerpo de mi Señor. Y en ese cuerpo, si te asomas, se ven los coágulos de mis miserias y de las tuyas.
¡Ay!, Si supieras no ser indiferente… Si yo supiera no ser indiferente…
Podemos acudir a nuestra Madre que le acompañó en ese camino que fue precio de nuestro rescate, que estuvo a los pies de Jesús.
Madre nuestra, ayúdame a asomarme hoy al Calvario. A asomarme a la Vía Dolorosa. ¡A asomarme!
Y ojalá, estar junto a ti a los pies de la Cruz y besarle a Jesús sus pies. Besar esa Cruz. Darle las gracias… Asomarme con valentía…
Porque hoy es Viernes Santo y no me puedo quedar indiferente.