Hace 20 años, en mi país, hubo tres políticos que se reunieron para tener un debate. Uno de ellos, sugirió que el debate fuera ese mismo día por la noche (Iban a estar todas las cadenas de televisión).
Pero los otros dos se opusieron y le decían: “es mejor el viernes” y el decía: “no, es mejor hoy”. Y ellos, ya un poco tomándole el pelo, le decían: “¡el viernes! y él, terco “¡hoy!”
Al día siguiente, apareció en los periódicos cómo esta persona había quedado como un terco. Sin embargo, él aprovechó ese aparente defecto o esa terquedad, para hacerlo lema de su campaña política y realmente fue un éxito y ganó la presidencia.
Hasta hizo una canción invitando a la gente al cambio, decía: “el cambio es hoy, hoy es el día oportuno para ser un mejor país”.
“Estamos en la presencia tuya Jesús. Creemos que nos estás viendo, que nos estás oyendo porque estamos haciendo oración. Queremos estar cerca de Ti y lo hacemos con la fe y la confianza de que este tiempo de Cuaresma es un tiempo muy adecuado para lograr una conversión sincera de nuestro corazón.
Que esa conversión, a la que nos invita la Iglesia, no es el mero volver año tras año a revivir esos momentos solemnes de la Pasión, Muerte y Resurrección de Jesús por la Cuaresma.
Que no nos quedemos, tampoco, solo en la superficie de los sacrificios, que no es tan malo porque nos ayudan a ofrecerle algo concreto a Jesús.
TIEMPO OPORTUNO PARA CAMBIAR
Queremos que este tiempo de Cuaresma, que está por terminar, (estamos ya en la cuarta semana) cristalice en un conocimiento más profundo de esta verdad de fe, de saber que Jesús está expectante, deseando que vuelvas a Él. Y, sobre todo, que le dejes estar más cerca de ti.
Para que entendamos cómo funciona la gracia de Dios en nosotros, quizá necesitamos tener un poquito más aquella inocencia de los niños que creen que las cosas realmente pueden cambiar. Que no tengamos el cinismo de pensar que no.
“Como lo he visto por mi experiencia, así como están las cosas, así voy a seguir siendo. Que yo sé cómo soy, es difícil que vaya a cambiar”.
Precisamente, la gracia que el Señor nos quiere dar en este tiempo de Cuaresma, es la oportunidad para convertirnos; es decir, para volver a Él de una forma nueva, sincera. Pero sobre todo, con la confianza de saber que Él lo quiere.
Y esto, lo puedo lograr en este mismo instante. Es lo que estamos escuchando en la liturgia de la misa de estos días. Y por eso te contaba la anécdota de aquel político que decía: ¡Hoy!
Es lo que la liturgia dice continuamente en Cuaresma:
“Si hoy escucharas Su voz, no endurezcas tu corazón”(Heb 3, 15).
Pues hoy… no el viernes, sino hoy es el tiempo oportuno para pedirle a Jesús un cambio.
RENDIRNOS A SU MIRADA
Probablemente, una de las razones más frecuentes que tenemos para alejarnos de Jesús, es imaginar que habrá un tiempo mejor para cambiar. Cuando esté menos ocupado, cuando esté más enfocado, cuando haga mi curso de retiro, cuando esté en un mejor “mood».
O quién sabe qué va a pasar, pero algo va a pasar y pocas cosas hacen tanto daño al alma, como pensar que las cosas llegan por arte de magia.
Por eso, ahora que te has decidido a encender este audio para hacer oración, a ponerte en la presencia de Jesús, te invito a que te abras a esa posibilidad de que este tiempo de gracia, de gracia oportuna y de que todo lo que tienes que hacer para cambiar, es rendirte ante Él,
Este es el auténtico esfuerzo de la Cuaresma: el esfuerzo de dejar a un lado todos los pretextos para dejarlo para después y de hacer un lado la manera como, según tu, funcionan las cosas y redescubrir la auténtica paz y la alegría que vienen de saber (que es muy cierto) que tienes a Jesús muy cerca de ti.
Que tu vida transcurre bajo Su mirada. Yo te garantizo que si te rindes a esa mirada de Jesús, tu vida interior va a ser muy distinta a todo lo que has vivido, a todo lo que has imaginado que puedes llegar a tener.
Todos tenemos experiencia de la fuerza del “eye contact” de mil maneras. Por ejemplo, cuando vas en el coche y quieres pasar; si aquel otro te logra mirar, no puede no dejarte pasar. Y tú, lo mismo; si alguien te pide el paso y te lo pide con una mirada, ¡es que te rindes!
Siempre dejarnos mirar, nos hace caer en cuenta, de quiénes somos, que somos personas humanas. Y dejarte mirar por Cristo, nos hace caer en cuenta, quién es realmente Jesús para nosotros pero, sobre todo, quiénes somos nosotros para Él.
Siempre se han contado historias de cómo la gente salvó la vida por una mirada. Aquel terrorista que iba a matar a su rehén, hasta que tuvo el coraje de mirarlo a los ojos y lo perdonó. Aquellos enamorados que descubrieron en los ojos de su amado, un cielo de estrellas…¡pues convéncete!
TU VIDA ES FELIZ CUANDO TIENE SENTIDO
No cuando está llena de sensaciones; y el sentido de tu vida, se lo da tu capacidad de vivir enamorado de Jesucristo. Para enamorarte de Jesús, tienes que descubrir Su mirada. Pero más que mirar a Cristo, tienes que dejar que Él te mire y rendirte ante Su mirada.
Hace unos días, celebramos la elección del Papa Francisco, el inicio de su Pontificado. Todo aquello que sucedió en el mes de marzo de 2013. Ese mismo 2013, el Papa, en octubre, fue a ver a su patrón, San Francisco de Asís.
Precisamente, el día de su santo, el 4 de octubre, se trasladó a Asís en Italia. Considerando la vida de San Francisco, durante su homilía, decía algunas cosas que nos pueden servir para este diálogo que estamos teniendo con el Señor:
“¿Dónde inicia el camino de Francisco hacia Cristo? y responde:
–Comienza con la mirada de Jesús en la cruz. Dejarse mirar por Él, en el momento en el que da la vida por nosotros y nos atrae hacia sí”
(Visita Pastoral a Asís. Plaza de san Francisco, Asís. 4 de octubre de 2013).
Mientras escuchamos estas palabras, podríamos pensar: Esto de dejarme mirar por Jesús es un poquito teórico. Pero yo, lo que quisiera sugerirte, es que lo intentes, porque si lo intentas, vas a descubrir que, en realidad, no es nada fácil, que requiere bastante esfuerzo.
Y que parte de ese esfuerzo, es ese sentimiento de tener miedo de dejar que Él nos mire exactamente como somos. Quizá nos cuesta mantener la mirada y miramos a otro lado.
LA MIRADA DE JESÚS
Tienes miedo de sentir que si Jesús te mira a los ojos, te pueda mirar decepcionado de ti. O que va a estar enojado contigo y quizá por eso podrías no querer dejar de mirar por Él.
Quizá, el acto de fe y, sobre todo, de confianza que Dios te está pidiendo en esta Cuaresma, consiste en fomentar el deseo de dejarte mirar por Jesús.
Quizá, el mayor sacrificio que podrías hacer en esta Cuaresma es ese. Porque, en el fondo, se trata de romper un esquema preconcebido que tenemos de pensar que Jesús es igual que nosotros.
Claro que es igual que nosotros en un sentido: “lo eres Señor. Eres totalmente humano, pero no eres igual que nosotros en tu forma de amar”.
Porque si tú le haces algo malo a un amigo, tiene razón en estar sentido contigo; y tú, viceversa… pero Jesús no es así.
Jesús nos quiere de otra forma mucho más sublime a como nosotros queremos. Su amor es donación pura, es un regalo; y Su mirada de misericordia que nos salva y nos cura en la medida en que le dejamos entrar.
En la medida en que nos dejamos mirar por Cristo, dejamos que su gracia nos transforme.
Vamos a pedirle esto a la Virgen. Lo hacemos con esa oración tan bonita, es una canción que dice:
María, mírame,
María, mírame,
si Tú me miras,
Él también me mirará…
Acudimos a ti, con confianza Madre, para que nos lancemos a experimentar ese trato de amistad con Jesús. De sabernos queridos, de dejarnos mirar por Jesús en esta Cuaresma; y dejarnos, por esa mirada, purificar, limpiar y transformar. Que realmente podamos convertirnos totalmente.
No mañana, no el viernes, sino hoy.