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JESÚS ES LA PUERTA DEL REDIL

JESÚS ES LA PUERTA DEL REDIL

CAMINAR A SU LADO

En estos 10 minutos con Jesús, como siempre, empezamos pidiéndole un especial auxilio a Él, para que nos ayude a hacer estos minutos conversando con Él, hablándole y diciéndole nuestras necesidades.

Como siempre, empezamos pidiéndole lo que necesitamos en el día, cuál es hoy nuestra necesidad, identificarla. O sea, hoy voy a estar con esta persona, voy a tener este almuerzo, voy a tener esta reunión de amigos,… Lo que sea. Necesito tu ayuda acá, acá y acá.

Decirle al Señor cuáles son nuestras necesidades en el día. Darle gracias por todo lo que hay, por todo lo que ha pasado, por lo que nos pasó ayer, por lo que nos está pasando hoy. Porque tenemos salud y vida, tenemos tiempo, porque lo tenemos a Él…

Adorarlo, decirle que nos alegra infinitamente que Él esté en nuestras vidas.

Jesús, no puedo creer que me hayas elegido, que te hayas fijado en mí y que estés en mi vida y que por lo tanto, yo camine en Tu presencia, que yo camine a Tu lado, de tu mano…

¡Vos en mi barca, Vos en mi vida! Jesús, eso es algo que nunca podré agradecer bastante, pero quiero agradecértelo hoy con estas palabras tan poquitas, tan frágiles y chiquitas…

PEDIR PERDÓN

Pedirle perdón, si tenemos que pedir perdón por algo, porque seguramente no estuvimos a la altura de las circunstancias que ameritan, que seamos parecidos a Dios. Que los demás puedan decir: —Mira, éste lee la vida de Cristo…

Por una respuesta que dimos o por una indiferencia. Porque estuvimos centrados en nuestros problemas, o porque solo nos fijamos en nuestro éxito. Porque solo quería sacar de una conversación, de una juntada algo para mi, lo que sea, pedirle perdón.

Y entonces ya nos adentramos en la oración…

Si vamos dando esos cuatro pasos que siempre tienen que estar presentes en la oración, hemos empezado el día con el pie correcto. Hemos empezado poniendo a Jesús en primer lugar. Después, el resto va a ir solo.

Hacemos todo lo que podemos. Trabajamos todo lo que podemos, cumplimos nuestros deberes…

Pero ya hemos puesto a Jesús como piedra angular de nuestro día. Hoy, Jesús es el protagonista de nuestro día.

EL BUEN PASTOR

En el Evangelio de la Misa leemos:

«En aquel tiempo dijo Jesús a los fariseos: —Yo les aseguro que el que no entra por la puerta del redil de las ovejas, sino que salta por otro lado, es un ladrón, un bandido. 

Pero el que entra por la puerta, ese es el pastor de las ovejas. A ese se le abre y cuida las ovejas. Cuida la puerta, las ovejas reconocen su voz y las llaman a cada una por su nombre y las conduce afuera. 

Cuando ha sacado todas las ovejas, camina delante de ellas. Ellas lo siguen porque conocen su voz. A un extraño no lo seguirán porque huyen de él al no reconocer la voz de los extraños». 

Jesús les puso esta comparación, pero ellos no entendieron lo que le quería decir. Por eso añadió:

«Les aseguro que yo soy la puerta de las ovejas. Todos los que han venido antes que yo son ladrones y bandidos; pero mis ovejas no los han escuchado. Yo soy la puerta. Quien entra por mí se salvará. 

Podrá entrar y salir, encontrar pastos. El ladrón sólo viene a robar, matar y destruir. Yo he venido para que tengan vida y la tengan en abundancia».

Es un evangelio tremendamente conmovedor, un evangelio muy bonito, positivo, lleno de esperanza, porque Jesús nos habla de ese buen Pastor que es Él.

Jesús va delante de nosotros, recibe las pedradas por nosotros y carga con la cruz por nosotros.

CARGA NUESTRA CRUZ

Va delante de nosotros cargando la cruz. Siempre hay que imaginárselo delante nuestro, cargando con la cruz, con nuestras cruces, con nuestros pecados, todos los días…

Todos los días Jesús va delante nuestro, caminando, llevando la cruz nuestra, haciéndose cargo de nosotros, de nuestros dramas, de nuestras angustias, de nuestros problemas y de nuestras enfermedades.

«Traigan a mi todo lo que les pesa, porque yo los voy a aliviar. Yo llevaré su carga». 

El Señor camina delante de nosotros como el Buen Pastor. Los malos pastores van detrás de las ovejas, no delante, y las van apedreando, las van golpeando para que caminen con un palo largo, una vara larga.

El Buen Pastor no le pega a las ovejas. El Buen Pastor simplemente camina adelante y de vez en cuando algún silbado…. De vez en cuando una palabra. Las ovejas reconocen perfectamente su voz.

Saben qué es lo que el Señor quiere, que es lo que el buen pastor quiere y por eso se fían de Él.

El buen pastor claramente genera confianza en las ovejas. Jesús, pastor bueno, puerta de las ovejas. Es un jefe cuya autoridad se expresa en el servicio. Un jefe que para mandar dona la vida y no pide a los demás que la sacrifiquen.

De un jefe así, uno se puede fiar, podemos confiar como esas ovejas que escuchan la voz de su pastor, porque sabe que con él van a pastos buenos y abundantes.

NUESTRO GUÍA

Basta a una señal, un reclamo, y ellas siguen, obedecen, se ponen en camino, guiadas por la voz de aquel que escuchan como presencia buena, como presencia amiga, fuerte, dulce. Que guía, que protege, que consuela, que sana…

Eso es Cristo para nosotros. Nuestro guía y protector; consuelo y médico. Esa es la manera de pastorear de Dios. Dios pastorea cuidándonos. Dios pastorea a través del servicio.

Pastorea como lidera, a través de ese abajarse para servirnos en lo que nosotros necesitamos. Y por eso todo lo nuestro es importante para Dios.

Toda esta semana pasada hemos considerado el Evangelio de san Juan, en el cual habla del pan de la vida, del pan de vida.

Jesús, como pan de vida, que entrega su carne y su sangre, para que nosotros tengamos vida a través de la Eucaristía. Jesús que se hace disponible para que lo podamos comer.

Y como el Rey Midas, que transforma todo en oro, para desgracia suya, porque ese pobre hombre transformaba todo lo que tocaba en oro.

Al principio estaba contento porque transformaba la casa entera, todo lo que tocaba en oro, hasta que tuvo hambre y empezó a intentar comer y no podía, porque transformaba en oro la comida. Y luego la tragedia de transformar en oro a su hija cuando la abraza.

TRANSFORMAR NUESTRO CORAZÓN

Jesús tiene otro toque. Cuando él nos toca no nos transforma en un cacho de oro, nos transforma en Él, nos diviniza, nos endiosa.

Por eso, en cada Eucaristía nos encontramos con Jesús que nos va endiosar. Es una alegría grande poder contar con esa ayuda.

El Buen Pastor se hace Eucaristía para tocarnos, para endiosarnos, para curarnos, para hacer que nos parezcamos cada vez más a Él. Que seamos su clon, su réplica…

Se lo pedimos a la Santísima Virgen que nos ayude a conseguir esa transformación de nuestro corazón.

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