Hoy es el último día del año y siguiendo el calendario de la Iglesia, celebramos la solemnidad de la Sagrada Familia de Nazaret: Jesús, María y José.
Hemos invocado ahora, en este rato de oración a Dios Nuestro Señor y hemos invocado también la protección de los santos, especialmente de María y de José.
Jesús, María y José conforman esa familia, la “Sagrada Familia”, a quien hoy recordamos de modo particular, en el último día del año.
Como es el último domingo posterior a la Navidad, por eso se nos recuerda esta bonita fiesta, que nos lleva a pensar en nuestras propias familias.
Estos días han sido días muy familiares, días también en los que, desde el Adviento, nos han acompañado las figuras de María y de José.
SON DÍAS MUY FAMILIARES
Y a partir de la Navidad, pues también el niño Jesús, que se ha convertido en el centro espiritual de la vida de la Iglesia, en el centro de nuestra propia vida espiritual.
Han sido días muy familiares, de fiesta, de encuentros, de reuniones, de regalos… hoy, en este rato de oración queremos acudir a esos tres integrantes, de esta familia, que san Josemaría llamaba: la Trinidad de la Tierra. Les decía:
¡Jesús, María y José, que esté siempre con los tres!
Queremos repetir esa jaculatoria, acudiendo a ellos, pidiéndole su compañía, que nos protejan, que nos ayuden.
Hacemos nuestra consideración en este rato, sobre la vida familiar, porque la Sagrada Familia es modelo de toda familia, y también es intercesora de toda familia. Pero, en primer lugar: es “modelo”.
Hay que tener un poquito de cuidado porque cuando tenemos modelos, podemos compararnos…
O empezar a pensar: “yo quiero ser así, como esa persona, como ese cantante, como ese actor, como ese deportista, como ese líder social o empresarial, y si no logramos ser como ese modelo, pues entonces nos frustramos un poquito.
O podemos también, terminar imitando lo malo, y en cambio, no alcanzando lo bueno que esas personas tienen, los talentos que pueden ser sobresalientes y no llegamos a tenerlos.
IDEAL DE FAMILIA PERFECTA
También con la familia de Nazaret podría pasarnos, que al mirar nuestras propias familias y al mirar a la familia de Jesús, María y José, pues vemos un gran contraste o por lo menos una gran distancia.
No todo se parece en nuestras familias a esa Sagrada Familia, porque puede ser que, en nuestras casas haya heridas, a veces causadas por las diferencias de modos de ser, de temperamentos, los roces del día a día…
Incluso puede suceder, que haya rupturas. Que, en algunas familias nuestras o cercanas, se haya dado la frustración de no estar completas, o haberse disuelto o que hay miembros de la familia, que se han alejado.
En nuestra cabeza, muchas veces, hay como un ideal de familia perfecta, y resulta que la familia perfecta no existe, la única familia perfecta es la de Nazaret, que estamos hoy celebrando.
Pero nosotros no tenemos que frustrarnos, al encontrar que nuestras familias no son perfectas,
Jesús, María y José, son modelo; no porque nos digan: tienes que ser perfecto, sino porque nos indican un norte, hacia dónde debemos dirigirnos. Un ideal que aspiramos.
Pero no debemos olvidamos del realismo de la vida cotidiana, donde no todo necesariamente sale como queremos.
Tal vez el hecho de que sean modelo, nos indica que hemos de parecernos a cada uno de los miembros de esa familia. Cómo, cada uno afrontó sus circunstancias familiares, sus roles…
En el caso de José, por ejemplo, podemos aprender de su paciencia, de su capacidad de cambiar de planes.
Nosotros a veces, somos un poco inflexibles, no estamos dispuestos a hacer las cosas, sino del modo como nos parece, como se nos han ocurrido, y somos obstinados muchas veces.
Cuántos conflictos provocamos, porque no somos capaces de hacer las cosas de un modo distinto.
DISPUESTOS A CAMBIAR DE OPINIÓN
José estuvo dispuesto a cambiar de opinión, a hacer cosas que uno diría que son arriesgadas o absurdas.
Pensemos en que recibió a María, con el fruto de su vientre, el Hijo, Jesucristo, sabiendo que ese Hijo no era suyo.
José aceptó ese plan, que no estaba entre el suyo inicialmente, ir desde Nazaret hasta Belén, y que María diera a luz allí, pues ella estaba en cinta.
Seguramente que esos no eran sus planes, pero salió el decreto de Augusto, para que todos fueran a sus ciudades de origen a hacer el censo y: ¡Cambio de planes! Vio allí la voluntad de Dios.
O recordemos también, que después de nacer el Niño, y de que los Reyes Magos lo fueran a adorar y a darle sus regalos, se entera que Herodes busca al Niño para matarlo y huye a Egipto.
Ese es el Evangelio que consideramos en la Misa de hoy, esa huida a Egipto, y luego el retorno, ya cuando había pasado el peligro.
Por cuidar de los suyos, José estuvo dispuesto a cambiar sus ideas, a ser dócil a lo que escuchó de Dios, por conducto del ángel, a abandonarse en el fondo en las manos de Dios.
Pidámosle a José, porque no solo ellos son modelos, como decía al principio, sino también son intercesores, que nosotros sepamos cambiar de planes, que seamos flexibles.
María es modelo de humildad, de aceptar las cosas como vienen, a veces nosotros protestamos, ella No, ella lo acepta.
DEJARNOS CUIDAR
Ella no se queja por la incomodidad de un viaje, por tener que dar a luz en un sitio inapropiado, no le reclama a José, ni le echa la culpa por unas contrariedades que sabe que no dependen de él.
Ella acepta todo como venido de Dios y nosotros se lo decimos a María, para que nos ayude como intercesora. Cuántas veces somos tan intolerantes a la adversidad, a la contrariedad….
En estos días de Navidad, deberíamos aprender a aceptar más serenamente, cuando algo sale de un modo distinto a como lo habíamos pensado.
¿Y del Niño, qué aprendemos? Pienso que aprendemos a dejarnos cuidar. Él, que era Dios, se deja atender, por dos criaturas.
Eran criaturas muy perfectas, José y María, pero al fin y al cabo eran criaturas. ¡Qué difícil es dejarse cuidar!
Muchas veces somos autosuficientes, nos molesta sabernos necesitados, sabernos vulnerables
Alguna vez contaba san Josemaría, en un retiro espiritual con sacerdotes que él estaba atendiendo, que fue en busca de un sacerdote mayor, que se le veía un poco solo, y le dijo:
– ¿Y sus hermanos sacerdotes, no le ayudan?
Ese sacerdote, le dijo: -yo me junto solo.
Pues no, nosotros no nos juntemos solos. Sepamos que todos estamos necesitados unos de los otros, y más en este tiempo de Navidad.
Son momentos donde los lazos familiares como que se fortalecen, los afectos están más a flor de piel, estamos más en compañía de nuestros seres queridos.
¡Dejémonos cuidar! ¡Cuidémonos y dejémonos cuidar!
¡PARA TODOS, UN FELIZ AÑO!
Al terminar este año, damos muchas gracias a Dios por todos los beneficios recibidos.
Pedimos perdón también al Señor, por nuestras faltas de correspondencia, de amor, por tantas ofensas que le hacemos a Él o a las otras personas.
También imploramos sus bendiciones para el nuevo año, acudimos a la familia de Nazaret, para que sea nuestro modelo y nuestra intercesión.
Para que pongan en manos de Dios nuestras peticiones, para que a través suyo nos vengan muchas gracias de Dios.
Y también para que sepamos cambiar nuestro corazón, de modo que sea más parecido al de ellos.
¡Para todos, un feliz año! Y una oración, acudiendo a la intercesión de Jesús, de María y de José.
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