En estos 10 minutos con Jesús, vamos a procurar hacer oración con el Evangelio del día, siguiendo esas enseñanzas, esas pisadas.
Jesús ha dicho que Él es el camino y, por lo tanto, queremos mirar Su vida, escuchar Su voz, Su palabra para también -nosotros- poder vivir como Jesús. Porque, de esa manera, alcanzaremos la felicidad en esta vida y, luego, en la vida eterna.
CONOCER LA VIDA DE JESUS
Somos discípulos, somos testigos y, por lo tanto, necesitamos conocer la vida de Jesús al detalle. Dice el Evangelio de San Lucas:
“En aquel tiempo, la gente se apiñaba alrededor de Jesús y Él se puso a decirles: “esta generación es una generación perversa, pide un signo, pero no se le dará más signo que el signo de Jonás.
Pues como Jonás fue un signo para los habitantes de Nínive, lo mismo será el Hijo del Hombre para esta generación.
La reina del sur se levantará en el juicio contra los hombres de esta generación y hará que los condenen, porque ella vino desde los confines de la tierra para escuchar la sabiduría de Salomón y aquí hay uno que es más que Salomón.
Los hombres de Nínive se alzarán en el juicio contra esta generación y harán que la condenen porque ellos se convirtieron con la proclamación de Jonás y aquí hay uno que es más que Jonás””
(Lc 11, 29-32).
Jesús vuelve a insistir en algo que ha salido hace poco en un Evangelio, que es que no admite que le pidamos un signo, pide confianza.
“Esta generación es una generación perversa porque pide un signo”
dice en el Evangelio, porque pide un signo a la medida de su propia cabeza, no a la medida del Corazón ni la Cabeza de Dios.
DIOS PIENSA CON EL CORAZON
Nos cuesta mucho confiar, a veces, en la lógica de Dios porque no es la lógica de los hombres.
Cuando Jesús dice que esta generación es perversa, no lo dice en plan de castigar o de hacerles pasar un mal rato; lo dice con dolor, como diciendo: ustedes tienen un problema que es que no confían en Dios, pretenden ser dueños de Dios, dominar a Dios, entender a Dios, ser más que Dios; y a Dios, en muchas ocasiones, no lo podemos entender.
Tenemos que confiar en lo que Dios nos pide. No le podemos decir lo que tiene que hacer, como aquellos fariseos que le decían a Jesús que no podía curar en sábado.
A veces, Dios se cruza en nuestra vida con un accidente, con una enfermedad, con una dificultad económica, con cosas buenas, con cosas malas… de todo un poco y tenemos que aceptar.
VOLUNTAD DE DIOS
Hace unos días, dejé el auto en una cochera y fui a celebrar misa temprano a las 7:00am y me encontré con que unas tejas, como consecuencia de la lluvia, se habían desprendido hacia el interior de la cochera y habían caído sobre una parte del auto… me lo rayaron.
En ese momento, me costó aceptar. Tardé unos minutos en aceptar que Dios nos pide, a veces, que abracemos la Cruz y que confiemos en Él.
Dios, obviamente, no me tiró las tejas sobre el auto, pero permitió eso para que yo saque de eso un bien, que es mejorar mi corazón uniéndome a la Cruz de esa manera.
Yo no le puedo decir a Dios: “Señor, Vos no podés permitir que esta teja caiga sobre mi auto o no podés permitir que venga este calor o este frío; o que me pase esto o que me pase aquello”.
No le podemos decir a Dios lo que tiene que hacer con nosotros. No le podemos decir a Dios dónde tengo que vivir, qué tengo que comer, qué tengo que ser, cuánto tengo que ganar, qué es lo que me tiene que ocurrir.
Por eso Jesús, cuando esta gente le pide un signo, les dice: “ustedes no van a recibir nada, no tendrán más signos que el signo de Jonás”. Jonás -ya sabemos- va a la ciudad de Nínive (eso no sale en el Evangelio, sale en la primera lectura de la Misa) para recordarle a los ninivitas que tenían que convertirse.
JONAS
También pasa su propia prueba porque, al principio, rechaza lo que Dios le propone. No solo rechaza, sino que sale corriendo. Por eso, se lo traga ese pez que lo tendrá en su barriga durante tres días, hasta que Jonás acepta confiar en Dios.
Dios a Jonás lo agarra y lo zamarrea para que se sacuda de encima la incredulidad… y confíe en Dios. Jonás pensaba que era imposible que le creyeran, no entendía la lógica de Dios. Pensaba que su voz en esa ciudad inmensa, los habitantes de Nínive jamás lo iban a escuchar y, sin embargo, Dios confiaba en él.
La misión era que Jonás fuera a Nínive, recorriera la ciudad de un lado a otro explicándoles que, si no se convertían en cuarenta días, la ciudad iba a ser destruida. Y los ninivitas se convierten, contra todo pronóstico, contra toda razonabilidad.
Se convierten, hacen penitencia, incluido el rey que promulga aquel decreto en el cual manda que todos ayunen, incluidos los animales.
CONFIAR EN DIOS
Nuestra inteligencia no es la brújula que tiene que dirigir nuestra vida, es Dios. La brújula de nuestra vida está puesta en Dios y tenemos que dejar que Dios maneje a Su gusto este barco, aunque a veces no entendamos.
Necesitamos confiar en Dios. Cuando Dios nos pide cosas y permite que nos pasen cosas, saber que todo eso tiene un sentido, una razón y que nunca podemos decirle a Dios lo que tiene que hacer, tenemos que confiar.
Como Jonás después de ese zamarreo que le hace Dios, confía y la ciudad se convierte y Dios no la castiga porque se arrepienten, se convierten y hacen penitencia.
CUARENTA DÍAS
La figura de esos cuarenta días que Nínive tenía para convertirse es, de alguna manera, la figura de la Cuaresma. Tenemos cuarenta días para convertir el corazón mediante el ayuno, la oración y la limosna.
Pensar en Dios, en los demás y en uno mismo. El ayuno nos purifica de aquello que nos hace daño, de lo que nos separa de Dios. La limosna nos ayuda a comunicarnos mejor con los demás; y la oración nos permite comunicarnos con Dios.
Por eso, a través de estos tres medios maravillosos que Dios ha puesto a nuestro alcance en esta Cuaresma, procuremos caminar en la confianza.
“Señor ayúdame a confiar en Vos, no permitas que me aparte de Vos. No permitas que piense que yo tengo más razón que Vos. No dejes que nunca te diga lo que tenés qué hacer.
Ayúdame Jesús a ser dócil a Tu voz, a Tu guía, a Tu mando. Cuando me pidas algo, que yo en seguida responda diciendo: ¡así sea! De esto vas a sacer un bien seguramente; de esto que ahora no entiendo, Vos vas a sacar un gran bien. Confío en Vos”.
Que la Virgen nos ayude a consolidar este deseo.