MANTENER EL DIÁLOGO
Como siempre en estos 10 minutos con Jesús, lo primero que hacemos es pedirle al Señor que nos ayude a mantener el diálogo con Él.
Le pedimos que asista nuestro corazón, que queremos encendernos en el amor de Dios, queremos crecer en intimidad con Jesús, queremos ser más amigos de Jesús de lo que éramos antes de empezar este rato oración, estos 10 minutos con Él.
CRECER CON LA ORACIÓN
Para eso necesitamos pedirle ayuda porque no está en nuestras manos, crecer, pero es importantísimo que cada rato de oración crezcamos aunque sea un poquito, imperceptiblemente.
Que prácticamente no nos demos cuenta, pero que hayamos dado un paso, un paso hacia Él, por eso pidámosle con esa con esa confianza:
Señor, ayúdame a que esté más cerca tuyo, ayúdame a hacer este rato de oración, ayúdame a hablar con vos.
Que te sepa decir cuáles son mis problemas, mis preocupaciones, qué es lo que me gustaría y ponerlo en tus manos, que me preocupa, que me lastima, que me tiene que me tiene mal y lo dejo en tus manos.
Pongo mi corazón en tus manos, no quiero tener otra preocupación que no sea estar con vos, tengo que conseguir esa paz que viene de quien se abandona completamente en tus manos.
QUIERO CONCENTRARME
Por eso Señor ayúdame porque yo no puedo.
En cuanto me descuide voy a escuchar simplemente como si fuera una conferencia este rato de meditación.
O a estar pensando en lo que tengo que hacer, en una inversión, en un trabajo, en algo que tengo que completar, o en la necesidad de un hijo, de una hija, de un pariente, de un amigo.
Y se me va el santo al cielo como decimos, nos distraemos, perdemos el hilo de este rato de conversación con vos Jesús.
Por eso ayúdanos a mantenernos mirándote y sobre todo hablándote, que cada tanto cortemos un poquito, nos salgamos de meditación y te hablemos, te digamos que es lo que nos pasa.
Hoy en el Evangelio de la misa dice lo siguiente:
“En aquel tiempo Jesús fue a Nazaret donde se había criado, entró en la sinagoga como era su costumbre los días sábados y se puso de pie para hacer la lectura”
(Lc 4, 16-17).
Estamos contemplando el comienzo de la vida pública prácticamente, y Jesús lo hace en Nazaret, donde se había criado y en la sinagoga donde había entrado a leer tantísimas veces, durante tantos años la escritura.
MÉDICO CÚRATE A TÍ MISMO
Dice el Evangelio:
“Le entregaron el libro del profeta Isaías y, abriendo el libro, encontró el lugar donde estaba escrito:
El Espíritu del Señor está sobre mí, porque Él me ha ungido, me ha enviado a evangelizar a los pobres, a proclamar a los cautivos la libertad, a devolver los ciegos la vista, a poner en libertad a los oprimidos,
a proclamar el año de gracia del Señor.
Y enrollando el libro, se lo devolvió al que le había ayudado, se sentó. Todos en la Sinagoga tenían los ojos clavados en Él y comenzó decirles:
«Hoy se ha cumplido esta escritura que acaban de oír».
Todos daban testimonio en favor de Él y se admiraban por las palabras de gracia que salían de Su boca.
Y decían: «¿No es este el Hijo de José?» Entonces Jesús les dijo:
«Sin duda me dirán aquel refrán: Médico cúrate a ti mismo”, haz también aquí en tu pueblo lo que hemos oído que has hecho en Cafarnaúm, – en verdad les digo, que ningún profeta es aceptado en su pueblo.
Puedo asegurarles que en Israel había muchas viudas en el tiempo de Elías y estuvo cerrado el Cielo durante tres años y seis meses con una gran hambruna en todo el país;
Sin embargo, a ninguna de ellas fue enviado Elías, sino a una viuda de Sarepta en el territorio de Sidón.
También había muchos leprosos en Israel en tiempos de Eliseo; sin embargo, ninguno de ellos fue curado, más que Naamán, el sirio».
Al ver esto todos en la Sinagoga se pusieron furiosos; y, levantándose, lo echaron fuera del pueblo, lo llevaron hasta un precipicio del monte sobre el que estaba edificado el pueblo con el fin de desempeñarlo.
Pero Jesús se abrió paso entre ellos y siguió su camino”
(Lc 4, 17-30).
LO QUE JESÚS NOS OFRECE ES LO QUE NUESTRO CORAZÓN NECESITA
Hay dos reflexiones que se pueden sacar del Evangelio de hoy, la primera es que Jesús es el hoy de Dios, es el hoy de su salvación. Él nos ofrece aquello que nuestro corazón necesita, desea, espera, alienta a través del Espíritu Santo.
Ese lento camino de liberación y de transformación, que cada uno nosotros tenemos que hacer desde el fondo de nuestra pobreza, de nuestras heridas, nuestras debilidades, de nuestra fragilidad, nuestra esclavitud.
Un camino que solo lo podemos realizar si nos dejamos acompañar por Jesús.
JESÚS NOS LIBERA Y NOS TRANSFORMA
Estamos presos, estamos en un foso, en el foso de nuestras debilidades, de nuestras fragilidades, de nuestros pecados.
Y ese foso necesita que alguien nos tire una cuerda y nos saque de allí, nos libere y ese es Jesús, solo Jesús puede acompañarnos en este camino de liberación, de transformación.
Queremos transformarnos en alguien parecido a Dios, eso es un discípulo de Jesús, alguien que se parece a Dios, que tiene el corazón de Dios, que razona como Dios, que confía en Dios, que está abierto a la lógica de Dios, a la acción de Dios en su alma.
QUE NUESTRO CORAZÓN SE PAREZCA AL DE JESÚS
Por eso están importante para nosotros ese camino de transformación, que todos los días se transforma en un poquitito más nuestro corazón en el corazón de Jesucristo.
Que vayamos como sintiendo esa transformación, que se va a esculpiendo en nosotros, como un artista va esculpiendo en el mármol esa figura que quiere que salga.
COMO MIGUEL ANGEL
Uno se imagina inmediatamente a Miguel Ángel esculpiendo ese bloque de mármol increíble, en el cual estaba encerrada “la Piedad”; la Virgen Santísima sosteniendo en sus brazos a Jesús yacente, Jesús muerto.
Y estaba allí dentro del bloque de mármol, Miguel Ángel decía que él fue sacando lo que sobraba, esculpiendo, esculpiendo, esculpiendo.
EL ESPÍRITU SANTO ESCULPE EN NUESTRA ALMA
El Espíritu Santo hace ese trabajo guiado por Jesús, va sacando de nuestra vida todo lo que estorba y eso es doloroso obviamente.
Porque cada vez que el cincel nos da un golpe, nos duele, duele haber perdido esto o lo otro, este golpe acá, este golpe allá, problemas de salud, la muerte de las personas que amamos, tantas cosas que nos van golpeando de una manera tremenda.
Pero van sacando de nosotros esa escultura, van consiguiendo que nuestro corazón se vaya transformando en un corazón semejante al de Dios.
ACUDIR A JESÚS PARA TRANSFORMARNOS
Que razona como Dios, que piensa como Dios, que aprovecha el tiempo como lo aprovecha Dios, como lo aprovechaba Jesús.
Las horas de Jesús eran exprimidas como un limón, quedaba el Señor extenuado y todos con Él, por qué eran días intensísimos de trabajo, curaba a medio mundo, explicaba, hablaba, aconsejaba, escuchaba y por lo tanto llegaría a la noche muerto.
Porque venía gente de todos lados, a verlo, a pedirle todo tipo de curaciones, de consejos, de necesidades, incluso hasta los niños, ya sabemos que acercaban a Él aunque sea para jugar, sentían el calor de su cercanía.
SOLO LOS NIÑOS SE DAN CUENTA
Y los niños se daban cuenta -como solo los niños se pueden dar cuenta- que Jesús curaba, que en Jesús había luz, había vida, había calor, había salud.
Por eso acudían a Jesús para ser transformados por Jesús, sin darse cuenta para nada, porque un niño no es consciente de eso, pero se acerca a las personas que le van a hacer un bien, por eso se le acercaban a Jesús.
Los días de Jesús eran intensos, su corazón era intenso, y eso es lo que queremos nosotros transformarnos, ser transformados, olvidarnos en lo que estamos.
FUERA EL PESIMISMO
En Argentina -yo soy argentino- por lo tanto vivo en un país que está sumido en una depresión económica, con una inflación muy alta, con muchos problemas de desempleo, de pobreza y, a veces, nos podemos dejar llevar por ese desaliento.
Pienso que los discípulos de Jesús están tan centrados en hacer el bien, están tan al 100 % en sus proyectos, que no se dan cuenta que están viviendo en un país en crisis.
SEAMOS PARTE DE LA SOLUCIÓN
Y justamente eso hace que seamos parte de la solución y no parte problema, el pesimismo no ayuda nada.
Estar dándonos manija de que estamos en un país con inflación altísima, que lo estamos pasando mal, que no sabemos si llegamos a fin de mes, que falta esto, que falta lo otro, que no se puede importar, no se puede exportar, no podemos viajar, la pandemia… un montón de cosas que nos pueden incendiar el corazón del pesimismo.
UN DISCÍPULO DE JESÚS ES OCUPADO
Sin embargo, un discípulo de Jesús tiene muchos proyectos.
Anoche en una comida con amigos hablábamos de esto, tomamos conciencia de que este año nos venimos juntando todas la semanas para hacer proyectos de todo tipo, desde cosas empresarias, cosas de negocios ellos
y nos acompañamos y nos escuchamos y nos sugerimos y nos ayudamos y armamos todo tipo de actividades, que prácticamente ninguno está sumido en esta realidad de pesimismo del país, porque tenemos muchísimos proyectos y no nos da el día para llegar a todos esos proyectos.
Pero si tendremos 100 proyectos, tendremos un montón de cosas que hay que pensar, que hay que solucionar por lo tanto, no vamos a tener tiempo ni siquiera para escuchar las noticias en la radio o el diario y llenarnos de ese pesimismo.
Vamos a estar en otra, es como si estuviéramos en Suiza sacando adelante nuestros proyectos.
CORAZÓN OCUPADO EN LAS COSAS DE DIOS
Algo así espera Dios de nosotros, que tengamos el corazón puesto en todos esos proyectos que Él quiere que tengamos, que Él espera que tengamos, por eso Él es nuestra salvación, Él es que puede cuidarnos. Pidámoselo especialmente en este Evangelio, que así sea.
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