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UN VERANO CON EL PAPA

juventud

No sé si alguna vez has sentido una gran insatisfacción del corazón, como si una voz dentro te dijera: “¿Esto es todo lo que la vida tiene que ofrecerme? ¿De verdad que la vida es solo esto, no hay nada mejor?”

Me acuerdo cuando era adolescente que tenía un amigo -José Luis- que cuando alguien decía alguna cosa exagerada o muy ambiciosa nos agarraba de la solapa y nos zarandeaba diciéndonos: “Ubícate, así no es la vida; pon los pies en la tierra, ubícate”.

Y es verdad que, a veces, nos viene bien unas pastillas de “ubicatex”, pero también es verdad que no me la acababa de creer, porque yo y seguro tú también ahora, tenía en mi juventud unos deseos, esa sensación de que tiene que haber algo más.

Esas dudas existenciales: ¿Me tengo que conformar con lo que tengo? ¿Con lo que soy? Y entonces, ¿por qué tengo dentro de mi interior como un fuego que me quema por dentro y me pide más?

PREGUNTAS DE LA JUVENTUD

“Jesús, tengo que ir como anestesiando esos deseos de algo grande y pleno que siento en el corazón y que no se llenan con nada material.

Estoy hablando contigo Jesús, cara a cara, con sinceridad y las personas que me escuchan podrían objetar: “Oye y ¿cuándo voy a dejar de oír la voz de mis papás que, cuando les pido cosas que a mí me parecen razonables, me dicen: ten paciencia… mañana… después… que todavía eres muy joven?

O incluso peor cuando me dicen: tú no tienes “llenadero”, es que ya fue suficiente… Señor, es que siento que nunca es suficiente y esto me parece una broma cruel, porque me dan ganas de responderles: y entonces, ¿para qué me sirve la juventud? ¿por qué tengo esas ansias de plenitud en el corazón que parecen no saciarse con nada de lo que encuentro”.

Son preguntas que están en el ambiente de la juventud y quizá por eso se han congregado más de 500,000 personas, este verano, a buscar respuestas en el Papa o con el Papa en Lisboa, Portugal este próximo mes de agosto en la Jornada Mundial de la Juventud.

Es ir y buscar respuestas, un poquito pensar y reflexionar: “¿Y yo por qué vivo? ¿Yo para qué estoy en el mundo? ¿Qué es lo que realmente vale la pena hacer con mi vida y qué no vale la pena hacer con mi vida?

Son las preguntas que la juventud se ha hecho a lo largo de todos los tiempos, porque siempre hemos tenido sueños de cosas grandes y la juventud no solo está en determinada edad, sino en una actitud del alma.

REMEDIAR EL CORAZÓN CUANTO ANTES

Ser joven es estar a la espera de algo maravilloso y si alguna vez esas ansias, esas locuras de tu corazón, esos sueños se apagan, es que por alguna razón quizás estás enfermo del corazón y hay que remediarlo cuanto antes.

Hay que ponerle remedio, hay que sanarlo, porque en cuanto sana, viene de nuevo la belleza a despertarnos: la belleza de la vida y del mundo.

A despertarnos, a veces, a través de una canción que enciende en nosotros la chispa, que vuelve a despertar por dentro la nostalgia de un amor grande, de una belleza plena, de un deseo de amor para siempre.

Esto que nos pasa con la música, nos pasa también con los amigos, que nos unimos cada vez que los escuchamos, nos ponemos de buenas, como que nos reanimamos.

CORAZÓN INSACIABLE

En una ocasión le hicieron una pregunta a una serie de jóvenes: Define corazón.  Uno contestó: “una cosa que es insaciable”.

Y es verdad, es que el corazón solamente lo sacia, lo llena, lo satisface aquello que es infinito que es el Amor, la suma bondad, la belleza increíble; o sea, Tú Señor, Dios nuestro.

Todas las cosas que son buenas en este mundo y son grandes y todas las personas que quieres bien, son solo un chispazo de ese gran Amor de Dios… ¡Imagínate!

“Este corazón que tenemos Jesús, que es insaciable, es nuestra mayor grandeza, porque nos lleva a Ti, pero que nos puede llevar también a caer en el engaño.

Es como nuestro talón de Aquiles, porque tantas veces intentamos saciarlo equivocadamente, porque malinterpretamos, nos confundimos”.

Me viene a la mente ese punto de Camino de san Josemaría que decía:

“Me das la impresión de que llevas el corazón en la mano, como ofreciendo una mercancía: ¿quién lo quiere? -Si no apetece a ninguna criatura, vendrás a entregárselo a Dios.

¿Crees que han hecho así los santos?”

(San Josemaría. Camino punto 146).

“Pues no Jesús, sé que no han hecho así los santos, lo que pasa es que yo a veces no soy santo y ando buscando satisfacer esa sed de plenitud, esos deseos que llevo dentro, esos anhelos donde no hay plenitud y me equivoco”.

JORNADA MUNDIAL DE LA JUVENTUD

Como se equivocan tantos jóvenes que buscan con locura, en una noche de verano, saciar su sed de felicidad y eternidad con cosas que al día siguiente se dan cuenta de que no son realmente lo que buscaban.

Pobre de nuestro corazón: nuestra mayor grandeza y, si nos descuidamos, nuestra perdición.

Pero qué bien lo sabía el Papa que fundó la JMJ: san Juan Pablo II y qué bien lo sabe también el Papa Francisco, que ha congregado a tantos jóvenes para invocar al Espíritu Santo y pedir luces y poder encontrar los deseos y los anhelos que realmente sacian el corazón.

Yo me acuerdo cuando tenía 16 años que fui a Denver, Colorado, a la Jornada Mundial de la Juventud… toda una aventura con mis amigos.

Además, nos fuimos desde la Ciudad de México en autobús. Nos pararon en la frontera y tuvimos ahí unos días de incertidumbre, porque ya no sabíamos, nos quitaron el camión, ya no podía pasar.

Pasamos frío, hambre (sin exagerar), pero todo el viaje era ir cayendo en la cuenta de que así es un poco la vida, con momentos de muchísima alegría. Recuerdo con emoción esas “guitarreadas” o esas porras, cantando y bailando por las calles.

Pero a veces también momentos más complicados y, al final, claro que sí llegamos como pudimos, llegamos a donde iba a llegar toda la gente a ver al Papa y ahí estaba el Papa, con esa fuerza increíble, hablándonos a los jóvenes.

Y al volver, reflexionar sobre el viaje, nos dábamos cuenta de que la felicidad había estado a lo largo de todo el camino y no solo en la meta y así es un poquito la vida.

EL SECRETO DE LA FELICIDAD

Vamos a terminar acudiendo como siempre a María: Madre nuestra, enséñanos a saciar esos profundos anhelos de felicidad que llevamos en el corazón para darnos del todo con alegría.

Dar, dar, dar… ese es el secreto de la felicidad; ese es el secreto de los anhelos del corazón, de las locuras del corazón, que son siempre llamadas a un salto en la entrega en el amor.

Y si todavía no tienes tus boletos para Lisboa… ¿qué esperas? Únete a un grupo, que ahí es donde va a estar el Papa con la juventud, buscando respuestas de los anhelos que sacian tu corazón.

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