LA DISCULPA DE PEDRO A LOS JUDÍOS
Estamos en el tiempo de Pascua, tiempo de alegría. Cincuenta días para celebrar la Resurrección de Jesús, para entender que la Vida ha vencido, que la Vida -Dios mismo- ha destruido a la muerte. Y eso es un gran motivo de alegría.
También en este tiempo, meditamos que el que venció la muerte fue Jesús con su muerte, que con su dolor, con su sangre, ha borrado nuestros pecados. Gracias, Señor, por tu Pasión, por tu muerte, por tu Resurrección, porque nos asocias a tu victoria. Y hemos de comprender mejor este misterio con la ayuda de tu gracia, con la oración, con la lectura de la Sagrada Escritura.
Leemos hoy, por ejemplo, en la primera lectura, la explicación que da san Pedro de la Pasión de Jesús, de lo que significó rechazar a Jesús. Y ledice a los judíos: “Ustedes rechazaron a Jesús. Pilato ya lo quería liberar”. (Hch 3, 13)
¿Te acuerdas que Pilato estaba buscando cómo liberarlo? Y al no poderlo liberar, se lava las manos, y le dice a los judíos: “Ustedes prefirieron a un ladrón, un homicida, en vez de Jesús” (cfr Hch3, 14).
Pero continúa el apóstol: “Ahora bien, hermanos, yo sé que ustedes han obrado por ignorancia”(Hch 3, 17). Estas palabras nos van a ayudar a hacer este rato de oración. San Pedro los disculpa: “Ustedes han actuado por ignorancia, de la misma manera que sus jefes”.
SABER PERDONAR COMO JESÚS
Jesús mismo en la cruz, dice unas palabras similares y, aunque san Pedro no estuvo junto a Jesús en la cruz, seguramente san Juan, la Virgen misma, le habrán contado a Pedro todo lo que dijo Jesús. Y Jesús en la cruz dice unas palabras hermosas -todo lo que dice Jesús en la cruz es para meditarlo. Pero una de esas palabras es: “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen” (Lc 23, 34).
Tú mismo, Jesús, disculpas a las personas que están ahí junto a ti, las personas que te crucifican. “Padre, perdónalos porque no saben lo que hacen”. Y es que Tú, Señor, nos hablas constantemente del perdón; nos animas a perdonar-perdonar siempre. Y lo pones como requisito: “Si ustedes no perdonan, su Padre Celestial no los va a perdonar” (Mt 6, 15).
Nos pones el ejemplo y siempre estás perdonando, incluso en la cruz. San Pedro, que es el que te pregunta cuántas veces tenemos que perdonar, disculpa a estos hombres a los que les habla: Ustedes actuaron por ignorancia, pero arrepiéntanse y Dios los va a perdonar.
El perdón es algo muy cristiano y te pedimos, Señor, en este rato de oración, que nos ayudes a amar el perdón, que lo vivamos, que seamos personas que perdonan siempre. Y seremos más felices, por supuesto, porque Tú quieres que seamos felices. Todo lo que nos dices es para hacernos felices.
EL PERDONAR NOS HACE FELICES
Tengo una historia que escuché hace poco que te voy a contar, que habla precisamente de esa relación del perdón con la felicidad. Se trata de la historia del padre Edwin, un sacerdote peruano que atendía diversos pueblos en las montañas del Perú.
Yo nunca he ido a Perú, pero sus montañas son muy fotografiadas, al menos Machu Pichu, que es la imagen que me viene a la mente cuando me dicen las montañas del Perú – pero ya me dijeron que Machu Pichu es todo verde, muy bonito, pero que hay otras partes que son más áridas, un poco más desiertas.
Bueno, pues ahí estaba el padre Edwin, que atendía muchos pueblitos en las montañas y no se manejaba precisamente en una llama sino en una Yamaha. Tenía una motocicleta que le ayudaba a ir de un pueblo a otro para atender a la gente, celebrar misa, confesiones y diferentes servicios que prestaba.
Pues una vez salió de un pueblo de estos ya noche, medio oscuro, en su moto. Iba por el camino cuando una persona le hace una señal al lado del camino para que se detenga. Y él se va acercando, pensando que era alguien que le iba a pedir ayuda o que le iba a advertir de alguna cosa.
El padre Edwin
Pero ya que estaba muy cerca, se da cuenta que este hombre tiene una pistola, así que él reacciona y acelera para alejarse de él, pero esta persona le dispara y le da, y lo tira de la moto. El padre Edwin se percata que se va acercando este maleante y se hace el muerto para que no lo rematara ahí. Y este hombre, al percatarse que el padre no se movía, toma la moto y se va.
El padre se incorpora un poco y se da cuenta que se está muriendo. Así que ¿qué es lo que pensó en ese momento? Tengo que perdonar. Tengo que perdonar a este hombre porque me estoy muriendo. Así que hizo el esfuerzo de perdonarlo y le dice a Dios: Señor, perdona a este hombre que me ha hecho esto. Perdió la conciencia, y la recuperó tiempo después en el hospital, porque algunas personas que escucharon el balazo acudieron al lugar y se dieron cuenta de lo sucedido y lo socorrieron.
Perdón
Se pudo ir recuperando poco a poco, pero no recuperó la movilidad de las piernas que la perdió en ese momento, porque la bala se le incrustó en la columna. De hecho, la bala no se la pudieron quitar y es algo muy doloroso que él tiene. Pero él ya perdonó.
De hecho, lo enviaron a terapia psicológica y los psicólogos le decían: “Saca todo lo que traigas, todo el odio, todo el resentimiento, todos esos sentimientos negativos y odio contra esta persona. Exprésalo, porque necesitas expresarlo y sacarlo…” Y él decía: “No, no tengo. Ya perdoné”. De verdad, Dios le había dado esa gracia de poder perdonar de corazón. Así que estos psicólogos también le pedían ayuda, le decían: “Ven a ayudarnos con este otro paciente que está un poco triste, un poco enojado, un poco amargado, ven a ayudarnos”. Él, con mucho gusto, igual les ayudaba.
Obviamente, seguramente tiene sus momentos difíciles, alguna crisis, pero con la ayuda de Dios va para adelante. Incluso, me han contado que el padre Edwin trabaja y ha aprendido a moverse.
Confesión
Tiene un automóvil especial que tiene sus mandos en el volante y una silla también en la cual se mueve de un lado a otro y que lo puede como levantar un poco, de tal forma que queda casi de pie para poder celebrar la misa, y que efectivamente va a una iglesia, celebra misa, y luego va y se sube a su coche y se mueve, va y confiesa. Y está muy contento sirviendo a la gente, porque ha sabido perdonar, porque ha sabido ofrecerle a Dios esas incomodidades, esos dolores.
Hoy te pedimos, Señor, que nos ayudes a saber perdonar siempre, que nos ayudes a tener tu mismo corazón como tantos hijos tuyos, tantas personas que a lo largo de la historia nos ponen este buen ejemplo
Pensamos también en la Virgen junto a la Cruz. Seguramente Ella que te escuchó decir esas palabras: Padre, perdónalos, también se habrá unido a esa oración pidiéndole perdón a Dios por los pecados del mundo, sabiendo que la muerte de su Hijo, efectivamente, conseguía la redención para todos nosotros. Madre Nuestra, ayúdanos también a saber perdonar como Tú perdonaste a los que estaban crucificando a tu Hijo Jesús.
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