TRUCOS DE MAGIA
Hoy es 6 de enero, la fiesta de la Epifanía. La fiesta de los Magos, o al menos eso es lo que dice la Sagrada Escritura, que aquellos hombres eran magos. Benedicto XVI nos dejó claro que magos se les decía a los eruditos, a los hombres de ciencia del Oriente. Pero la Escritura nos dice que son magos.
En los últimos años están de moda los magos por los libros de Harry Potter. Allí, no sé si te acuerdas, pero a los que no son magos se les llama “sangre sucia”. Resumiendo mucho, ese libro se trata de la historia de un niño -Harry Potter- que es perseguido por un mago malo que se enfrenta con él y le hiere, dejándole una cicatriz. Y esa cicatriz le recordará al maligno su fracaso, porque no pudo derrotar a Harry y a sus padres.
También la Navidad tiene su magia. En este tiempo celebramos a nuestro Señor que se aparece a nosotros y se presenta silenciosamente en un portal. Siempre está cerca de nosotros -sin ir más lejos, toda la creación nos grita su presencia y su amor. Pero se esconde porque no quiere forzar nuestra libertad, no quiere obligarnos a que creamos en Él, a que confiemos en Él. Es algo que cada uno tendrá que ir desarrollando.
Ya sabemos que los magos aparecen y desaparecen. Cuando hablamos de ellos hablamos de sus trucos de magia. Un buen mago sabe cómo aparecer y desaparecer cosas y personas.
LA MAGIA DE HACERSE PRESENTE
Hoy celebramos que Dios se nos ha aparecido y, de hecho, epifanía significa hacerse presente, presentarse, aparecer.
El libro del Génesis cuenta cómo Adán y Eva, después de cometer el pecado original, intentaron ser autónomos y se esconden de la presencia de Dios. Pero les duró poco porque Dios se paseó por donde se ocultaban y les preguntó: Adán, ¿dónde estás? Somos criaturas suyas y se comporta con nosotros como cualquier padre con su hijo. Él nos conoce y nos sorprende continuamente.
Al ser humano le apasiona el juego como a los niños del circo, y Dios se comporta como un ilusionista. Dios se esconde porque es un
“Deus absconditus” dice la Escritura (Is 45, 15).
El creador del universo es un niño tan débil que parece que se envuelve entre pajas por su fragilidad. Es este Dios que hemos visto nacer el 24 y el 25 de diciembre; se ha vuelto un niño pequeño. En Navidad contemplamos a Dios siendo Niño, escondiendo su grandeza. Dios está acostado en un pesebre, en una ciudad insignificante llamada Belén, en Judea.
<h3″>LOS JUEGOS DE DIOS
En la primera lectura de la misa de hoy, dice Isaías:
“Mira, las tinieblas cubren la tierra y la oscuridad los pueblos; pero sobre ti amanecerá el Señor y su gloria aparecerá sobre ti”. (Is 60, 2).
Parece como si nos contara lo que va a suceder. Es como un juego: ahora hay tinieblas, pero luego el Señor sacará luz de la oscuridad. Como si Dios diera un golpe de efecto, sacando de su sombrero de mago cosas que antes no había.
Así Dios juega con nosotros, nos va dando como pistas a través de los profetas. Dirá a través de uno de ellos:
“He aquí que una Virgen concebirá y dará a luz un hijo”.
(Is 7, 14). Y luego nos da otra pista y dice:
“Y tú, Belén, tierra de Judá, de ninguna manera eres la menor”. (Mq 5, 2). Y luego otra pista que parece hasta un acertijo, dice:
“El buey conoce a su amo y el asno el pesebre de su amo”. (Is 1, 3). Y otra pista más:
“Más adelante una rama brotará de la raíz de Jessé [Jessé fue el padre de David} y así una flor brotará de esa raíz” (Is 11, 01)
-o sea, un hijo de David.
También en nuestra vida el Señor nos va dando pistas y podemos ir aprendiendo de esta magia de Dios. En realidad, todos podemos ser también un poco magos, todos podemos descubrir ese algo santo que en el fondo es el truco final de nuestra vida. Descubrir ese algo santo, ese algo santo que está escondido para los que no han sido purificados por la Sangre limpia de Jesucristo.
Dios se oculta en la Eucaristía. Los que no son cristianos no descubren el poder que tiene la Sangre de nuestro Señor. Precisamente la palabra santidad en griego viene de agios: limpieza, y en latín viene de la palabra sanguinem tintus, sanctus, sanguinem tintus: la sangre limpia -te acuerdas, como de Harry Potter.
EL PODER DE LA SANGRE
La Sangre limpia de nuestro Señor está oculta en la Eucaristía y hace que nosotros descubramos la estrella de nuestra vida. A las personas que comulgan con frecuencia les sucede que, sin saber por qué, van descubriendo a Dios a lo largo de su día en todo lo que hacen y también mejoran en todos los campos, como por arte de magia, porque no tiene mucha explicación tanto cambio. El truco de la gracia de Dios que les toca de lleno.
En la vida de los magos, por un momento la estrella desapareció cuando iban a Belén, y volvió a aparecer de nuevo, como si Dios les hiciera un truco. Y los magos, al verla de nuevo, sonrieron.
En nuestra vida sucede a veces que dejamos de ver la estrella, aunque nuestra intención es la de seguirla siempre, pero a veces desaparece y perdemos la ilusión que hemos podido tener por las cosas de Dios y nos cuesta un poco más recomenzar. Hay que ver que es como si el Señor jugara con nosotros.
La vida es un juego
La vida es un juego en el que nosotros intervenimos y a veces Dios arregla las cosas a su manera y tiene salidas sorprendentes porque juega, no contra nosotros sino con nosotros. Es de nuestro equipo, pero va jugando y desaparece, y nos hace dudar, va viendo cómo reaccionamos. Por eso no nos debe preocupar cuando las cosas no salen según lo que habíamos previsto.
A veces parece que Dios se esconde, que está callado, que está en silencio. No hay que preocuparse porque después vuelve a aparecer siempre. Utiliza los efectos especiales, como la estrella.
Muchos vieron en Jesús a un niño semejante a los demás. Los magos, en cambio, que fueron a verle en Belén, supieron ver en él al Niño que vencería al maligno con el Amor -así como lo hizo esa cicatriz de Harry Potter, solo que Cristo moriría en forma de cruz.
NUESTROS REGALOS PARA JESÚS
Al conocerle, los magos le ofrecieron sus presentes, los dones más preciosos que tenían extraídos del Oriente. También nosotros podemos ofrecerle nuestros dones mágicos, por así decir: la fe, la esperanza y sobre todo, la caridad del amor. Estos son los regalos que más le gustan a Jesús, pues Él, aún siendo el Señor, no los posee. Tiene necesidad del oro de nuestra fe para comprar almas y así extender su reinado. Tiene necesidad de nuestra esperanza, que es el incienso y la oración humeante que une la tierra con el cielo. Tiene necesidad de nuestro amor.
Por eso un acto de fe es un tipo de magia por la que los misterios de Dios se nos hacen presentes. ¡Qué fuerza tiene un acto de fe que es capaz de traer a Dios sobre el altar! Y cuando celebro la Misa, hago un acto de fe, cuando consagro. O qué agradable es el incienso de nuestra esperanza, capaz de llegar al trono de Dios. Pero nuestro amor, ese, ese es nuestro tesoro más precioso. Por eso dile: Señor, te quiero. Auméntame la fe, la esperanza y la caridad. Quiero quererte cada vez más. Como decía san Josemaría: “Dame el amor con el que quieres que te ame” (Forja, 270).
El oro de nuestra fe
El oro de nuestra fe que cree en la realeza de este Niño; el incienso de nuestra esperanza, que es el buen perfume que notan los que nos tratan; y la mirra de nuestro amor, que es el bálsamo para aliviar el sufrimiento de los demás.
La fe nos hace ver de repente las cosas de distinta manera; la esperanza transforma las situaciones más problemáticas en optimismo; y la caridad hace que los esfuerzos mayores parezcan que no son tan grandes.
Como siempre, Herodes, o “quien no debe ser nombrado”, intentó engañar a los magos, pero ellos se escabulleron por arte de magia. Buen ejemplo para nosotros que debemos utilizar la magia de Dios, justamente la fe, la esperanza y la caridad para vencer al maligno. Allí está la Virgen para recoger nuestro oro, el incienso y nuestra mirra, y ponerlo todo cerca del Niño para que lo vea. Ella es la que le lleva al Señor nuestras cosas buenas. Como Madre saca de la manga todo lo nuestro que hace sonreír al Niño.
Señora, tú eres nuestra estrella del mar, estrella de Oriente, que surge cuando más te necesitamos. A ti acudimos hoy para pedirte que nos ayudes a tener cada vez más fe, esperanza y caridad.