Nos cuenta el Evangelio, que ibas Señor pasando unos días en casa de Marta, llegaste ahí sabemos, en Betania cerca de Jerusalén, como lo harías muchas veces. Sabías que en esa casa encontrabas un lugar donde podías quedarte con tus discípulos, eras recibido bien.
Además de ser amigos, de qué los hospedaran y les dieran de comer, se ve que hablaban de cosas interesantes como hacen los amigos.
Aprovecharías para enseñarles muchas cosas del Reino. Allí estaba también María, que escuchaba a los pies del Señor, estaría por ahí Lázaro, también los apóstoles.
María Y Marta
Marta, que había recibido a Jesús, aparece un poco como la dueña de casa, en un momento estando tan ajetreada de acá para allá, para preparar la comida, para que no faltara nada, se enoja con su hermana y le dice a Jesús, “Mira que está ahí María sin hacer nada y sigo acá que no doy abasto, dile que me ayude”.
Señor, Tú le haces un reproche cariñoso, es la gran enseñanza que te agradecemos, y también agradecemos a Marta y a María, por qué podemos aprender de este pasaje gracias a ellas.
“Marta, Marta por muchas cosas te agobias y en realidad una sola es necesaria y María eligió la mejor parte”
De entrada nos puede dejar un poquito perplejos, ¿cómo Si está ayudando Marta, está haciendo algo por los demás, ¿cómo le decís así, Señor?
El Papa explicaba comentando este pasaje, que en realidad no hay contraposición entre lo que hace María, que es estar a los pies de Jesús, escuchando tus palabras Señor, y lo que hace Marta, que es servir, ayudar, preocuparse de los demás.
El afán de Marta
Pero dice el Papa, ésta ultima un poco se dejó llevar por el afán, por las cosas en sí mismas, ya al punto que perdió un poquito de el sentido de eso, cómo dejar al Señor en segundo lugar, aunque lo hacía Él.
Y en el fondo, como no hay contradicción entre rezar, estar en las cosas de Dios y servir; no hay contracción si lo hacemos bien.
Pienso que este Evangelio es una llamada más a que queramos hacer las cosas con ese sentido profundo: de hacerlas con Dios y para Dios. Y es algo que muchas veces podemos renovar.
Hoy es también 6 de octubre, aniversario de la canonización de san Josemaría, en el año 2002 fue canonizado por San Juan Pablo II, es decir que fue elevado a los altares, hecho Santo.
Lo que demuestra también que su vida y su enseñanza son camino de santidad, porque llegó hasta el cielo, Y cuando Dios le mostró ese camino, el 2 de octubre de 1928, él vio que muchísimas personas en circunstancias muy distintas podían encontrarse con Jesús, y llegar a ser santos.
There be Dragons
Veía hace poco como esto lo grafica, la película de “There be Dragons”. Ésta cuenta escenas de la vida de san Josemaría y se imagina cómo habrá sido cuando él vio esta misión que Dios encomendó, hacer el Opus Dei.
Lo que muestran primero es un hospital, donde están las enfermeras atendiendo a los enfermos; después el lugar donde fabricaban el chocolate, que era donde trabajaba su papá cuando era chiquito; luego, una carpintería donde está el mismo Jesús trabajando, y al final a muchos profesionales, gente que trabaja y que tiene distintos oficios.
El santo comprende y empieza a decir: “Todos y todo, todos y todo”, y repite: “Para tu gloria”. Todos, todo lo podemos hacer para el Señor, es decir el trabajo que tenemos, el encuentro con los demás.
A veces se nos puede un poco dispersar la intención, aunque queramos hacerlo así, por eso Jesús, se lo recuerdo a Marta y nos viene bien hoy quizás a nosotros recordarlo: todo Señor lo puedo hacer con vos y para vos.
El Señor da vida al mundo
Decía un autor cristiano antiguo, Tertuliano que “los cristianos son para el mundo como lo que es el alma para el cuerpo, le da vida”, los cristianos por la gracia, por el mensaje que el Señor nos da damos vida al mundo.
Me acordaba de esto porque quizás las cosas que nosotros hacemos están vivificadas cuando las hacemos en unión con Dios.
Y les puede faltar esa alma, y por eso hay que rezar, hay que cuidar esa unión con Jesús para después hacer todas las cosas con ese sentido más profundo.
María escogió la mejor parte
Hay un punto de Camino, en el que san Josemaría comenta una manera este pasaje del Evangelio y dice: “María escogió la mejor parte, se lee en el Santo Evangelio, así está ella, bebiendo las palabras del Maestro, en aparente inactividad, ora y ama, después acompaña a Jesús en sus predicaciones por ciudades y aldeas. Sin oración qué difícil es acompañar”.
Aquí podemos nosotros Jesús acompañarte, servir en un montón de cosas y también podemos muchas veces darte este tiempo exclusivo, como procuramos hacer en estos 10 minutos con vos, para rectificar la intención y querer hacer las cosas por amor a Dios y a los demás.
Y en esto pensaba, una idea que nos puede ayudar muchas veces, es recordar que antes están las personas, que las cosas, antes están las personas que los procesos, todos tenemos en general muchas cosas que hacer, pero ante las personas hay que procurar detenerse y no olvidarse que lo que hacemos en el fondo para los demás y dentro de las personas, lo primero es Dios.
San Juan Pablo II
Recuerdo que contaban de San Juan Pablo II, que en una de esas visitas por el mundo, estaba con las autoridades de un país, iban a tener una reunión, y pasó san Juan Pablo II, a saludar al Santísimo, en una capilla que había. Se detuvo ahí a rezar, estuvo largo tiempo, y lo esperaban personas muy importantes.
Nosotros tenemos que saber, primero Dios y los tiempitos que tenemos para Él, para poder después ofrecerle nuestra actividad y las personas también.
Recordaba que contaban de una persona que falleció y se sorprendieron mucho sus familiares, sus seres más cercanos que a su velorio acudieron un montón de personas que ellos no conocían, pero que este hombre en su vida había tratado con cariño.
Podía ser, quizá, un peluquero, un quiosquero, una secretaria, o mucha gente que se ve que él no pasaba de largo, sino que los trataba bien y el día que falleció estaban ahí, querían rendirle homenaje.
Que bueno si nosotros podemos pensar que las personas con las que yo cruzo, son importantes. ¿Les doy tiempo? ¿Les doy atención? Porque ahí también está Jesús y es una manera de elegir la mejor parte, como Marta.
Después, obviamente tendremos responsabilidades, cosas de qué ocuparnos, pero ¡qué bueno cuando están nuestras ocupaciones vivificadas por esa finalidad tan grande, que es eterna! Es hacer las cosas ocupándonos de la mejor parte, que a fin de cuentas es Dios y los demás. Es la caridad, y hacer las cosas unidos a Jesús.
Vamos a pedirle a Nuestra Madre que nos ayude a tener esta claridad, nosotros que hemos recibido la luz de la fe, para que lo veamos cada vez más claro, donde está la mejor parte, lo que más vale la pena, y que no nos será arrebatado.
Deja una respuesta