LA CASA DE NAZARET
El día de hoy celebramos en la Iglesia una fiesta de nuestra Madre, la celebramos bajo la advocación de «Nuestra Señora de la Bienaventurada Virgen de Loreto», haciendo referencia a un hecho extraordinario.
Y es que en la localidad de Loreto, en Ancona, Italia; la tradición afirma que allí se encuentra parte de la casa de Nazaret, donde vivieron Jesús, María y José.
Hay todo un velo de misterio sobre el modo de cómo fue trasladada esa casa, desde Nazaret hasta esa localidad. Algunos dicen que fue trasladada por ángeles, otros por una familia llamada De Angelis.
Lo cierto es que todo parece indicar que esa es la casa donde vivieron Jesús, María y José.
Y hace unos años, gracias a Dios, y gracias a Ti, Señor, tuve la posibilidad de poder visitar esa casa, un lugar extraordinario donde se respira una atmósfera de oración.
Y entre tantas cosas bonitas que había en esa calle, en esa Basílica, allí donde también se custodia esa casa, me llamó la atención que, en el altar dentro de la casa de Nazaret, están escritas estas palabras: “Et Verbum Caro Factum Est”:
“Aquí el Verbo de Dios se hizo carne”.
Y estas palabras muy gráficas, me ayudaron muchísimo para hacer mi rato de oración. Pensar, y para eso también utilizar la imaginación. Y, sobre todo, la luz de la fe, de que allí Tu Señor, te encarnaste. ¡Que allí Tú viviste! ¡Qué maravilloso!
Qué maravilloso es pensar en eso, saber que eso es así. Que Dios toma nuestra naturaleza, y por eso que bueno que celebremos esta fiesta hoy 10 de diciembre, cuando estamos caminando hacia la Navidad, en ese tiempo de Adviento, que es preparación para la Navidad.
HUMANIDAD SANTÍSIMA DE JESÚS
Recordar que Tú, Señor, te has hecho hombre, con una carne como la mía. Que sabes lo que es una vida mortal. Y aunque eres perfecto, Dios y perfecto Hombre, sabes porque además has muerto… Y has muerto por mí.
Pues vamos a tratar muchísimo la Humanidad Santísima de Jesús. Es algo que san Josemaría aconsejaba muchísimo. Aconsejaba muchísimo tratar la Humanidad Santísima de Jesús, porque eso nos ayudará a ser más humanos para poder ser más sobrenaturales.
Por tanto, ser muy humanos, ser muy de tierra. Y de tierra para ser muy divinos. ¿Y qué significa esto? Significa que debemos amar con este corazón, pero un corazón grande, no un corazón egoísta, un corazón que se mira a sí mismo, sino uno que mira a los demás.
Así como Tú hiciste, Señor, que pasaste tu vida sirviendo, pasaste tu vida haciendo el bien.
Y ayúdanos, por tanto, a cada uno de nosotros, a que esa sea la finalidad de nuestra vida: servir y ayudar.
“Señor, pues en esta fiesta de nuestra Madre, también pensamos en ella, la Virgen Santísima, que se la pasó sirviendo. Que desde ese “sí aquí estoy”. Ese “Hágase en mí”, pues puso toda su vida a disposición de los planes de tu Padre, nuestro Padre Dios.
Y nosotros también queremos vivir así. ¿Y qué es lo que quiere nuestro Padre Dios? Quiere nuestra santidad.
Porque Dios sabe, Tú, Señor sabes, que estamos en una batalla constante contra el pecado, contra el demonio que constantemente busca perdernos.
Quiere que no seamos felices, y para eso nos da como dulcecitos para distraernos, para alejarnos de la verdadera felicidad.
CREER EN DIOS
Y en ese sentido, recomiendo mucho leer este libro, “Cartas del diablo a su sobrino” de C.S. Louis, que representa muy bien esa tentación del demonio, y cómo utiliza toda una serie de medios para alejar a las personas de Dios.
«Señor, y nosotros sabemos que si nos alejamos de Ti no hay felicidad. Ayúdanos a estar muy conscientes de esto, que lejos de Ti no hay felicidad».
Recientemente vi un documental sobre un joven de veintiún años que falleció de cáncer. Él, Pedro Ballester, miembro del Opus Dei.
Este documental está en YouTube, y allí uno pone “Pedro Ballester”, y aparece el documental en inglés con subtítulos en español.
Entonces, comenta uno de sus amigos, alguien que vivió con Pedro que, en una oportunidad en la universidad, se encontró con un compañero que estaba un poco triste, también desanimado, y extrañaba su país (porque era francés si no me equivoco), e incluso le decía, como que no hay mucho sentido en la vida…
Y Pedro le pregunta: —Pues, ¿tú crees en Dios? Y le dice: —No, no creo en Dios. Y Pedro le responde: —Pues ese es el motivo por el cual no eres feliz, porque no crees en Dios.
Pues tú y yo, que estamos haciendo este rato de oración, creemos en Dios, y a lo mejor nos damos cuenta de que, todavía hay cosas que nos impiden ser felices.
«Señor, ¿qué quieres que cambie en mi vida? ¿Qué cosa hay en mi vida que me impide ser feliz, que me impide ser santo, ser enteramente tuyo?»
DAR EJEMPLO EN LA VIDA COTIDIANA
El Evangelio de la misa de hoy también nos puede servir para este rato de oración, estos 10 minutos con Jesús.
Y, en esta ocasión en la misa de hoy vamos a leer el Evangelio de san Mateo, en el cual se cuenta que:
«Cuando bajaban del monte el Señor con sus discípulos, le preguntaron: —¿Por qué dicen los escribas que primero tiene que venir Elías, este gran profeta?
Y el Señor les dice: —Elías vendrá y lo renovará todo. Pero os digo que Elías ya ha venido y no lo reconocieron, sino que han hecho con él lo que han querido.
—Así también el Hijo del Hombre va a padecer a manos de ellos»
(Mt 17, 10-13).
Y, en efecto, el Señor, Tú Jesús, hacías referencia a Juan el Bautista, aquel hombre que no tuvo miedo de dar testimonio con su sangre de la verdad.
Le costó la cabeza decirle a Herodes que eso no estaba bien. Qué esa relación que tenía con la mujer de su hermano no estaba bien. Y eso, pues, le valió que lo mataran.
Y Elías también, se la pasó predicando, se la pasó anunciando la llegada de aquel que es más fuerte que el Mesías.
Mucha gente seguía a Juan el Bautista, un hombre bastante peculiar en su modo de vestir, en su dieta, y que hablaba fuerte…
Pues tal vez tú y yo, no vamos a vestir con piel de camello, no vamos a comer únicamente miel y langostas, sino que, en nuestra vida cotidiana debemos dar ese ejemplo.
Pero a veces, dando ese ejemplo o viviendo nuestra fe, vamos a chocar con el ambiente.
JESÚS HECHO HOMBRE
“Y ayúdanos por eso, Señor, a no tener miedo de que se vea que somos cristianos, que somos católicos, que llevamos la Cruz”. Y la cruz, es decir, las contrariedades, el dolor, siempre nos van a acompañar.
“Señor, ayúdanos a querer vivir una fe, un cristianismo con cruz”.
Esto nos lo recuerda muchas veces el Papa Francisco, que «no podemos vivir un cristianismo sin cruz, si no, la Iglesia se convierte en una ONG».
Nuestra fe se convierte en una filantropía, una cosa un poco insulsa, sin mucho sabor. ¡Creemos en Jesucristo, creemos en Ti!
Y ahora vamos a celebrar eso justamente: que Cristo se ha hecho hombre por cada uno de nosotros.
Vamos terminando nuestro rato de oración, poniendo estos deseos en manos de Santa María. Que madre tan buena tenemos, que siempre ha dicho que sí. Y por su sí, estamos tú y yo aquí, haciendo este rato de oración.
Por ti, Madre mía, que nos quieres tanto, ayúdanos a dar ese sí. Ese sí, a la voluntad de Dios, ese sí, a la Cruz. Ese sí a querer vivir esa felicidad que no acaba.