LOS INICIOS DE LA IGLESIA
Hoy en la misa hemos leído o vamos a leer el libro de los Hechos de los Apóstoles. En el que se narran los inicios de la Iglesia. Es un libro que vale la pena leer con atención porque se nos cuenta cómo empiezan los apóstoles a predicar el Evangelio, aquello que han visto y escuchado de ti Señor.
Es muy llamativo y nos puede servir también a nosotros porque en esa ocasión, nos dice que surgió en esa primera comunidad de los cristianos un malentendido, un pequeño conflicto porque algunos de los judíos conversos al cristianismo estaban en desacuerdo.
Los gentiles, aquellos que no eran judíos, también habían recibido el Evangelio y entonces le reprochan a Pedro el hecho de que haya estado con gentiles porque consideraba que no eran personas dignas o no estaban purificados según sus costumbres.
TODAS LAS COSAS SON BUENAS
Entonces Pedro les cuenta que había tenido una visión: Había estado en la ciudad de Jaffa tuvo un éxtasis. Dios, a través de esa imagen, un gran lienzo que bajaba del cielo y ahí estaba lleno de animales; de reptiles, pájaros del cielo.
Animales impuros, que según la ley de los judíos, no debían comer y Dios le había dicho: Pedro, mata y come. Ante la negativa de Pedro le dijo: lo que Dios ha purificado tú no lo consideres profano; esta escena se repite tres veces.
Allí Pedro les explica que él había entendido, como Dios había declarado que todas las cosas están purificadas, es decir, son de Dios; todas las cosas son buenas porque han salido de las manos de Dios.
Como decía san Josemaría en una homilía: y así ellos recuerdan (en este caso Pedro) como Jesús les había dicho esto. ya se los había adelantado, Juan bautizó con agua, pero vosotros seréis bautizados con Espíritu Santo.
Es así que Pedro decide también bautizar a los gentiles, a los no judíos. De este modo la Iglesia se abre a todo el mundo, es universal porque la salvación es para todos sin importar el pueblo, el idioma, la raza, nada… La salvación es para todos.
LA IGLESIA ES UNIVERSAL
Eso finalmente lo entienden, al comienzo era un poco difícil porque se había creado este conflicto. Qué bonito pensar en esto, que la Iglesia es universal. Aunque cada uno de nosotros nos movemos en nuestro país, nuestra ciudad, en nuestro círculo de amigos, qué importante es que tengamos esa alma sacerdotal. Que todos, por el bautismo que recibimos, hemos de buscar que todas las personas se salven; tener esa preocupación que conozcan a Cristo, como tú y yo conocemos a Cristo y nos esforzamos cada día por tratar a aquel que es nuestro Pastor.
Así también enganchamos con el Evangelio de san Juan en el que se lee ese discurso que Jesús hace señalando que Él es el Pastor de las ovejas y cómo hay también un peligro para esas ovejas cuando no escuchan su voz, cuando entra un extraño, cuando entra un ladrón y busca robarse las ovejas.
RECONOCER A CRISTO
Entonces el Señor nos dice: deben oír su voz, deben oír la voz de su Pastor. Esto es muy llamativo, una oveja no es un animal muy listo, pero por lo visto parece que se acostumbran, ya conocen al pastor, lo siguen y reconocen su voz. Si un animal así puede hacer eso con mayor razón nosotros, hijos de Dios, cristianos, debemos reconocer a Cristo.
Por eso estamos en este momento haciendo un rato de oración y así aprendemos a escuchar la voz de Dios que nos habla bajito bajito. Pero también vamos a aprender a reconocer a Jesús si leemos más la Sagrada Escritura. Así estaremos en condiciones de poder reconocer la voz del buen Pastor de aquel que no es nuestro Pastor.
¡ES SORPRENDENTE!
Pensaba en unas palabras de san Josemaría que hablaba de la importancia de la formación, decía: que uno de los grandes problemas que podemos tener los cristianos es la falta de formación y conocer nuestra fe.
Hay una cosa que me sucede cuando doy clases a gente joven sobre la fe cristiana; en un curso sobre doctrina cristiana porque uno piensa que a lo mejor hay ciertos temas que pueden ser más difíciles de explicar.
Por ejemplo, hablar de la Santísima Trinidad, hablar de las dos naturalezas de Jesucristo. Sin embargo, haciendo una encuesta al final del curso curiosamente eran los temas que más les habían interesado y sobre los que más querían profundizar. Esto es algo que se repite todos los años cuando doy este curso.
Me sorprendía porque quiere decir que las personas quieren conocer a Dios, quieren que alguien se lo explique aunque no llegaremos a entender esos misterios a plenitud. Otras personas, que no conocían nada, cuando de pronto se les explica los sacramentos, la Iglesia, lo que dice la Iglesia sobre distintos puntos de nuestra fe, de la moral, de las costumbres, se quedan sorprendidos y dicen: ¡yo no sabía esto, eso es sorprendente!
FORMACIÓN Y CONOCER NUESTRA FE
Por eso, sí debemos cuidar nuestra formación, conocer nuestra fe y ahí hacemos publicidad al Catecismo de la Iglesia católica que es una herramienta bellísima, extraordinaria donde podemos conocer en qué consiste nuestra fe. Allí se nos explica con mucho detalle, con mucho cuidado. Así podremos estar en capacidad de distinguir quién es nuestro Pastor.
Muchas veces en la Iglesia las herejías los errores doctrinales han llegado a través de los libros, otras veces también de la predicación de algunas personas que no seguían de manera correcta lo que el Señor nos ha enseñado y lo que la Iglesia, nuestra Madre, que tiene esa preocupación de ser fiel a lo que ha recibido de Cristo, nos enseña, interpreta, nos explica.
Formación, formación para poder vivir esa fe, que no se quede únicamente en unas prácticas que son importantes, si no dar razón. ¿Por qué voy a misa? es una cosa que seguramente algún amigo, una amiga nos pueden preguntar: oye ¿Y tú por qué vas a misa? No le vamos a decir: porque está mandado por la Iglesia.
NUESTRO PASTOR, EL PAPA
Es verdad que está mandado por la Iglesia, pero hay un motivo y es que ahí está el mismo Jesucristo; y habrá que explicarle qué es lo que sucede en la misa, quién es Jesucristo, ese milagro que se realiza allí de la eucaristía, el bien que nos hace a nuestra alma y lo felices que podemos salir de la misa.
Entonces al vernos contentos, felices al explicarles todo lo que hay detrás vamos a contagiar también a otras personas la alegría de ser cristianos, la alegría de vivir la Iglesia para cambiar este lema que se escucha: “Yo sí creo en Dios pero no creo en la Iglesia”. No, es que no se puede desligar a Cristo de la Iglesia.
Cristo, que es nuestro Pastor y de la Iglesia, es ese redil donde estamos todos nosotros. También es una oportunidad para rezar por aquel que es nuestro Pastor, el vice Cristo aquí en la tierra que es el Papa, que hemos visto en las noticias con problema de salud, tenido esta dificultad de la rodilla y lo vemos en silla de ruedas, pero ahí, al pie del cañón, queriendo saludar a la gente, predicar porque es nuestro Pastor.
Siguiendo el ejemplo de Cristo, está dispuesto a dar su vida aunque eso le cueste la salud y le duela y se canse. Necesita de esa oración que ahora mismo podemos elevar, no sé cuántos seremos los que estamos ahora oyendo esta meditación, rezando, hablando con Jesús y le decimos: “Señor, te pido por el Papa, te pido también por todos los obispos para que sean verdaderamente pastores con un corazón como el Tuyo.