ES BUENO LLORAR
“María -Magdalena- se había quedado llorando junto al sepulcro de Jesús. Sin dejar de llorar se asomó al sepulcro y vio dos ángeles vestidos de blanco sentados en el lugar donde había estado el cuerpo de Jesús, uno en la cabecera y el otro junto a los pies. Los ángeles le preguntaron:
¿Por qué estás llorando, mujer? Ella les contestó: Porque se han llevado a mi Señor, y no sé dónde lo habrán puesto.”
(Jn 20, 11-13).
En este párrafo que te leí del evangelio del día de hoy, hay una palabra que se repite tres veces. No te lo voy a volver a leer; te voy a decir la respuesta: es llorar. “María se quedó llorando […]; y sin dejar de llorar se asomó […]; y le preguntaron los ángeles ¿por qué estás llorando, mujer?”.
Las lágrimas. El llorar… Es bueno llorar. Y no sólo las mujeres, sino también los hombres. Es bueno que lloremos, que mostremos también que somos frágiles, que necesitamos la ayuda de los demás, que hay cosas en las cuales somos vulnerables.
Ayer vi un video de una canción de Shakira -Antología, en vivo-, y la gente lloraba en el público, todo mundo lloraba, los hombres, mujeres; todo mundo cantaba a todo pulmón y lloraban. Sobretodo cuando dice aquello de:
¨pero olvidaste una final instrucción, oh porque aun no sé cómo vivir sin tu amor”.
Cuando se da la separación de la persona que amamos, y cuando se da una separación definitiva porque esa persona ya no quiere nada con nosotros, o porque esa persona murió, pues es un llanto sin esperanza.
Pero a María Magdalena todavía le había venido peor, porque además de que Jesús había muerto, llegó al sepulcro y ya no estaba ni siquiera su cuerpo. ¿Qué más puede pasar si ya murió? Pues que no esté su cuerpo.
Porque cuando va al sepulcro tiene la esperanza de encontrar su cuerpo, poderlo embalsamar junto con las otras santas mujeres que la acompañaban; como tener ese consuelo de estar al menos con ese recuerdo suyo. Pero cuando llega el sepulcro, ¡ni siquiera eso! Ella piensa que se robaron el cuerpo. Pero no.
Llovizna
Pero vamos a detenernos un poco en el llanto, en las lágrimas. Me acordaba de una canción, que es muy triste, ya de hace algunos años, que se llama “Llovizna”, de un escritor trovador mexicano que se llama Fernando Delgadillo.
POEMA HECHO CANCIÓN
En uno de esos párrafos -ahorita te la voy a poner, te voy a poner un pedacito, pero antes quiero leerte las estrofas para disfrutarla más, para que nos ayude también en este rato de oración, en el cual nos detenemos en los sentimientos humanos que suscita el amor y el desamor. Y dice uno de los párrafos intermedios en la canción:
Así es amar querida mía sin esperanza
Por eso el alma solo se entrega una vez
Después la vida nos traiciona la confianza
Y uno no vuelve a ser aquello que un día fue
Uno cuando ama, encuentra la felicidad, y piensa que esa felicidad nunca se va a acabar; pero, de repente, se acaba, porque, decíamos, esa persona a la que amamos ya no está por alguna razón.
Entonces dice aquí: la vida nos traiciona la confianza y uno ya no vuelve a ser aquello que un día fue. Entonces ¿qué pasa? Uno llora. Continua la canción:
Y fluya el dulce melodioso de tu llanto
Suspiro y viento que agitan al corazón
Porque llorando se remiendan los quebrantos
Y la sal cura las heridas que ha sufrido la ilusión
Es bueno, ¿eh? Suspiro y viento que agitan el corazón – cuando uno está sollozando, como que se ahoga y tiene que respirar, y necesita aire, … y suspira. Y la sal, la sal de las lágrimas. continúa la canción y dice:
Por eso el mar es el refugio de los tristes
Por eso el cielo azul no cabe en mi canción
Esta canción que solo quiere ser llovizna
Que se derrame venturosa refrescando tu dolor
Al fin de cuentas el autor de este poema con música -eso es la trova-, reconoce que hay un consuelo. Y efectivamente, porque el amor humano, aunque es muy bonito, aunque toca lo absoluto, el amor humano, no es la última palabra. No es lo absoluto. Uno puede volver a amar aquí; uno amó a una persona y…
BODA DE IMPACTO
Recuerdo que hace algunas semanas, un amigo mío sacerdote fue a casar a su mamá, porque su mamá era viuda – ya no es viuda, ya tiene un marido pues se casó- y a mi amigo le tocó casarla. ¡Imagínate el impacto!
Es más, no me lo vas a creer, pero el papá -bueno, el marido de Laura, el marido de su mamá- tiene un hijo que es sacerdote también. Entonces estaban los dos padrecitos casando a sus respectivos padres, en unas segundas nupcias, que eran ambos viudos.
Pues, el amor humano no es el amor absoluto: puede haber un nuevo amor. En cambio, el amor divino, ese sí, ese sí es el amor absoluto, y ese es el que nos va a dar la felicidad completa en el Cielo, y ese es el amor que, si lo perdemos, ahí si no hay esperanza.
LA MAGDALENA BUSCA A JESÚS
Eso es el infierno, cuando ya perdimos el amor de Dios para siempre. ¡Dios nos libre! Líbranos Señor del fuego del infierno. Por eso, María Magdalena que va al sepulcro a buscar Jesús y no lo encuentra, tiene un llanto inconsolable.
Te voy a poner la canción antes de que se nos acabe el tiempo, porque es una canción muy bonita, y te digo que nos va hablando de esos sentimientos humanos que suscita la falta de amor. Imaginamos también cómo sería si perdiéramos ese amor de Dios, y le pedimos a Dios que nos ayude a nunca separarnos de Él.
[Se escucha un trozo de la canción]
Así es amar querida mía sin esperanza
Por eso el alma solo se entrega una vez
Después la vida nos traiciona la confianza
Y uno no vuelve a ser aquello que un día fue
Y fluya el dulce melodioso de tu llanto
Suspiro y viento que agitan al corazón
Porque llorando se remiendan los quebrantos
Y la sal cura las heridas que ha sufrido la ilusión
Por eso el mar es el refugio de los tristes
Por eso el cielo azul no cabe en mi canción
Esta canción que solo quiere ser llovizna
Que se derrame venturosa refrescando tu dolor
…
Y continúa la canción, pero hasta ahí nos quedamos, porque queremos darnos cuenta cómo esta historia termina bien.
LA GRAN ALEGRÍA DE VER A JESÚS
María Magdalena lloraba, y lloraba, y lloraba. Y de repente ¿qué sucedió? “Miró hacia atrás y vio a Jesús de pie, pero no sabia que era Jesús. Entonces Él le dijo: Mujer ¿por qué estás llorando? ¿A quién buscas? Ella, creyendo que era el jardinero, le respondió: Señor, si tú te lo llevaste, dime dónde lo has puesto.”
(Jn 20, 14-15)
Seguramente lo decía entre sollozos; lo decía entre ahogándose de las lágrimas… Y en eso
“Jesús le dijo: ¡María! Ella se volvió y exclamó ¡Raboni!, que en hebreo significa Maestro. Y Jesús le dijo: Déjame ya, porque todavía no he subido al Padre; ve a decir a mis hermanos: Subo a mi Padre y a su Padre, a mi Dios y a su Dios.”
(Jn 20, 16-17)
“Déjame ya”. Seguramente ella se lanzó a sus pies y lo abrazó, y empezó a besar sus pies, empezó a gritar de alegría y a decirle cuánto lo quería… Imagínate la alegría que experimentó esta mujer, porque fue proporcional a ese gran sufrimiento que sintió al separarse de Él.
Pues nosotros experimentaremos esa alegría cuando muramos y nos encontremos con Dios, frente a Él. Así será tan grande nuestra alegría como sea nuestro deseo aquí en la tierra. Por eso hoy le pedimos a Dios, le pedimos a María Magdalena -que está en el Cielo- que intercedan por nosotros. Le pedimos a María, nuestra Madre también, que nos ayude todos los días a crecer en amor de Dios, para que así crezca nuestro deseo y nuestra felicidad al encontrarnos con Él en el Cielo.