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LLUVIA

LLUVIA
ERES LA PALABRA

Hoy nos encontramos con uno de los pasajes más famosos del libro del profeta Isaías.

«Esto dice el Señor : —Como bajan la lluvia y la nieve desde el cielo, y no vuelven allá, sino después de empapar la tierra, de fecundar y hacerla germinar, para que dé semilla al sembrador y pan al que come; así será mi palabra que sale de mi boca: No volverá a mí vacía, sino que cumplirá mi deseo y llevará a cabo mi encargo»

(Is 55, 10-11).

“Tú, Jesús, eres el centro de la creación, el centro de la historia, el centro de la Sagrada Escritura.

Y por supuesto, que este texto habla de Ti, porque: Tú eres la Palabra. La Palabra con mayúscula que baja del Cielo, que se da un clavado en esta Tierra y fecunda toda la realidad y la hace hermosa.

Porque este mundo es agradable a Dios. Porque Tú has venido aquí a la Tierra y has destruido el pecado. Con el pecado, el mundo se hace feo, se aleja de Dios. Y Tú vienes a la Tierra y la haces hermosa, fecundas el mundo”. 

CÁNTICO ESPIRITUAL

Me acordaba de un texto de san Juan de la Cruz, del cántico espiritual, cuando la esposa busca al esposo, cuando el alma busca a Dios. Y sale al campo.

Y pregunta a las criaturas:

“Oh, bosques y espesuras

plantadas por la mano del Amado!

¡Oh, prado de verduras,

de flores esmaltado!

Decid si por vosotros ha pasado.

Y las criaturas responden…

Mil gracias derramando

pasó por estos sotos con presura,

y, yéndolos mirando,

con sola su figura

vestidos los dejó de hermosura”.

“Pues efectivamente, Tú, Señor, haces hermosas todas las cosas, haces agradables a Dios todas las cosas”.

Porque, como decíamos, el pecado es lo que afea el mundo, y Tú has venido aquí a destruir al pecado.

QUITAS EL PECADO DEL MUNDO

El sacerdote te toma en las manos en la Misa después de la Consagración, y te muestra al pueblo cuando dice:

“—Este es el Cordero de Dios que quita el pecado del mundo”. 

Realmente Tú quitas el pecado del mundo, ya lo destruiste. Y sin embargo, sigue habiendo pecado en el mundo. ¿Cómo es eso? Pues es que, como dice san Josemaría en uno de sus libros:

“Cuando Tú te haces hombre, no traes ninguna fórmula mágica, porque sabes que la salvación que ofreces debe pasar por el corazón del hombre” (cf).

Tiene que pasar por el corazón del hombre, tienes que entrar en nuestros corazones, que nosotros te abramos la puerta de nuestro corazón para que entres y puedas destruir el pecado. Por eso es necesaria la penitencia.

Y ahora que estamos en tiempo de Cuaresma, se nos anima a la penitencia precisamente para con la gracia de Dios, la gracia que tu Jesús, nos obtuviste en la Cruz, poder superar, poder vencer el pecado.

LUCHAR CONTRA EL PECADO

Nos anima el Papa en su mensaje de Cuaresma:

«No nos cansemos de extirpar el mal de nuestra vida. Que el ayuno corporal que la Iglesia nos pide en Cuaresma fortalezca nuestro espíritu para la lucha contra el pecado. No nos cansemos de pedir perdón en el sacramento de la Penitencia y la Reconciliación, sabiendo que Dios nunca se cansa de perdonar [3].  

No nos cansemos de luchar contra la concupiscencia, esa fragilidad que nos impulsa hacia el egoísmo y a toda clase de mal, y que a lo largo de los siglos ha encontrado modos distintos para hundir al hombre en el pecado»

(cf. Carta enc. Fratelli tutti, 166). 

«Y ahora que estamos en este tiempo de especial penitencia, Señor, ayúdanos a querer, a querer alejarnos del pecado, a saber pedir perdón, a luchar contra la concupiscencia, sabiendo que aunque a veces nos gane, aunque a veces somos débiles, con Tu gracia podemos vencer siempre.

Con Tu gracia podemos destruir el pecado para ser agradables a Dios, para que se cumplan esas palabras que leíamos del profeta Isaías». 

Qué bonito es leer y releer estos pasajes y meter la imaginación. “Como baja la lluvia y la nieve desde el cielo y no vuelven allá sino después de empapar la tierra”… Podemos imaginar una lluvia abundante, una lluvia generosa que empapa la tierra, que la fecunda y la hace germinar.

UNA MAGNÍFICA DESCRIPCIÓN

Y me venía a la mente también palabras de un escritor mexicano que escribió en una ocasión de cómo veía la lluvia en un patio. Es del libro de “Pedro Páramo”:

“El agua que goteaba de las tejas hacía un agujero en la arena del patio. Sonaba plas, plas y luego otra vez plas, en mitad de una hoja de laurel que daba vueltas y rebotes, metida en la hendidura de los ladrillos. 

Ya se había ido la tormenta. Ahora, de vez en cuando, la brisa sacudía las ramas del granado, haciéndolas chorrear una lluvia espesa, estampando la tierra con gotas brillantes que luego se empañaban. 

Las gallinas engarruñadas, como si durmieran, sacudían de pronto sus alas y salían al patio, picoteando de prisa, atrapando las lombrices desenterradas por la lluvia. Al recorrerse las nubes, el sol sacaba luz a las piedras y erizaba todo de colores. 

Se bebía el agua de la tierra, jugaba con el aire dándole brillo a las hojas con que jugaba el aire”.

Así, estas palabras de Juan Rulfo, este gran escritor, nos ayuda a meter también la imaginación en un día después de la lluvia, e imaginar cómo el sol hace que las cosas brillen más bonito en el verano.

VERTE EN LOS DETALLES PEQUEÑOS

Muchas veces me toca ir a atender un campamento en un lugar en donde a veces llueve mucho y a veces nos toca que no llueva. Cuando no llueve, todo es un polvadero y todo es gris. Pero cuando llueve, todo se pone muy verde, muy bonito.

De hecho, el verano pasado que fui, tomé un pequeño video (que puedes ver aquí). Ahí aparecerá este vídeo donde se ve la lluvia y un patio donde cae; también un árbol como el que describe aquí este escritor.

Pensamos en Ti, Señor, en nuestro rato de oración y nos dejamos llevar por estos signos de Tu presencia en el mundo y en cómo la lluvia se convierte en un signo de Dios, de la fecundidad. Y como realmente la fecundidad, Señor, que Tú esperas es nuestra santidad.

Y cómo podemos, pues, ver la lluvia y pensar en Ti. Y cómo la Sagrada Escritura nos lleva, de una u otra manera, al centro que eres Tú, Jesús, y el centro que debes de ocupar en nuestra vida. Que nosotros aprendamos a verte detrás de todas las cosas y queramos también con Tu gracia, dar fruto para Dios.

EN ESTA CUARESMA: DAR LO MEJOR

Y ahora que estamos comenzando la Cuaresma, que estamos ya en la primera semana, -mañana se cumple una semana entera de que comenzamos- y podemos pensar: ¿Qué esperas de nosotros?… ¿Cómo van nuestros propósitos?…

¿Cómo va esa esa lista de sacrificios que nos hemos vuelto a plantear en estos días, sabiendo que eso es lo que también nos va a hacer fecundos para Dios, nos va a hacer capaces de recibir toda la gracia que Dios nos da para poder ser algo agradable a Él?… Porque solo unidos a Ti, Señor, podemos ser agradables a Dios.

Entonces acudimos a nuestra Madre, la Virgen, que abrió toda su alma para que esa agua de Dios entrara en ella y la hiciera fecunda. Madre nuestra, ayúdanos a ser como tú, atentos, saber estar atentos a las Gracias de Dios para poder dar el fruto que Él espera de nosotros.

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