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¿LO NECESITO?

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Hubo una conferencia la semana pasada con adolescentes para el uso de las nuevas tecnologías y el conferenciante lanzaba al auditorio esta pregunta ¿alguno de ustedes ha estado un tiempo sin celular? <

Una niña adolescente con sencillez levantó la mano y contó que había estado una semana sin celular porque se lo había castigado su mamá. Le preguntó el conferencista ¿y qué experiencia ha supuesto para ti? La niña le dijo: descubrí una nueva vida,  descubrí una nueva vida.

“Jesús, tú has vivido desprendido no de muchas cosas sino de todas las cosas. Tantas cosas que hoy en día nos parecen de lo más necesarias que incluso pensamos que sería casi imposible no contar con ellas.

Inimaginable que antes pudieran no existir y tú Jesús has podido llevar una vida muy feliz, la más feliz de todas, en una época de la historia en la que no había nada de nada”.

Ponte a pensar cuántas comodidades hoy y que antes ni existían.  Por ejemplo, cómo han evolucionado los coches. En mis épocas de niño muchas veces (pues tampoco muchas, algunas veces) me acuerdo que me tocó, me tocaba irme en la parte de atrás de un vochito. Hoy que lo pienso pues es que no podía haber un lugar más incómodo e inseguro. Probablemente algunos de los que están escuchando ni siquiera sepan lo que es un vochito.

 LO QUE MÁS IMPORTA

En cambio ahora cualquier coche, por utilitario que sea, incorpora todo tipo de detalles, de acabados, ya con aire acondicionado prácticamente todos, con pantalla táctil, con asientos comodísimos.

“Jesús, tú en cambio naces en Belén y viajas en burro; no tienes casi nada pero tienes lo más importante, el cariño de María y de José, el cariño de tus papás ¿Jesús, cómo era tu casa y el taller de Nazaret? ¿Cómo viviste después los 3 años de vida pública? No tenías dónde reclinar la cabeza y  luego como mueres. En fin…

“Jesús, me enseñas que la auténtica belleza de la vida no está en las cosas materiales sino que está en el interior y ahí es donde yo quiero ir a buscarlo. ¿Es tu amor por mí? Un amor capaz de cualquier sacrificio, sin límites, sin medidas, como se pone de manifiesto con tu muerte en la cruz.

Me enseñaste que dónde está tu tesoro allí estará también tu corazón y tú lo tienes puesto en mí deseando que yo también lo ponga en ti. Y te veo Jesús desprendido de todas las cosas porque eso te permite amar sin medidas”.

VACIAR EL CORAZÓN Y ALIGERAR EL ALMA

Pues es una realidad que el deseo tiende al infinito, y mientras más tengo pues más deseo y nunca estaré satisfecho sino al contrario, me sentiré más vacío. Nuestro corazón es como unas manos que mientras estén agarrando algo material no pueden agarrar nada más.

Nuestro corazón es como un cajón que puedes llenarlo de cosas y más cosas, de objetos, de experiencias, de sensaciones y de diversiones y te sorprendes porque nunca se llena, al contrario, podrías decidirte a vaciarlo a desprenderte de lo que tienes, de lo que usas y buscar compartir con los demás y entonces se hace el milagro.

Cuando nos decidimos a vaciarnos, a desprendernos de tantas cosas y sobre todo no por desprendernos sino por compartir, por aligerar la carga del alma y levantar la mirada, ahí es donde se hace el milagro y empezamos a sentirnos satisfechos de nuevo y a no buscar llenarlo con otras cosas, que incluso cada vez nos van pareciendo más superficiales.

Es el gran milagro de descubrir que el corazón no está hecho para llenarse de cosas sino de personas que lo que de verdad llene el corazón es el cariño que uno le da a los demás en forma concreta de ayuda, compañía, de consuelo, de perdón.

 EL GRAN MILAGRO

Habrás escuchado seguramente eso que le pasó a Santa Teresa de Calcuta con una persona muy famosa del mundo de la farándula, que fue a visitarlas en una ocasión a una de sus casas. Y viendo cómo atendían las monjas a esos enfermos, cómo los limpiaban y en qué condiciones le dijo esta persona: es que yo eso no lo haría ni por un millón de dólares.

Y la Madre Teresa de Calcuta le contestó: nosotras tampoco, si lo hacemos es por amor a Jesucristo. Es el amor lo que llena nuestro corazón, todo lo demás acaba resultando insuficiente, fastidioso, decepcionante.

Y tú Jesús, nos quieres enseñar y por eso en el Evangelio de hoy

Reúnes a los doce y los envías a proclamar el Reino de Dios y a curar a los enfermos y les dices:

No lleven nada para el camino, ni bastón, ni alforja, ni pan, ni dinero, tampoco llevan túnica de repuesto. No lleven nada para el camino.

Óye pero es que necesito un bastón para descargar parte del peso y descansar o una alforja para guardar provisiones o pan para reponer mis fuerzas, dinero para los alojamientos y para las comidas, túnica de repuesto para cuando se me rompa la que uso.

“No lleven nada para el camino. Solo lleven una cosa, la confianza que se tienen entre ustedes y la confianza que me tienen a mí, les dice el Señor”.

EL TESORO QUE NOS LLEVAMOS

Pues es verdad Jesús, cuántas veces me lleno de intranquilidad en el alma y pierdo la paz y estoy preocupado por las cosas que tengo. Ponte a pensar (como dice la canción de Napoleón, que es tan antigua como el Vocho) “nada te llevarás cuando te marches” es que es verdad, nada te llevarás cuando te marches. Dice el papá Francisco (con un toque de ironía) que “nunca ha visto un camión de mudanza detrás de un cortejo fúnebre”  Pues no…

Pero en cambio sí hay un tesoro que nos podemos llevar con nosotros. Un tesoro que nadie nos puede quitar, que nadie nos puede robar que es, no lo que has estado juntando para ti, sino lo que tú has dado a los demás: el cariño, el servicio, la paciencia, la ternura. Esos son bonitos tesoros, esos son los verdaderos tesoros dice el Papa Francisco, son los que nos llevaremos con nosotros.

Bueno terminó contando una anécdota, ya que te estoy hablando del Papa, algo que le pasó cuando todavía no era Papa y vivía como arzobispo de Buenos Aires en Argentina:

TENER EL CORAZÓN LIBRE

Un padre de familia que vive en una zona muy pobre de Buenos Aires recordaba que recibió al cardenal Bergoglio (antes de ser Papa, ahora Papa Francisco) lo recibió en su casa, en su pobre casa de ahí de Buenos Aires y recuerda: se quedó a comer con nosotros no habíamos preparado nada elaborado, solo un poco de sopa de fideo, nada más.

Nunca olvidaré sus palabras, me miró a los ojos y me dijo: me gusta sentarme a la mesa de los pobres porque sirven la comida y comparten el corazón. Y terminaba diciéndole el Papa a este señor: a veces en cambio el que más tiene solo comparte la comida.

Vamos a hacer examen y quizá podamos terminar haciendo un propósito en este rato de oración. Cuando vayamos a hacer una compra preguntarnos, (una compra ya sea física o por internet, como sea pero preguntarnos antes de hacerle click), ¿realmente lo necesito o puedo prescindir de ello?

El corazón, tú Jesús, nos enseñas a tenerlo libre para amar. Tú Jesús, nos enseñas a tenerlo libre para amar, para saber poner un poquito de paz y un poquito de alegría aquí con las personas con las que estamos, con los que convivimos.

Terminamos acudiendo como siempre a la Virgen, que nos ayude en ese camino del desprendimiento del corazón.

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