MODELO DE SANTIDAD
Recuerdo que san Juan Pablo II, en su pontificado, quería promover la canonización de buenos gobernantes: políticos que se puedan poner como modelo a los cristianos.
En la historia los hubo, gobernantes santos, como san Luis rey de Francia; o en proceso de beatificación también Isabel la Católica; santo Tomás Moro, que fue canciller de Inglaterra.
No sé qué tan bien le fue con los políticos modernos. Seguramente habrá santos; yo ahora mismo no conozco a ninguno o no me acuerdo.
Y podemos aprovechar para pedir por todos los políticos; porque ya se ve que no es fácil y están en una posición en la que pueden hacer tanto bien. Alguien que se dedica a dirigir la sociedad en temas importantes como la educación, las leyes, promover la dignidad de las personas…
“Te pedimos Señor por todas las personas que tienen esa misión, que nunca seamos indiferentes. Que quien pueda, nos involucremos también por el bien de la sociedad”.
MARÍA REINA Y SEÑORA
Y pensaba en esto porque hoy, aunque es domingo, hoy es 22 de agosto, es la Fiesta de María Reina.
Una semana después de la Asunción, tenemos esta alegría de que, la “Reina y Señora de todo lo creado” sea nada menos que la persona más buena que existe, después de Dios, que es nuestra Madre, María.
Y es Reina porque es la que colaboró más que nadie en el reinado de su Hijo, la Redención, y sigue cooperando con gran poder.
Cristo es Rey, “y vendrás Señor Jesús, con toda tu gloria al final de los tiempos. Así le dijiste a Pilato: “Yo soy Rey”. También le dijiste que tu Reino no era de este mundo”.
SU CORAZÓN COMO EL DE JESÚS
Jesús reina sirviendo. No vino para que lo sirvan, sino para servir. Así se lo dice a los apóstoles, en aquella ocasión en la que había ido la madre de san Juan y Santiago a pedir un lugar para ellos: a derecha e izquierda de Jesús. Los demás se enojan porque estaban compitiendo a ver quién era el más importante.
Y el Señor, les dice:
“Saben que los gobernantes de las naciones se enseñorean de ellas que hacen sentir su poder. Entre ustedes no será así; el que quiere hacerse el primero que sea el servidor de todos”
(Mt 20, 25-26).
Y pones tu propio ejemplo:
“El hijo del hombre no vino para ser servido, sino para servir y dar su vida en rescate por muchos”
(Mt 20, 28).
“Nuestra madre, Reina, María Reina, que hoy te celebramos madre nuestra, igual que tu Hijo”. El corazón de la Virgen fue el que más se identificó con el de Jesús.
MARÍA, MADRE INCONDICIONAL
Y por eso, a la vez que tenemos esta gran Señora para que gobierne, para que coopere con el reinado de su Hijo, podemos estar orgullosos de Ella, sabemos que al mismo tiempo va a ser cercana, accesible, como es una buena madre. Eso no es la distancia de nosotros, el hecho de que sea la Reina y Señora de todo lo creado.
Me acordaba de una conferencia que vi hace un tiempo. Un video en Youtube que fue llamativo, porque era una conferencia de prensa a un técnico de un equipo de básquet de algún país nórdico de Europa.
Y el periodista, en una de las preguntas, le cuestionaba la actitud de un jugador que no había estado en un partido de las eliminatorias, porque se había ido a presenciar el nacimiento de su hijo.
MUY CERCANA
¿Qué le parece esto…? Y la reacción del entrenador fue toda una lección. Le pregunta: ¿Usted tiene hijos? Le preguntó al periodista. ¿A usted qué le parece lo más importante?
Y, en lugar de mostrar perplejidad o enojo porque ese jugador no estuviera, dijo: No, yo lo felicito a ese hombre, debe ser ahora el más feliz del mundo porque está con su hijo recién nacido, a mí me pidió permiso.
Me acordaba de esto porque nuestra Madre, a la vez que tiene que cumplir una misión tan grande: Ella es la corredentora, es la Madre de Dios. También es cercana a cada uno de nosotros y esos títulos no la separan, sino que más bien lo ejerce ese reinado, acercándose a sus hijos.
EN LO GRANDE Y EN LO PEQUEÑO
Puede estar en las cosas grandes, estando en las cosas de cada uno de nosotros. Somos su primera ocupación y es para darle gracias a Dios: Tengo una Madre tan cercana, dispuesta a dejar todo para atendernos y para escucharnos.
Y al mismo tiempo, tener una Madre así, en esta fiesta, nos puede llamar a cada uno para que queramos cooperar con ese reinado de Cristo. Que los horizontes de nuestro corazón se agranden porque podemos realmente formar parte de algo, que es más grande que nuestras propias posibilidades materiales.
Quizá uno le pueda decir: “No puedo cambiar o ser muy influyente en la política de mi país, del mundo, los grandes eventos… Pero este Reino que Jesús, qué Vos Señor nos traes, que consiste en la salvación de las almas, la relación de los hombres con Dios ¡Ahí sí podemos ser protagonistas!”
PARA ESO FUIMOS HECHOS
Podemos unirnos a Jesús, podemos rezar, podemos hacer actos de amor, podemos dar nuestro ejemplo… De hecho, pienso que todos tenemos esa ansia en el corazón, de formar parte de algo más grande, de cooperar a este mundo.
Cooperar a la salvación de las almas, a la edificación del Reino de Cristo es algo muy grande. Tiene unas consecuencias eternas porque ayuda a que las personas se vayan al Cielo, encuentren a Dios. Para eso fuimos hechos.
Decía san Josemaría:
“De que tú y yo hagamos lo que tenemos que hacer, dependen – no lo olvides – cosas grandes”
(Camino; P. 755, San Josemaría).
Y al mismo tiempo, sintiéndonos muy acompañados en lo pequeño, cuidando las cosas pequeñas, por la Virgen haciéndolas con Jesús. Porque esas cosas grandes se alcanzarán a fuerza de comenzar por mi vida, por mi ambiente, por mi trabajo.
DONDE ME ENCUENTRE
Desde ese ámbito, que quizá parece pequeño de influencia, estamos realmente cooperando a la redención. Mirar a la Virgen en esta fiesta nos puede inspirar: “Mira, tengo una misión grande, tengo que cooperar con Jesús”.
Como hizo la Virgen, que quizá en su tiempo la gente que la veía, sus vecinos, los mismos apóstoles, no les llamaba mucho la atención el papel de la Virgen. Era una madre y, sin embargo, que importante su unión con Jesús, su correspondencia a la gracia.
Que Ella nos ayude a estas dos cosas hoy: a sentirnos partícipes de una misión muy grande que podemos cooperar con ese Reino de Jesucristo y a la vez a sabernos queridos, conocidos y amados por Dios personalmente.
Y hoy que es su fiesta, de nuestra Madre, a quien felicitamos y a cuya intercesión nos encomendamos siempre, también en este rato de oración.